En los últimos años hemos sufrido precios de la energía eléctrica muy sorprendentes por sucesos inesperados; como la crisis del Covid, que nos llevó a unos precios en mínimos históricos, o la guerra en Ucrania, con cotas de precios en máximos desconocidos hasta la fecha.
Sin embargo, tras esa volatilidad al alza o a la baja, que tienen un carácter coyuntural, se impone una realidad de precios estructural, que ha ido imponiéndose en el mercado eléctrico peninsular y que viene para quedarse, afortunadamente; descontando otras variables puntuales, que sí son siempre contempladas por los expertos, que reducen o impulsan el precio, y que suelen ser de carácter meteorológico, por años con precipitaciones cuantiosas, que supone una mayor generación hidráulica; meses ventosos, que disparan la eolicidad; o semanas poco luminosas, que merman la producción fotovoltaica.
Quisiera poner el foco del análisis en estos precios estructurales del mercado eléctrico español: los que tuvimos, los que tenemos y los que vendrán. Comprendamos que se trata de una cuestión fundamental para el bienestar de las economías domésticas y para la competitividad y la capacidad de generar riqueza y empleo de nuestras empresas; sin olvidar el fundamento final: el trascendental proceso de descarbonización que requiere nuestro Planeta para no colapsar, cuyas consecuencias empezamos a sufrir con crudeza en nuestros territorios a causa de los desórdenes meteorológicos y climáticos que el consumo intensivo de combustibles fósiles ha provocado.
Hasta 283 euros el megavatios hora
En enero del año 2022 los precios medios del mercado eléctrico alcanzaron los 202 €/MWh, y en marzo escalaron hasta los 283 €/MWh. Es cierto que se notaron de forma severa los impactos del conflicto en Ucrania, dado que el precio del gas en los mercados internacionales se disparó de forma desconocida hasta el momento; aunque también es verdad que otros Estados de la Unión Europea soportaron precios aún más elevados por su mayor dependencia de este tipo de combustible fósil. En el primer trimestre del año 2023, los precios fueron 70 €/MWh (enero), 133 €/MWh (febrero) y 90 €/MWh (marzo), en un contexto de relajación del precio del gas y de penetración de energía limpia en nuestro sistema. Este año, motivado por la progresiva incorporación de más producción solar, hemos tenido: 74 €/MWh en enero, 40 €/MWh en febrero y 20 €/MWh en marzo, y en abril el precio fue absolutamente inédito: 14 €/MWh de media, con numerosas horas a precios negativos.
Este perfil de precios se está imponiendo, y así se plasma en los acuerdos de compra/venta que se negocian a futuro para los años que están por venir, que caen por debajo de los 60 €/MWh de media anual a partir del año 2027 y tienden hacia los 50 €/MWh en los últimos ejercicios contemplados, con 53 €/MWh en 2034.
Energía autóctona, barata y limpia. ¿Cómo es posible que un país dependiente de la generación fósil y de las importaciones haya logrado estar transformación? La respuesta está en la sensibilización de la comunidad internacional con respecto a la catástrofe climática que amenaza a la humanidad, lo que llevó a los Estados a impulsar políticas que permitieran madurar las entonces denominadas energías alternativas a través de marcos regulatorios que movilizarán la inversión de empresas, y familias en el caso del desarrollo de la tecnología fotovoltaica: la clave de este milagro solar en España han sido 65.000 familias inversoras.
Un colectivo de familias y Pymes al que Anpier representa y defiende, que aceptó y cumplió la misión que le encomendó el Estado, y que reclama Justicia y compensación por los injustos, crueles y reiterados recortes retroactivos que ha soportado; o, al menos, un trato equivalente al que van a terminar alcanzando los inversores extranjeros, que semana tras semana encuentran laudos y sentencias favorables en la Justicia internacional, que obligarán a España a indemnizarles, mientras que los productores españoles continúan sin ninguna compensación.
Cada vez que encendemos la luz en nuestros hogares, o cuando una pyme levanta la persiana o una industria conecta sus máquinas, están comprando energía; estos consumidores notan mes tras mes que las facturas son cada vez menos gravosas para sus economías.
Hubo unos años en los que a la sociedad se le señalaba, y de forma sorprendentemente machacona, que la factura de la luz se había engrosado por la “carga” que suponían los productores de energías renovables, en lugar de precisar que se trataba de asumir el moderado coste del imprescindible y ventajoso impulso a estas tecnologías; ahora echamos de menos que esos mismos medios de comunicación, esos mismos líderes de opinión y aquellos mismos políticos, recuerden a la sociedad que cada euro que destinaron durante algunos años en la factura de la luz a esta causa, ya les ha supuesto un ahorro que excede con mucho el esfuerzo que fue preciso realizar para descarbonizar nuestros consumos de energía, y que esta ganancia económica y medioambiental se mantendrá durante décadas en beneficio de todos los ciudadanos presentes y de las generaciones que están por venir.
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• Este artículo de opinión está incluido en el Anuario 2024 de Energías Renovables en papel, que puedes descargar gratis en formato PDF aquí