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El sector naval solo tiene una opción: reducir con urgencia sus emisiones

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El transporte marítimo resulta esencial para el comercio mundial, pero un gran buque de carga 
produce tanta contaminación como 50 millones de automóviles. El sector necesita, por tanto, un cambio radical en sus sistemas de propulsión, sustituyéndolos por otros limpios que le permitan avanzar hacia las cero emisiones de dióxido de carbono de aquí al año 2050. De lo contrario, advierten expertos de la ONU, el calentamiento global se agravará aún más.
El sector naval solo tiene una opción: reducir con urgencia sus emisiones

"Si no conseguimos reducir las emisiones contaminantes de la industria marítima, nos dirigimos a un desastre medioambiental", declaró Isabelle Durant, subdirectora la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, durante el Global Maritime Forum (Foro Marítimo Mundial), celebrado en octubre pasado en Singapur. Un punto de vista que comparte la agencia naviera de las Naciones Unidas, la Organización Marítima Internacional (OMI), cuyo portavoz, Lee Adamson, destaca en una entrevista con Noticias ONU que los actuales niveles de emisiones del transporte por mar son "inaceptables".

Un potencial de reducción enorme
La industria naviera,  añade Admason, "necesita una nueva revolución de sus sistemas de propulsión" para eliminar completamente del sector esas emisiones altamente contaminantes.

Durante cientos de años, el envío de mercancías por mar fue uno de los métodos más importantes para conectar al mundo y, aún hoy, es crucial para el comercio internacional y en la conexión de naciones y comunidades. Además, es muy probable que su destacado rol no pare de aumentar: las proyecciones apuntan a que su actividad se multiplicará por dos durante los próximos veinte años. Consecuentemente, el transporte marítimo debe formar parte esencial de la estrategia de las Naciones Unidas sobre desarrollo sostenible, dicen desde la OMI.



La parte positiva es que el potencial del sector para reducir las emisiones contaminantes es enorme. Según las estimaciones de OMI, los barcos podrían transportar más del 80% del comercio mundial de un modo seguro, energéticamente eficiente y a bajo coste. Sin embargo, el sector está muy lejos de seguir el ejemplo de otros medios de transporte en lo que se refiere a la lucha contra el cambio climático. De hecho, se ha avanzado muy poco en este terreno, y eso que, según datos del Banco Mundial, solo un gran buque de transporte marítimo produce tanto azufre como 50 millones de automóviles.

En conjunto, la industria naval es responsable de aproximadamente el 2,2% de todas las emisiones mundiales de gases contaminantes, con unos 800 millones de toneladas al año. El principal causante es el combustible pesado que utiliza, conocido como "combustible de caldera" y que contiene una alta huella de carbono.

Ruta para tener buques limpios
En sintonía con el Acuerdo de París, en 2018 los Estados miembros de la OMI adoptaron una estrategia preliminar para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo y eliminarlas por completo lo antes posible. Entre las metas de esta estrategia se incluye una reducción de al menos el 50% en las emisiones del sector para 2050, en comparación con 2008.

Los objetivos de reducción acordados suponen, además, una ruta concreta hacia la descarbonización del transporte marítimo y que las embarcaciones de emisiones neutras se construyan "mucho antes del año 2050, con suerte para 2030", según declaró Isabelle Durant a Noticias ONU. "Esperamos que la estrategia impulse una nueva revolución de los sistemas de propulsión –dice Durant en la entrevista–. Se necesita construir buques que sean más atractivos desde un punto de vista comercial y orientar las inversiones a la utilización de tecnologías innovadoras sostenibles y hacia carburantes alternativos bajos y sin emisiones de carbono".

La OMI auspicia varios proyectos empresariales en el mundo para descarbonizar el sector. Entre ellos, el desarrollo de transbordadores eléctricos e híbridos, buques que usan biocombustibles o células de combustible de hidrógeno (aún en fase de prueba) y la propulsión asistida por el viento.

Noruega es el país que va más avanzado en estos objetivos. En este país, la compañía de transbordadores Color Line está construyendo el buque híbrido eléctrico más grande del mundo, capaz de transportar a 2.000 pasajeros y 500 coches. 

El transbordador hará la ruta entre las ciudades de Strømstad, en Suecia, y la de Sandefjord, en Noruega y tendrá una autonomía de hasta 60 minutos navegando a velocidades de hasta 12 nudos, lo que significa que el último tramo del viaje a través del fiordo, de unas dos horas y media y que conduce al puerto de Sandefjord, no generará emisiones contaminantes.

También es noruega Brødrene Aa, una empresa constructora de transbordadores de fibra de carbono altamente eficientes, que, según afirman desde la compañía, pueden reducir el consumo de combustible hasta un 40% en comparación con los buques tradicionales. Brødrene Aa ha desarrollado un prototipo que funciona completamente con baterías e hidrógeno, anticipándose así a los futuros transbordadores donde las emisiones neutras sean la norma.


La OMI forma parte, además, de diferentes iniciativas globales, como la Global Industry Alliance to Support Low Carbon Shipping (GloMEEP), que apoya la aplicación de medidas de eficiencia energética en fase de pruebas en 10 países: Argentina, China, Georgia, India, Jamaica, Malaysia, Marruecos, Panamá, Filipinas y Sudáfrica. Mejorar la eficiencia energética de los barcos es también el objetivo de la Red Mundial de Tecnología Marítima, que agrupa a numeros centros tecnológicos y cuenta con financiación de la Unión Europea. O GreenVoyage-2050, otra iniciativa de alcance mundial entre la OMI y el Gobierno de Noruega para probar soluciones técnicas que puedan reducir las emisiones, así como mejorar el intercambio de conocimientos.


Hay que ir más rápido
Estos alentadores avances dibujan el camino hacia un futuro libre de emisiones para el transporte marítimo. Pero Adamson advierte que hay que actuar rápido si se quieren alcanzar los objetivos necesarios de descarbonización. El experto añade que aunque las inversiones para conseguir emisiones bajas o nulas puedan significar mayores costos,  "continuar como si no pasase nada no es una opción viable".

"El statu quo no es aceptable debido al impacto de las emisiones de los buques, no sólo para hacer frente al cambio climático, sino también para la salud humana y el medio ambiente, y eso tiene su propio coste, que también lo asume la sociedad. La máxima de 'quien contamina paga' está bien establecida, y hay que reconocer que, a pesar de su rentabilidad, el transporte marítimo contamina y hay que mitigarlo de algún modo".





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