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La bicicleta como arma contra el Covid-19  

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No hacen falta muchos estudios para ser consciente de que la contaminación atmosférica producida por el parque móvil de las ciudades afecta negativamente a la salud de toda la ciudadanía y, muy especialmente, a la de ciertos colectivos: a quienes padecen enfermedades respiratorias, cardiovasculares, personas mayores, niños. Tampoco hacen falta ya a estas alturas muchos estudios para ser consciente de que el Covid-19 se aprovecha de ciertas patologías previas. Pues bien, en ese marco de lucha global contra el Covid-19, 61 asociaciones ciclistas lanzan una propuesta coordinada “para habilitar de forma urgente condiciones adecuadas para el desplazamiento de la ciudadanía en bicicleta”.
La bicicleta como arma contra el Covid-19  

ConBici es una coordinadora de organizaciones ciclistas del estado español que agrupa a más de 60 asociaciones locales. Con ocasión de la alerta sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19 “y ante un clima social y mediático de criminalización de la bicicleta”, ConBici ha difundido varios comunicados a lo largo de los últimos días para hacer pública su postura sobre el particular y, así mismo, ha hecho público también un conjunto de “propuestas para habilitar de forma urgente condiciones adecuadas” para que la ciudadanía pueda desplazarse en bicicleta durante la crisis del Covid-19. ConBici recuerda además a las autoridades públicas que ciudades como Wuhan, Nueva York, Berlín, París, Londres o Bogotá, no solo están apostando por este modo de desplazamiento en esta crisis, sino que además están implementando medidas para promoverlo entre las personas que no lo hacen habitualmente.

ConBici.org: “la bici es un vehículo socialmente inclusivo y garantiza participar en la movilidad independientemente de la edad y de los ingresos”.

Cuatro razones de peso (vinculadas a la lucha contra el Covid-19) que esgrime ConBici para defender la movilidad en bicicleta
• La movilidad consistente en la utilización de vehículos impulsados por motores a combustión es una de las principales causas de contaminación del aire de las ciudades, mientras que el uso generalizado de la bicicleta como medio de transporte contribuiría a mantener bajos los niveles de contaminación. La exposición prolongada a los elevados niveles de polución de las ciudades -explican desde ConBici- aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y respiratorias "que pueden situar a quienes las padecen en un lugar poco favorable para superar posibles futuros contagios por Covid-19”.

• La salud física y mental deben ser una prioridad en la lucha contra el Covid-19. En ambos sentidos, fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte al centro de trabajo -apuntan desde la asociación- puede aportar un espacio de autocuidado. Porque moverse en bicicleta beneficia tanto a lo físico como a lo emocional. Es una movilidad activa, inclusiva (no segregadora) y social, virtudes todas que a buen seguro van a ser muy necesarias en el presente y el futuro más inmediatos habida cuenta de la circunstancia de aislamiento/confinamiento en la que nos encontramos.

• El fomento del uso de la bicicleta como medio de transporte contribuiría a mantener los bajos niveles de accidentalidad del mes pasado, cuando las restricciones (impuestas el 14 de marzo y endurecidas el día 29) se tradujeron en una reducción drástica de la movilidad motorizada (coches y motos): menos tráfico motorizado, menos siniestralidad. La asociación en todo caso avisa: el hecho de que haya menos coches circulando se traduce también en un aumento inconsciente de las velocidades medias y máximas, por lo que hay que garantizar la seguridad vial en bicicleta (su propuesta -abajo- detalla cómo).

• La bicicleta es una herramienta eficaz contra dos problemas que ha acarreado esta crisis: la pérdida de capacidad de los medios públicos de transporte (cuyo aforo se ha visto considerablemente reducido por mor de la obligada distancia social) y la posible pérdida de confianza de buena parte de la ciudadanía, que seguramente alberga dudas y/o temores sobre la salubridad de los mismos, por muy consciente que sea de que esos medios de transporte están recibiendo el tratamiento higienizante correspondiente y por mucho que las autoridades estén repartiendo mascarillas en (al menos algunas) paradas y estaciones.

Dos razones (económicas) para promover el uso de la bicicleta
• Para amortizar la crisis económica que se avecina. Según ConBici, la bicicleta de pedaleo asistido es el vehículo eléctrico más vendido en el mercado europeo, con 3,4 millones de unidades vendidas en 2019 y un pre-pronóstico de ventas en torno a 4,5 millones de unidades en 2020. La asociación apunta por otro lado además que las políticas de movilidad ciclista “son un fuerte dinamizador económico, pues generan tres veces más empleo que las orientadas al automóvil”.

• Para reducir más aún la movilidad: menos movilidad, menos posibilidad de contagio. ConBici propone “mejorar las condiciones para el reparto de mercancías en bicicleta”. La asociación incide en ese sentido en algo evidente: “se está observando -dice- un incremento de la compra online, los servicios a domicilio y paquetería, y la bicicleta es un medio de transporte idóneo para estas tareas”. Ello también fomenta -añade. el comercio local. La Asociación asegura que “las vías ciclistas incrementan las ventas de los comercios donde se sitúan”.

La propuesta de las 61 organizaciones ciclistas que coordina ConBici: corredores ciclistas
ConBici define corredor ciclista como “vía preferentemente segregada, de carácter flexible, para fomentar la movilidad activa segura (ciclista y peatonal), que facilite conexiones directas con vías ciclistas ya existentes, tanto urbanas como interurbanas, así como con centros sanitarios o atractores de movilidad. Bajo los criterios del urbanismo táctico de rápida y progresiva implantación, consensuadas, de bajo coste, experimentales y que puedan verse consolidadas tras el análisis de su impacto”.

Según la propuesta de ConBici, estas deben ser sus características
• Red. Que cubran los principales ejes de movilidad de la ciudad y la conexión con barrios o núcleos próximos.

• Protegidos. Es recomendable protegerlos con elementos que sean fáciles, rápidos y baratos de implantar (pivotes grandes, atornillados, macetas, jardineras), y han de estar muy bien señalizados horizontal (con pintura amarilla, carácter temporal) y verticalmente.

• Amplios. Los corredores deberían ser amplios allí donde no existía un espacio ciclista previo, prioritario y exclusivo para la bicicleta. Así como también se deberían ensanchar las vías existentes más transitadas o estratégicas para aumentar su capacidad (facilitar adelantamientos y las cargo-bicis).

• Conectados. Han de procurar la conexión con infraestructuras existentes.

• Accesibles. Adyacentes a la acera, línea de aparcamiento o carril bus. Eje de modo verde. Garantizando la incorporación y salida segura de los mismos.

• Salud pública. Concebidos como espacios de salud y autocuidado físico y mental de uso diario.

• Visibles. Informar de los nuevos itinerarios ciclistas sugeridos en cada municipio.

• Velocidad reducida. Se deberían crear zonas 30, 20 o zonas de “calles residenciales” de forma flexible para mejorar la seguridad vial en las calles locales/colectoras (ejemplo de Viena). Garantizando la ciclabilidad en las mismas (véase tuit).

• Bajo coste. Los materiales e inversiones en su diseño deben utilizar en la medida de lo posible recursos disponibles y económicos, que garantizan al mismo tiempo la rapidez en su implementación.

• Rápida implantación. Su efectividad será mayor si su despliegue se concentra en las primeras semanas de la crisis sanitaria, así como si su progresiva implantación viene avalada por un buen análisis de su impacto y las dinámicas necesidades de la movilidad.

• Experimentales. Dada su económica y rápida instalación se recomienda que aunque algunas puedan tener un carácter temporal asociado a la crisis sanitaria, otras puedan ser una oportunidad, al verse consolidadas tras el análisis de su potencial impacto sobre la movilidad. En algunos casos, pueden tener un carácter reversible.

• Consensuados. En la medida que sea posible se deberá consultar a profesionales, tejido social organizado y otros agentes de la movilidad. Así como aprovechar proyectos pendientes de ejecución que ya cuentan con el apoyo técnico y social necesario. 

• No obligatorios. No se recomienda que su uso sea obligatorio dada su rápida implantación. Es recomendable tener en cuenta los itinerarios ciclistas habituales, así como el uso de otros espacios para incorporaciones y otras maniobras. 

Criterios para su implantación
ConBici señala una serie de criterios para la implantación de corredores. “Sin embargo -matizan-, recordamos que se deberán adaptar a cada localidad, tipo de vía, distribución del espacio público y otras características como intersecciones”.
• Para su ubicación, ConBici recomienda
•• Vías de acceso a la ciudad y vías de conexión interurbana.

•• Viales de acceso a centros sanitarios, equipamientos y servicios básicos y lugares atractores de movilidad como los centros de trabajo.

•• Tipo de vías adecuadas para su implantación: rondas, avenidas, calles principales, arterias o viales con capacidad estructurante.

•• Han de permitir itinerarios directos y mallados con el resto de la red ciclable y los principales focos de demanda de movilidad.

•• Pueden integrarse con otros modos y dar lugar a corredores verdes de movilidad peatonal, ciclista y transporte público, pudiendo aprovechar corredores previos que reúnan estas características.

• Para su disposición, ConBici recomienda
•• Siempre en calzada. En ningún caso en detrimento del espacio de uso exclusivo peatonal.

•• En vías con varios carriles por sentidos para los vehículos motorizados, ocupando un carril o disponiendo de espacios de aparcamiento.

•• En viario de un carril por sentido, suprimiendo bandas de aparcamiento, mediante medidas de integración con el resto del tráfico, reordenando los sentidos de circulación para liberar un carril, disponibilidad estacional o temporal, reducción de velocidad, calmado de tráfico y similares.

•• Utilizando corredores y caminos existentes en espacios abiertos.

• Elementos para la configuración de estas vías
•• El criterio general es minimizar la utilización de recursos y reducir la complejidad de la intervención.

•• Reforzar la señalización horizontal y vertical de vías acondicionadas o vías ciclistas existentes.  

•• Proteger y adoptar medidas supletorias para la movilidad ciclista en puntos de conflicto, por ejemplo grandes intersecciones, especialmente rotondas.

•• Delimintación de los carriles-bici con pintura (amarillo si se pretende reforzar el caracter provisional) y/o

•• Elementos constructivos para mejorar la segregación como por ejemplo bolardos abatibles, conos, vallados o jardineras en aquellos puntos que lo requieran, refuerzo de las medidas de protección en puntos de inicio, fin, cruces, etc.

•• Especialmente en aquellos que no quede otro remedio que compartir espacio con otros vehículos reforzar las medidas de señalización y reducción de la velocidad, así como la adopción de medidas de calmado de tráfico en intersecciones, lugares de conflicto o de manera secuencial. También parece oportuno establecer controles de velocidad.

•• Usar las mismas medidas que ya esté llevando a cabo la propia administración.

Durante la crisis
La propuesta -explican desde ConBici- está dirigida en principio a crear corredores durante la crisis sanitaria, más allá del estado de alarma, así como durante el periodo escalonado de regreso a la actividad normal y la previsible reorganización modal. “No obstante -matizan desde la asociación-, conviene recordar que la atención mediática del Covid-19 y de la emergencia sanitaria no nos debe hacer olvidar otros retos de gran trascendencia como el Cambio Climático, por lo cual, deberíamos aprovechar la parálisis de la movilidad para repensar el modelo de movilidad creando las bases para una movilidad más activa, sostenible y segura, así como una reducción de la misma”.

Más información: conbici.org

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David Córdova Damián
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