Estas propiedades hacen que este material "resulte imprescindible en la configuración de ciudades más inteligentes y verdes en un futuro no tan lejano", de acuerdo con el Instituto Europeo del Cobre. Organismo que recuerda que casi el 80% de la población tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea reside ya en ciudades.
Este rápido crecimiento conlleva varios retos sostenibles que van desde un mayor consumo de recursos hasta un aumento de los residuos y de la contaminación. De hecho, las ciudades son responsables del 70-80% del consumo de energía en la UE y del mismo porcentaje del total de emisiones de CO2. "El cobre desempeña un papel fundamental para afrontar estos retos sostenibles", añaden desde el Instituto.
Más de 100 aplicaciones en la edificación sostenible
El 40 % del consumo total de energía y el 35% de las emisiones de CO2 en la UE corresponden a los edificios. Es por ello, que las autoridades europeas están incorporando novedades regulatorias, como la renovada Directiva Europea de Eficiencia Energética en los Edificios (EPBD), que establece que los edificios de nueva construcción deberán tener un consumo de energía casi nulo a partir del 31 de diciembre de 2020 (finales de 2018 para los nuevos edificios públicos).
"Las aplicaciones del cobre en la construcción sostenible son casi ilimitadas, con más de 100 posibles usos: desde las necesidades básicas de agua, electricidad y climatización hasta la automatización de los edificios, los paneles solares y los puntos de carga para vehículos eléctricos. En su conjunto, estas aplicaciones tienen un inmenso impacto positivo en la eficiencia energética y el rendimiento medioambiental de los edificios", señalan desde el Instituto.
Movilidad con cero emisiones y más renovables
La última revisión de la directiva EPBD promueve, además, la movilidad eléctrica con la introducción de puntos de recarga en edificios nuevos no residenciales y aquellos que lleven a cabo una reforma sustancial. En la actualidad, el transporte en carretera genera el 20% del CO2 que se emite en la UE, una cifra que podría reducirse en 1/3 con la implantación generalizada de los vehículos eléctricos.
El cobre es un componente esencial tanto para la fabricación de estos vehículos (un vehículo eléctrico contiene entre 70-90 kg de cobre frente a los cerca de 20 kg de media de un vehículo de combustión), como para los equipos de carga y la conexión a la red eléctrica.
Por otra parte, la concentración de población en núcleos urbanos obliga a llevar a cabo una transición energética que garantice el suministro de energía.
Dicha transición energética ya se está llevando a cabo en las urbes que quieren convertirse en smart cities, mediante un incremento progresivo en la utilización de energías renovables, como la energía solar térmica, fotovoltaica, eólica y geotérmica.
"Para optimizar su eficiencia, en estos sistemas de energías renovables se puede llegar a utilizar hasta 12 veces más cobre que en los sistemas tradicionales. Además, las inversiones necesarias en la infraestructura de transmisión y distribución, con redes energéticas inteligentes y conectadas, también suponen un mayor uso del cobre", indican desde el Instituto Europeo del Cobre.
Un material duradero y sostenible
De hecho, según el organismo europeo, para 2050 la demanda de cobre en la UE aumentará en 20 millones de toneladas, lo que supone un incremento anual de media del 14%. "Con las reservas de cobre conocidas y los recursos disponibles, este aumento en la demanda no supone ningún riesgo de abastecimiento", añade.
Además, el cobre puede reciclarse una y otra vez sin que pierda ninguna de sus propiedades. Y usar cobre reciclado genera un ahorro energético de un 80-90% con respecto al que se produce en las minas. Se calcula que, hoy en día, 2/3 de las 550 toneladas de cobre producidas desde 1900 están todavía en uso.
Según Bernard Respaut, CEO del Instituto Europeo del Cobre, “la elección de las tecnologías y de los materiales adecuados nos permitirá construir ciudades más ecológicas y sostenibles para el futuro. Estas soluciones no sólo beneficiarán al medioambiente y mejorarán la eficiencia, sino que harán de nuestras ciudades lugares para vivir de forma más saludable y feliz. La industria del cobre se compromete a ser parte de esta transformación, además de a minimizar en todo lo posible nuestro impacto sobre el medioambiente”.