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Explorando la Antártida a lomos de Trineo de Viento

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El reto: adentrarse en lugares nunca explorados de las tierras polares, llegando al mismísimo corazón de la Antártida. El vehículo: un trineo cero emisiones, que utiliza el viento como única fuerza propulsora. Los exploradores: Ramón Larramendi y Juan Manuel Viu, con más de 14.000 km a sus espaldas de travesía por los dos continentes helados. El objetivo: dar un salto definitivo en el conocimiento científico de estos territorios, los espacios naturales más frágiles de la Tierra. 
Explorando la Antártida a lomos de Trineo de Viento

Estamos acostumbrados a asociar la exploración de los polos con nombres de fonética extranjera. Y sin embargo resulta que aquí, en España, tenemos a dos de los mayores exploradores modernos de estos remotos e inhóspitos parajes: Ramón Larramendi, premio de la Sociedad Geográfica Española y promotor del proyecto Trineo de Viento, y Juan Manuel Viu, geólogo, piloto y responsable de la base antártica Juan Carlos I durante la campaña 2008.2009.

Ambos lograron ya, en el marco de la Expedición Transantártica Española 05-06, cruzar por primera vez el continente antártico en un trineo eólico desarrollado por Larramendi.. En compañía de un tercer explorador, Ignacio Oficialdegui, recorrieron 4.500 km en 62 días, lo que convierte esta travesía polar en la más larga jamás realizada en autonomía, con energías renovables. Unos años más tarde, en la campaña 2011-2013 consiguieron otro “guiness”: llegar, por primera vez en la historia, al Polo Sur de inaccesibilidad –el punto más distante de cualquier costa en el Antártico– batiendo, además, el récord del mundo de distancia recorrida en un solo día en el continente helado:311 km.

Ahora, Larramendi y Viu están embarcados en dos nuevos desafíos. El primero y más cercano, previsto para la primavera próxima, circunnavegar 5.000 kms en Groenlandia a bordo del Inuit Windsled, para demostrar su capacidad como laboratorio móvil. El segundo desafío, previsto para el otoño de 2014 o 2015,  recorrer 7.000 km de la Antártida, en un viaje también circular, transportando en el trineo todo el material y equipamento necesario, incluidos ordenadores, para demostrar que es posible hacer investigación en el corazón del mismísimo continente helado de una forma totalmente sostenible.

De todo ello hablaron largamente los dos expedicionarios el pasado 28 de noviembre en el Instituto Cervantes de Madrid, el escenario que eligieron para presentar sus nuevos proyectos y exponer a la curiosidad de los asistentes el Inuit Windsled, que está inspirado en la filosofía y la tecnología este pueblo esquimal,  con el que Larramendi convivió tres años.

“España tiene hoy una presencia modesta en el interior de la Antártida, las dos bases científicas existentes se encuentran ubicadas en dos islas a miles de kilómetros del Polo Sur, y la próxima campaña estarán bajo mínimos debido a los recortes en investigación”, dijo Larramendi. Sin embargo, con el  Inuit Windsled las bases dejan de ser imprescindibles ya que “podemos acceder a una muy extensa zona continental para realizar las investigaciones”. Y a un coste económico muy bajo. “utilizar el Trineo de Viento podría costar igual que la gasolina de los buques oceanográficos para ir y venir a la Antártida”., asegura Viu.

Antecedentes de una idea revolucionaira 
En realidad, la idea de navegar por el hielo no es nueva. Varias expediciones del siglo XIX lo intentaron. La más famosa, como recordó Larramendi, fue la emprendida en 1888 por el explorador Fridtjof Nansen, que intentó mover su trineo con una vela en su intento de llegar al Polo Norte geográfico. Sin embargo, todos los intentos de lograr un diseño efectivo y eficiente resultaron infructuosos hasta que, en 1999, después de tres años de viaje por las regiones árticas en una expedición que, sin género de dudas, se puede calificar de épica, Larramendi diseñó este trineo impulsado por el viento, tomando como referencia los del pueblo inuit

El vehículo es muy simple. Consiste en un plataforma modelable, de raíles y travesaños de madera, suficientemente ancha para tener una tienda encima en la que protegerse de las inclemencias, y que se adapta perfectamente a la irregularidades del terreno. Porque, como explica Larramendi, “el interior de Groenlandia y la Antártida es como un mar, pero aquí las olas (sastrugis) son de hielo,  de hasta un metro de altura, y los vehículos deben adaptarse sin problemas a semejantes irregularidades”.  El Inuit Windsled logra, además, vencer la fricción con la nieve – otro aspecto clave para navegar por estas superficies– gracias al uso de un cometa, que tira de él hacia adelante. “El trineo tradicional de los inuits lo componen dos raíles con travesaños atados con cuerdas y es muy flexible, lo que le permite adaptarse al terreno” –continua Larramendi–. En la travesía que hice de Groenlandia a Alaska, de 14.000 kilómetros, conocí su sistema, construí trineos con ellos y comprendí que una de las claves de su supervivencia en el hielo es la máxima sencillez. Nada es totalmente sencillo a 40º  bajo cero. Estas solo. No puedes pedir ayuda”. Por eso el trineo tiene también la virtud de poder desarmarse de manera muy rápida; y se puede transportar en un avión de pequeñas dimensiones.

Un laboratorio absolutamente limpio
“Siento orgullo de que sean españoles quienes ponen en marcha una tecnología basada en vehículos sostenibles, de cero emisiones, que puede ser el futuro modo de transporte entre las bases científicas en la Antártida, lo que será un éxito para España”, señaló Diego Azqueta, vicepresidente de la Sociedad Geográfica Española, en la presentación del vehículo.

El trineo recibió inicialmente el nombre de “Mariposa del Viento” debido a la similitud del vuelo de un cometa con el de una mariposa, para pasar a denominarse, finalmente, Inuit Windsled, en honor, como se ha dicho, a este pueblo esquimal. Navega sin problemas a 10-12 kms por hora, la velocidad óptima para desplazarse por los polos ya que si es mayor los materiales sufren demasiado. No obstante, en caso necesario, puede alcanzar los 40 kms/h en algunos momentos.

El modelo utilizado por Larramendi y Viu en sus primeras travesías medía 7 metros de largo por 3 de acho y constaba de un solo módulo. Para la expedición científica de 2011-2012 diseñaron un convoy con dos trineos. Además, desarrollaron una tienda para habitabilidad, a fin de poder navegar 24 horas seguidas (en el verano antártico el solo no se pone) y situaron las cometas a un rango de 90º y 200 metros de distancia con el objetivo de aprovechar de manera óptima el viento. “Con las cometas a gran altura podemos aprovechar corrientes altas y navegar con cero viento en superficie”, indica Larramendi.

Pero el Inuit Windsled tiene aún mucho recorrido. De hecho, el nuevo trineo en el que trabajan incorporará tres módulos. En el primero, la locomotora,  viajarán los pilotos manejando la cometa, situada a 300 metros de distancia. Irán instalados en el interior de una tienda transparente a fin de protegerse de las temperaturas extremas, capaces de caer a 30ºC bajo cero incluso en pleno verano antártico. En el segundo módulo trasladarán los materiales necesarios para la expedición y para las investigaciones, además de placas solares, de 1 kW de potencia, que proporcionarán energía a los equipos. El tercer módulo se destinará a la habitabilidad y a los trabajos científicos.

En total, el nuevo trineo medirá 14 metros de largo por cuatro de ancho y podrá trasladar hasta dos toneladas de peso. El proyecto implica la participación de al menos seis personas, dos científicos y cuatro técnicos, con el objetivo de  realizar turnos de 24 horas y aprovechar al máximo la luz solar de los veranos polares. Todo con el objetivo de sentar las bases tecnológicas, logísticas y científicas para que, a partir de ese momento, España esté preparada para el desarrollo de un programa de investigación científica estable en la Antártida Oriental utilizando estos vehículos eólicos.

Claves para conocer mejor el cambio climático
De acuerdo con Juan Manuel Viu, la enorme reducción de costes y sencillez logística con respecto a cualquier otra manera de acceder a estas regiones, y la sostenibilidad que permite el Trieno de Viento, hará que, gracias a él, se puedan recopilar datos científicos hoy en día imposibles de obtener.

”Los tratados internacionales obligan a tomar medidas de protección ambiental extremas enfocadas a conseguir el ideal del impacto nulo.en estos territorios, los más frágiles de la Tierra. Y la Antártida oriental esta casi inexplorada, en la zona de inaccesibilidad no hay ningún programa de investigación estable”, continua Viu, que se muestra convencido, además, de que esta investigación será decisiva para dar un enorme paso en el conocimiento del cambio climático.”

Para hacer ciencia sobre los cambios climáticos que hay y hubo en la Antártida es necesario hacer muestreos de las capas de hielo, de la nieve; recoger datos y materiales de manera periódica”, explica. Sin embargo,. a partir del Tratado Antártico apenas ha habido expediciones para recoger esos datos, y las escasas que ha habido han utilizado combustibles fósiles. “Este trineo es una alternativa ecológica, sencilla y económica en la que España puede situarse en la vanguardia”, asegura. Peter Clarkson, ex presidente del Comité Científico Internacional Antártico (SCAR), comparte este convencimiento y públicamente ha afirmado que el Trineo de Viento “marca el inicio de una nueva etapa en la exploración polar”.

El vehículo está ahí y los objetivos claros. Queda, no obstante, un reto más por resolver: conseguir los fondos necesarios para hacer realidad las dos próximas expediciones. En anteriores ocasiones Ramón Larramendi y Juan Manuel Viu contaron con el patrocinio de empresas como Acciona o Mapfre. Y, desde luego, confían en que también en esta ocasión el reto económico se resuelva felizmente.

 

 

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