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Nunca hacesol a gusto de todos

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Al autoconsumidor le va muy bien. "Desde que puse las placas me están viniendo unas facturas que no me las creo. Barato, barato. O rico, rico, como diría Arguiñano". Y a la ingeniería y al instalador también les va bien. Les va bien (o muy bien, "que no doy abasto") montando autoconsumos: instalaciones solares fotovoltaicas para autoconsumo doméstico, comercial, industrial, aislados, naves ganaderas, bombeo, comunidades energéticas...

Sí, hay trabajo, hay negocio, hay dinero. Y hay presente y pinta bonito el futuro inmediato. Incluso en tiempos como estos, tiempos de Putin, sequías, incertidumbres y... policrisis, que al final van sumándose unas a otras (la pandemia, la guerra, el cambio climático, la inflación...) y ahora se dice policrisis. Pues bien, a pesar de todo, al autoconsumidor, al instalador y a la ingeniería les va bien. En general.

Pero nunca hacesol a gusto de todos.

Los inversores por ejemplo están preocupados. Porque la fotovoltaica está hundiendo los precios, sobre todo en las horas centrales del día. De muchos días. Demasiados días. Porque resulta que está entrando en el mercado mucha oferta a la vez, mucha electricidad solar al mismo tiempo, y claro: bajan los precios. Porque ya se sabe que cuando la oferta es mucha-mucha (y no tanta la demanda) el precio tiende a la baja.

Y eso está pasando. Ya. Singularmente en días festivos, cuando (1) cierran muchas fábricas, (2) baja mucho-mucho la demanda y (3) brilla el Sol en todas partes. ¿Un ejemplo? El sábado, 25 de marzo. Ese día, en el mercado mayorista, entre las tres y las cinco de la tarde, el megavatio hora se pagó a... cero euros. ¿Otro? Domingo, 26: Sol a todo país en esta España de sol y placa y otras siete horas a cero. Siete, entre las 11.00 y las 19.00.

El usuario final, encantado. Encantado el autoconsumidor y encantado el que no lo es. "Barato, barato. Rico, rico, como diría Arguiñano".

El inversor, espantado. Porque la solar "deprime" el precio de la electricidad y el retorno, la rentabilidad de la inversión, deja de ser.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia publicó un informe en diciembre (que ha pasado muy inadvertido, por cierto) en el que estima que la energía autoconsumida en 2022 ha rondado en España los 2.900 gigavatios hora, que alcanzará los 6.100 en 2023 y que superará los 10.600 en 2024.

O sea, que la energía autoconsumida (esa que sale de mi placa y uso en mi cocina, esa que nunca llegará a la red ni pisará el mercado) se va a triplicar en solo dos años. Más aún: el informe en cuestión (CNMC RAP/DE/009/22) estima que el autoconsumo representará el 6,5% del total de la demanda nacional en consumo en 2025.

Pregunta: ¿reducir la demanda es bueno o malo? Otra pregunta: ¿deprimirá esa reducción de la demanda los precios aún más? Y otra: ¿eso es bueno o malo?

Dicen muchas voces del sector que la transición energética podría entrar en barrena si los inversores se retraen y no invierten en eólica y solar por aquello de que no le ven rentabilidad al asunto. ¿Solución? Almacenamiento. Almacena la electricidad solar cuando te la paguen a cero y viértela cuando la retribución sea razonable.

¿Problema? Los inversores dicen que montar sistemas de almacenamiento (bombeo, termosolar, baterías) es muy caro, y que la amortización es a muy largo plazo y que la rentabilidad hay que buscarla casi en el más allá. Así que piden ayudas, como las que recibieron las renovables al principio, para que el almacenamiento despegue y la transición siga su curso.

Hay actores del sector que plantean que las ayudas permitan a los inversores en almacenamiento alcanzar una rentabilidad de al menos el 7,4%, como la que se le puso a las renovables. Y cuando lo hemos escuchado, el que estaba a mi lado me ha preguntado: "¿y si le fijamos directamente esa rentabilidad del 7,4% a toda la nueva potencia? Así nos ahorramos las ayudas, los inversores tienen certidumbre y la transición y tal y tal". Uy.

 Este es el editorial de la edición de abril de Energías Renovables en papel (ER 220), que puedes descargar en PDF gratis aquí

Antonio Barrero F.

abarrero@energias-renovables.com

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Alfredo
La frase mágica: ayuda de estado. La frase que lo resuelve todo. Y ahora vamos a darle la vuelta: el estado no reforma ninguna ley y deja las cosas tal y como están. Y las compañías eléctricas se siguen levantando rentabilidades estratosféricas. Generan a 5-10 euros el megavatio hora (como las hidroeléctricas) y lo cobran a 67. ¿Cuál es esa rentabilidad, Miguel? ¿El 500%? ¿El 600%? El seiscientos por ciento y así todos tan contentos. Todos los que son accionistas de las compañías eléctricas. Esa sí que es una ayuda de estado. Una ayuda de estado que dura ya demasiado. Como todas las ayudas de estado que se están levantando las mismas eléctricas para montar su negociete de hidrógeno, por ejemplo. O todas las ayudas de estado que se levantan las distribuidoras cada año. Cinco mil millones de euros cada año a repartir entre cuatro gatos: Endesa, Iberdrola, Naturgy y compañía. ¿O a eso no le debemos llamar ayudas de estado? ¿Qué dice tu diccionario sobre eso, Miguel? ¿Esas también son ayudas de estado o a esas debemos llamarlas de otro modo? Y otra cosilla: plantear a estas alturas si necesitamos o no energías renovables es como cuestionar que hay cambio climático, es como dudar de si hay guerra o no, o de si queremos ser soberanos energéticamente o no queremos serlo. El 20% de la electricidad que se produce aquí es nuclear, o sea, que dependemos de otras naciones para proveernos de uranio y para enriquecerlo. La nuclear no nos independiza. Nos hace dependientes. En el hoy y en el mañana, cuando tendremos que gestionar, durante siglos, la basura que produjeron una decena de reactores nucleares durante unas décadas. ¡Qué gran negocio y qué gran solución! ¿Y qué pasa con el otro 25-30% de la electricidad que hoy generamos con combustibles fósiles? ¿Necesitamos más energías renovables o no? ¿Necesitamos almacenamiento para esas energías renovables o no?
Miguel
Si se pusiese una rentabilidad asegurada del 7.4% a toda la nueva potencia, eso es una ayuda de estado.. por tanto, no sé quién habrá dicho que se ahorran la ayuda.
Pagar toda la energía con rentabilidad asegurada, independientemente de si se necesita o no, podría dar lugar a situaciones en las que se esté pagando por una energía que no se puede utilizar porque no hay suficiente consumo a esas horas, y los inversores aumentando cada vez más la potencia instalada para generar cuando sobra electricidad porque se la van al pagar con rentabilidad. Los consumidores acabarían pagando la electricidad que consumen + la que se pierde.
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