El informe de la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad señala que en 2017 (últimos datos disponibles para el conjunto de ítems analizados en el estudio) el sector energético español consumió 6,3 exajulios (EJ) de energía primaria y emitió, una vez descontadas las exportaciones, 300 millones de toneladas (Mt) de CO2, generando un valor añadido (sin descontar los costes externos) de 48.380 millones de euros (correspondiente aproximadamente a un 3,7% del PIB).
De acuerdo a este análisis, en 2017 el sistema energético español empeoró en todos los indicadores de sostenibilidad energética. La demanda de energía siguió aumentando (un 3,2% en energía primaria y un 1,4% en energía final) y aunque la intensidad energética se redujo, seguimos por encima de la media de nuestro entorno. Asimismo, aumentó la factura energética y las emisiones de CO2.
Esta evolución estuvo condicionada, una vez más, por elementos no gestionables, como el ciclo hidrológico o los precios internacionales de los combustibles. "Igual que el año pasado la mejora se debía a la meteorología, 2017 demuestra que no podemos confiar en ella para solucionar los problemas. En un escenario de largo plazo, parece poco razonable fiar la sostenibilidad del sector energético de las precipitaciones, más aún en el caso español, que se enfrenta a un importante riesgo de bajada de las precipitaciones debido al cambio climático", indican los autores del informe.
Así, la falta de lluvias en 2017 condujo a un aumentó el uso del carbón en un 22%, del gas en un 9%, y del petróleo y sus derivados en un 3%. Todo esto llevó a una reducción de la cuota de energías renovables, hasta un 10% de la energía primaria, y del 33% de la producción eléctrica. Asimismo, generó un aumento de las emisiones de CO2 (un 4%) y de la intensidad de carbono (un 3,2%) del sector energético.
Transporte, el principal consumidor de energía
El sector del transporte, que sigue siendo el principal emisor y consumidor de energía de la economía española, mostró mejoras en el transporte privado por carretera, que se redujo un 3,7%, pero a cambio siguió aumentando el transporte por avión (un 2,8%) y por tren (3,2%). Además, el transporte de mercancías aumentó casi un 8%.
De acuerdo con el informe, también es preocupante el aumento de la factura energética, no sólo debida al aumento de la demanda. "El repunte de los precios internacionales de los combustibles en 2017 supuso un aumento del 53% de los gastos en energía primaria con respecto a 2016, con las consecuencias negativas correspondientes en la competitividad de la industria y la renta de los hogares. El único sector que mantuvo su competitividad fue el refino, que de hecho aumentó su valor añadido en un 6% gracias a las exportaciones".
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La única solución a esta situación, más allá de mejoras en la fiscalidad que pueden ser únicamente transferencias, es la promoción del ahorro energético, y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles cuyos precios y volatilidad están también fuera de nuestro control", subrayan.
Además, este gasto energético no incluye los costes externos debidos a la contaminación o la congestión. Cuando se incorporan los costes externos de la contaminación, el valor añadido del sector energético español se reduce más de un 47%. Estos costes externos, de hecho, aumentaron un 6% en 2017 con respecto al año anterior.
Retos
En palabras de Pedro Linares, director de la cátedra BP de Energía y Sostenibilidad, el modelo energético español continúa presentando importantes desafíos respecto a las emisiones de CO2, la eficiencia energética, la dependencia energética exterior o al impacto medioambiental. "El borrador de Plan Nacional de Energía y Clima establece objetivos muy ambiciosos para enfrentarse a estos desafíos, y es una iniciativa muy bienvenida, junto con el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, o la Estrategia de Transición Justa o de Pobreza Energética", indicó Linares en la presentación de informe.
"Sin embargo, creemos que la ambición de los objetivos debe combinarse con la minimización de los costes para el consumidor, con una batería potente de medidas de ahorro y eficiencia energética que cambie nuestra tendencia en este aspecto, y con el despliegue de una estrategia ambiciosa de innovación energética, como elementos también fundamentales para la sostenibilidad". También consideran fundamental "contar con un consenso lo más amplio posible sobre los objetivos y medidas a plantear", añadió.
Respecto a la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética, cree que debería incluir algunos elementos muy relevantes y que no se han considerado aún en su borrador: "un precio para el CO2 estable y creciente, en el marco de una reforma fiscal verde; un diseño apropiado de los mercados energéticos; una estrategia de innovación energética en un contexto global; y un comité de supervisión independiente que garantice la visión de largo plazo".
Por todo ello, la Cátedra BP de de Energía y Sostenibilidad solicita a los partidos políticos "que sean capaces de superar el cortoplacismo y puedan alcanzar el necesario consenso en torno a estos elementos, formulando una política de Estado asumida por todos en materia de energía y clima que asegure la consecución de un modelo energético sostenible lo antes posible".
