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Fría acogida a la bioenergía en el plan anticontaminación del Ayuntamiento de Madrid

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Hace diez días el Ayuntamiento de Madrid presentó su Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático, más conocido como Plan A. Sus principales retos son mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Se habla en el Plan A del fomento de las energías renovables, sin embargo, la bioenergía no acaba de ser bien vista. Por un lado se le achaca que la instalación de calderas de biomasa haya frenado el descenso de la contaminación por partículas, por lo que se promueve la regulación de su uso; y por otro, el biogás se limita a Valdemingómez y ningún biocarburante, al contrario que algunos combustibles fósiles, aparece como alternativa en el transporte.
Fría acogida a la bioenergía en el plan anticontaminación del Ayuntamiento de Madrid

El Plan A del Ayuntamiento de Madrid destaca que, según datos de 2014 del balance energético del municipio, en términos de energía final, el 52 por ciento del consumo energético del sector residencial-comercial-institucional (RCI) proviene de la energía eléctrica, seguido del gas natural (36 por ciento), derivados del petróleo (diez por ciento), carbón (uno por ciento), biomasa (0,30 por ciento) y energías térmicas renovables en su conjunto, como la solar y geotérmica (0,70 por ciento).

A pesar de este porcentaje escaso de la biomasa en el sector RCI, que es el que concentra el cien por cien de la presencia de esta renovable según el propio Ayuntamiento, la caída de las emisiones de partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5) se ha visto frenada desde 2006 “debido a la instalación de calderas de biomasa, con unas emisiones de partículas importantes”. La disminución hasta ese año la explica el Ayuntamiento “por la sustitución progresiva de combustibles como el carbón por otros que no producen emisiones de partículas, como el gas natural”.

Evitar “incoherencias” de alternativas que limiten emisiones pero contaminen más
El Plan A incide en que para lograr sus dos principales retos (mejora de la calidad del aire y mitigación del cambio climático), hay que “evitar incoherencias, ya que, reconocida la conexión entre ambos fenómenos, hay que tener presente que la puesta en marcha de iniciativas y estrategias en una materia puede tener efectos negativos sobre la otra”. Y ponen como ejemplo “la utilización masiva de la biomasa en sustitución de las energías fósiles”.

El Ayuntamiento reconoce que “los biocombustibles sólidos procedentes de materia vegetal tienen un enorme potencial de desarrollo como fuente energética alternativa, pero plantean algunas incertidumbres en cuanto a aspectos ambientales relacionados con sus emisiones y su impacto sobre la calidad del aire urbano”. Citan textualmente a “contaminantes que afectan de manera importante a la salud humana, como son los hidrocarburos aromáticos policíclicos”.

Biomasa sí, pero con regulación
Con este preámbulo nada halagüeño para la biomasa, el plan presenta en su medida 23 (Fomento de sistemas de climatización eficientes de bajas emisiones) los siguientes objetivos: eliminación del uso del carbón en 2020, fomentar el cambio de calderas de gasóleo, regulación del uso de la biomasa en el municipio de Madrid y fomentar proyectos de redes de calor y frío de alta eficiencia. Los tres últimos objetivos, incluida la adopción de una normativa específica para la biomasa, deberían llevarse a cabo entre 2018 y 2019.

En concreto, en relación a las calderas de biomasa, “se estudiará la idoneidad de los sistemas seleccionados (conjunto concreto de caldera y combustible) en entornos urbanos, especialmente en aquellas zonas catalogadas sensibles y donde se han reducido las emisiones (áreas de tráfico restringido, Zonas 30, etc.)”.

Máxima exigencia en cuanto a contaminantes para las calderas de biomasa
A través de la futura normativa (se incluiría en la revisión de la Ordenanza General de Protección del Medio Ambiente Urbano) anuncian que se definirán los requisitos para el uso de la biomasa en sistemas de calefacción, en relación al combustible utilizado y la clase energética de la caldera, que, advierten, será “la más exigente en lo relativo a las emisiones de contaminantes, de acuerdo con lo establecido en la norma UNE correspondiente”.

No se menciona a la biomasa expresamente ni en el impulso de la renovación de los sistemas de climatización ni en la colaboración en proyectos de despliegue de redes de calor y frío de alta eficiencia.

Biogás: se mantiene la apuesta por Valdemingómez
En cuanto al biogás, solo aparece en la medida 24 (Generación distribuida y uso de energías renovables) y en relación a las plantas ya instaladas en Valdemingómez. Por un lado, proponen la mejora del rendimiento de estas instalaciones “para incrementar la producción de biometano y su inyección en la red de distribución de Enagas”. Añaden que “esta acción precisa de la implementación de un nuevo tratamiento de desulfuración del biogás producido en la biometanización”.

Aunque el Ayuntamiento ofrece unas cifras de exportación a la red de 65.000 megavatios hora térmicos en 2015 y de llegar a los 110.000 con las mejoras planteadas, la historia convulsa de las plantas de biometanización de Las Dehesas y La Paloma no invita al optimismo. Primero porque las previsiones durante su puesta en marcha, en 2011, eran de 80.000 MWh; y segundo porque el volumen de biometano inyectado a la red, según datos del propio Ayuntamiento, se mantiene por debajo de los seis millones de metros cúbicos, muy lejos de los diecinueve millones anunciados en un primer momento.

No obstante, el Plan A aporta más mejoras también para el aprovechamiento energético con generación eléctrica del biogás que no es susceptible de destinarse a las plantas mencionadas. Lo consideran esencial porque “permite producir electricidad cerca de los puntos de consumo, evitando consumos asociados al transporte, y permite el autoabastecimiento del complejo tecnológico”. Prevén aumentar la generación neta de energía eléctrica de los 175.000 MWh de 2015 a 230.000 en 2020.

Los biocarburantes no se contemplan en el Plan A
Por último, ni una palabra con respecto a los biocarburantes. Hay hasta veintiuna medidas dirigidas a “reducir la intensidad del tráfico privado y a la promoción del transporte público y de modos activos de movilidad” y a “actuaciones sobre el parque móvil de sectores clave con alto impacto en los patrones de movilidad en la calidad del aire: EMT, taxi, distribución urbana de mercancías y flota municipal y movilidad laboral”.

En ninguna de esas veintiuna medidas se potencia el uso de biocarburantes de ningún tipo. Sin embargo, en la medida 18 (Flota de servicios municipales de bajas emisiones) si se contempla el incremento de “la contribución de vehículos CERO y ECO en la flota del Ayuntamiento de Madrid”, entre los que están los propulsados por gas licuado del petróleo (GLP) y gas natural comprimido (GNC).

En la medida 20 (Red de recarga para vehículos eléctricos y suministro de combustibles alternativos) se establecen como objetivos “la ampliación y mejora de la red de suministro de combustibles alternativos (GNC, GLP)”. En concreto se habla de treinta puntos de suministro para el GLP, “dando cobertura al mayor número de distritos posible”; y quince puntos para el GNC, “distribuidos equilibradamente por todo el ámbito geográfico de la ciudad”.

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