Los peligros de la quema de biomasa. Este es el título del artículo de opinión publicado en El Periódico de Cataluña hace una semana que ha colmado el vaso de la paciencia del sector de la biomasa en España. En él, Josep Martí Valls, doctor en Medicina y coordinador del Grupo de Medio Ambiente del Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS), emite las acusaciones más graves contra la combustión de biomasa que se recuerdan. A la afirmación de que contamina más que el carbón añade que introduce en el medio, y directa e indirectamente en las personas, “una gran cantidad de tóxicos, aumentando así la carga procedente de otras fuentes (industria, calefacciones, vehículos, pesticidas, etcétera)”.
Tras detallar algunos de esos tóxicos (partículas en suspensión, óxidos de nitrógeno, óxido de azufre, monóxido de carbón, compuestos orgánicos persistentes, metales pesados…) Martí Valls afirma que la exposición continuada a la combustión de biomasa “produce generalmente efectos (para la salud) de varios tipos, tanto crónicos como agudos”, y cita afecciones respiratorias, e enfermedades cardiocirculatorias y neurológicas, cánceres de diversa localización, efectos endocrinos y mortalidad prematura.
“Argumentos falsos para desprestigiar a la biomasa”
Poco antes (17 de noviembre), en otro periódico (la edición de El País de Andalucía, el neumólogo Aurelio Arnedillo, vicepresidente de Neumosur (Neumólogos del Sur), afirmaba que la inhalación de los compuestos descritos por Martí Valls producen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), aunque en este caso la relaciona con la combustión de la biomasa en países en desarrollo, donde se da en unas condiciones higiénicas y ambientales que organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) intentan eliminar incorporando mejoras y nuevas tecnologías contando con la bioenergía.
En el mismo artículo de El País, Jesús Rosales, responsable del grupo de investigación de Contaminación Atmosférica de la Universidad de Huelva, exponía otra de las frases más contundentes: “la calidad del aire empeora por la combustión de pelets”. Javier Díaz, presidente de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa, es una de las primeras voces del sector que ha contestado a esta cadena de críticas: “a pesar de las potentes campañas de comunicación del sector que controla los combustibles fósiles y que incluyen, incluso, argumentos falsos para desprestigiar a la biomasa, estamos consiguiendo que la población conozca las enormes ventajas de utilizar la biomasa para calentarse”.
“Niveles de contaminantes por debajo de la legislación vigente”
“Nosotros no estamos cada día poniendo en boca de profesionales los problemas de salud que provocan el gas o el petróleo –recuerda Díaz–, pero parece que quieren que entremos en esta dinámica, que finalmente lo que hace es alarmar a la población, creando una sensación de que estamos en un país sin normas en el que todo vale, y esto no es así; hay límites para todo, incluidas las emisiones, y la biomasa las cumple mucho más holgadamente que los combustibles fósiles, lo demás es verborrea de algunos que no destacan en su profesión y buscan en estos ‘comentarios’ contra la biomasa su minuto de gloria”.
Unión por la Biomasa también quiere destacar que "la biomasa cumple estrictamente con las normativas de emisiones europeas y españolas", y Recursos de Biomasa (Rebi), una de las empresas con una cartera más amplia de clientes que apuestan por la instalación de calderas de biomasa, incluida la sustitución de las de gasóleo, ha aprovechado otra de las vías de crítica abiertas para asegurar que “los niveles de la concentración de contaminantes a nivel del suelo se sitúan muy por debajo de los límites que marca la legislación vigente”. Hacen referencia tanto a la red de calor de Ólvega (Soria), como a una futura a construir en la capital soriana que ha recibido alegaciones en contra de la Asociación Soriana para la Defensa y Estudio de la Naturaleza (ASDEN- Ecologistas en Acción de Soria).
Vapor de agua, no humo
Aunque en ASDEN consideran interesante el proyecto, señalan que estas redes de calor “son una mejora relativa respecto al uso de calderas individuales que utilicen combustibles fósiles” y también hablan de los “enormes problemas de salud humana y ambiental” derivados de sus emisiones. Añaden que pueden incluso ser más graves dependiendo del biocombustible sólido empleado. Rebi vuelve a poner el ejemplo de Ólvega, al ser modelo de la futura red de la ciudad de Soria, para afirmar que “la astilla que se quema posee una humedad en torno al 15%, dicha columna de vapor de agua (el humo del que hablan las críticas) que se vislumbra de color blanco en otras fábricas de combustión, se produciría si la biomasa tuviera más de un 35% de humedad; entonces la combustión de sustancia verde o húmeda sí produciría vapor de agua”. En el caso del pélet, las normativas europeas obligan a que la humedad esté por debajo del 10%, y otros biocombustibles, como el hueso de aceituna, no alcanzan el 20%.
El cuestionamiento de la biomasa se hace también desde investigaciones europeas vinculadas a proyectos LIFE+, como es el caso del denominado Airuse (Testing and development of air quality mitigation measures in southern Europe). También recientemente (7 de noviembre) durante las jornadas Calidad del aire urbano y salud humana, organizadas por la Fundación Gas Natural en su sede social de Barcelona, la investigadora Mar Viana, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA/CSIC), socio coordinador de Airuse, exponía las conclusiones de un estudio sobre el uso de la biomasa en ciudades europeas. En las mismas se incide en que “la combustión de biomasa genera emisiones perjudiciales para la salud”.
Mejorar la combustión
En este caso, aparte de destacar las afecciones para la salud, especialmente en entornos ya muy contaminados, como las ciudades más pobladas, se proponen cambios y desarrollo de normativas que en algunos casos ya están en marcha (sostenibilidad y calidad de biocombustibles sólidos y procesos). El estudio presentado por Viana propone limitar el empleo de biomasa en entornos contaminados (ciudades), mejorar las tecnologías de combustión y desarrollar normativas para su seguimiento en viviendas. Desde el sector de la biomasa defienden que las ciudades están contaminadas precisamente por la quema de combustibles fósiles y que la sustitución por biocombustibles reduce las emisiones.
En el comunicado de Rebi sostienen que “los resultados que se obtuvieron en el estudio de dispersión de contaminantes atmosféricos aplicado a la central olvegueña dicen que la instalación térmica con biomasa genera unas emisiones atmosféricas que cumplen en cualquier caso con seguridad los límites establecidos en la normativa vigente (Real Decreto 102/2011, de 28 de enero, relativo a la mejora de la calidad del aire)”. Añaden también que “las hipótesis de cálculo aplicadas han sido las más conservadoras y desfavorables, y es prácticamente imposible que se reproduzcan en la realidad”.
Javier Díaz afirma que “no tenemos la capacidad de estas grandes multinacionales (industria de combustibles fósiles) para llenar páginas de anuncios en la prensa general, o emitir anuncios en la televisión, pero el boca a boca y el gran esfuerzo comercial que realizan nuestras pequeñas y medianas empresas están logrando llevar hasta el último rincón del país las ventajas de la biomasa frente al gas o el gasóleo”. El presidente de Avebiom apostilla que “necesitamos ser muy profesionales ante nuestros clientes: ellos, los que han cambiado a biomasa y están satisfechos, son nuestros mejores comerciales”.