La empresa es líder mundial en instalaciones integrales de biodiésel y 29 plantas en todo el mundo (ocho en España) cuentan con el diseño y la tecnología (planificación, construcción, puesta en marcha y servicio post-venta) de BDI. Sin embargo, ni la más eficaz de las tecnologías puede con las repercusiones en el mercado derivadas de la importación del biodiésel norteamericano.
Rotterdam está repleto de biodiésel de Estados Unidos
Según Jordi Vaquer, “todavía hay varios buques en el puerto de Rotterdam (Holanda) cargados con miles de toneladas procedentes de Estados Unidos que entraron antes de que las medidas antidumping y antisubvención de la Unión Europea (UE) se hicieran efectivas”. El responsable de BDI calcula que hasta dentro de dos meses no se agotará ese biodiésel y que, mientras tanto, “las plantas existentes en España y en otros países de Europa están paradas y solo se ponen en marcha durante unos días para atender pedidos concretos”.
La crisis también afecta a las plantas diseñadas por BDI. De las ocho que hay en España solo dos (Stocks del Vallés, en Barcelona, y Altorricón, de Bioarag, en Huesca) mantiene su producción y sólo porque principalmente fabrican biodiésel a partir de aceites vegetales usados. “Todas nuestras plantas –afirma Vaquer– están diseñadas para utilizar tanto aceites usados como grasas animales, además de cualquier otro aceite de plantas cultivadas, incluidas las de segunda generación, como algas y jatropa”.
Biodiésel con grasas de vacuno de alto riesgo
Wilhelm Hammer se refirió a estos últimos cultivos para señalar que “aunque nuestras plantas están preparadas para fabricar biodiésel a partir de algas y jatropa la disponibilidad en miles de toneladas de estas materias primas no será viable hasta medio plazo”. Durante su presentación insistió en la necesidad de contar con los biocarburantes actuales para limitar el consumo de petróleo, entre otras cosas porque, advirtió, “verán como antes del verano suben de nuevo los precios de los combustibles fósiles”.
Por su parte, Jordi Vaquer insistió en la necesidad de fomentar tecnologías como la de BDI para rentabilizar las producciones. Sus instalaciones tienen varios record al ser las primeras en emplear aceites usados, grasas animales y, recientemente, “las primeras autorizadas en Europa a utilizar grasas de vacuno de alto riesgo para producir biodiésel”, concluye Jordi.
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