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Las centrales de carbón convertidas en biomasa amortiguan la bajada del sector en Europa

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A pesar de que la producción de electricidad con biomasa en la Unión Europea creció un cinco por ciento en 2018, la general de energía primaria a partir de biomasa sólida y el consumo cayeron tras tres años de subida. Son datos del último barómetro de EurObserv’ER, que desde que realiza estos estudios (año 2000) solo en otros dos años (2011 y 2014) se había producido esta bajada. De nuevo un invierno anormalmente poco frío es el principal culpable, ya que la caída afecta a la producción de calor. Al contrario que la mayoría de países, España también bajó en producción de electricidad con biomasa.
Las centrales de carbón convertidas en biomasa amortiguan la bajada del sector en Europa
Gráfica que refleja la evolución de la producción y el consumo de energía con biomasa sólida

Entre los diez principales productores de la UE de electricidad con biomasa en 2018, solo España e Italia bajan sus cifras. No obstante estos descensos, que en el caso de nuestro país tendrán seguro una subida en 2019 con la entrada en funcionamiento de las centrales de Ence de Huelva y Puertollano (Ciudad Real), la producción creció gracias a la progresiva entrada en funcionamiento de centrales de carbón reconvertidas en biomasa.

Hay que recordar que fue en agosto de 2018 cuando la gran central de Drax (Reino Unido) conectó su cuarta unidad y alcanzó los 2.600 megavatios de biomasa eléctrica instalados. De los casi 44.000 teravatios hora (TWh) de electricidad producidos con biomasa en la UE, más de la mitad (23.500) proceden del Reino Unido. Sin duda, el Brexit mermará considerablemente las cifras globales de los 27 a partir de este año.

Sin embargo hay países, como Finlandia, que reflejan crecimientos muy notorios, al pasar de 0,918 MW instalados en 2017 a 1.419 en 2018. Compañías como Pohjolan Voima y Fortum Varme, para las que EurObserv’ER registra más de 1.200 MW de potencia total repartidas entre sus centrales, también están pasando del carbón a la biomasa en sus instalaciones.   

Y vendrán años más cálidos
Pero el crecimiento de la producción de electricidad con biomasa (99.5 TWh en 2018 frente a los 94.7 en 2017) no ha logrado frenar la caída general tanto de la producción total de energía primaria con biocombustibles sólidos en 2018, como del consumo térmico. En concreto, la producción global pasó de los 99,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) de 2017 a los 99,3 de 2018.  El consumo de calor cayó algo más, de los 68.9 Mtep de 2017 a los 68,2 de 2018.

Son datos estimativos que aparecen en el último estudio de EurObserv’ER sobre biomasa sólida, que echa mano de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para recordar que 2018 fue el tercer año más caluroso desde que se tienen registros precisos, y que Francia, Alemania, la República Checa y Hungría tuvieron el invierno más caluroso de sus ciclos. “Esto limitó el consumo y la demanda de calor en los hogares y redes de calefacción. Lamentablemente, esta tendencia de calentamiento climático continuará”, apunta EurObserv’ER.

Por ejemplo, recuerdan que la OMM seguro que destaca a 2019 también como el segundo o tercer año más caluroso registrado. En España, la Agencia Española de Meteorología acaba de confirmar que “el pasado 2019 ha tenido un carácter muy cálido en la mayor parte de la España peninsular, llegando a ser extremadamente cálido en algunos puntos del centro y del este de la península”.

Aumenta la importación de pélets para el suministro de centrales eléctricas
No obstante, el barómetro presenta un comportamiento muy irregular de bajada del consumo según los países. Así, las mayores caídas proceden de Italia (-502 ktep), Alemania (-310), Austria (-265), Hungría (-211) y Suecia (-209); y los mayores aumentos del Reino Unido (885 ktep), Bulgaria (339) y Finlandia (273), acorde con la producción de electricidad.

Todo esto ha provocado que también aumente la importación de biomasa sólida, ya que las centrales eléctricas, y muy especialmente la de Drax en el Reino Unido, se abastecen con pélets de madera procedentes de Norteamérica. “La biomasa sólida obtenida en la propia UE disminuyó un 0,4 por ciento en comparación con 2017”, resalta el barómetro.

Reino Unido el gran consumidor como país, y el residencial como sector
En línea con lo ya aportado por otros estudios (informe estadístico de Bioenergy Europe sobre el mercado mundial del pélet), EurObserv’ER revela que el consumo europeo creció un ocho por ciento en 2018, alcanzando los 26,1 millones de toneladas. El Reino Unido, con 8,5 millones, aparece muy por delante de Italia (3,3 millones), Dinamarca (3,1), Alemania (2,2), Suecia (1,8), Francia (1,6) , Bélgica (1,5), Austria (0,96), Países Bajos (0,57), España (0,57), Polonia (0,45) y Finlandia (0,44).

Acorde también con datos procedentes del European Pellet Council, a los que hace mención EurObserv’ER, el sector residencial fue el gran consumidor de pélets en 2018, con 10.3 millones de toneladas, seguido de los 9,3 millones que fueron a centrales eléctricas, los 3.6 del sector comercial y los 2.9 de las plantas de cogeneración, que en países como Finlandia y Suecia son el principal destino.

La conversión de centrales de carbón en biomasa permitirá crecer a la biomasa eléctrica
EurObserv’ER continua pronosticando un futuro prometedor a pesar de los tres principales condicionantes que expone: el aumento de las temperaturas en invierno, la obligación del cumplimiento de los criterios de sostenibilidad (en especial en el caso de la biomasa eléctrica), y la repercusión real del crecimiento del 1,3 por ciento anual en la producción de energía para calefacción y refrigeración con renovables que marca la nueva directiva.

“A corto y medio plazo, si incluimos los proyectos en desarrollo, hay buenas perspectivas de crecimiento para la producción de electricidad en toda la UE”, explican desde EurObserv’ER. Hacen referencia a varios “proyectos importantes de combustión conjunta de biomasa en plantas de carbón” en Países Bajos, además “de la conversión de centrales eléctricas de carbón danesas y el desarrollo de la cogeneración de biomasa en Suecia”.

Los PNIEC tienen que ser más ambiciosos con la biomasa térmica
En cuanto a la biomasa térmica, recuerdan que, acorde con los planes de acción nacionales de energía renovable entregados en su día a la UE por los Estados miembro, los objetivos se superaron globalmente en 2016. Pero reconoce que “este éxito general, conseguido cuatro años antes de la fecha límite de 2020, puede atribuirse al escaso dimensionamiento de los objetivos y, en particular, al hecho de que se incluya el calor procedente de la quema de residuos municipales”.

EurObserv’ER concluye que “el crecimiento futuro de la biomasa térmica dependerá de la implementación y las opciones estratégicas definidas dentro los planes nacionales de energía y clima para 2030 (como el PNIEC español), que deberán tener en cuenta el objetivo de aumento anual del 1.3 por ciento”.

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