Al autoconsumo este último gobierno le quitó en octubre del 18 el yugo del impuesto al Sol, pero le siguen cayendo las flechas. En forma de barreras. Hace apenas unas semanas, una treintena de entidades (Greenpeace, APPA, UNEF, la Fundación Renovables, Ecodes, etcétera) y otros tantos agentes del sector a título personal (ingenieras, abogados, profesoras, cargos públicos) firmaron un artículo en el que criticaban, “con todo el respeto, pero con el convencimiento de que las cosas se deben hacer mucho mejor”, el modus operandi de las distribuidoras en materia de autoconsumo. Entre otras cosas se quejaban de la operativa, de los protocolos. “Creemos que aquellas distribuidoras que están haciendo bien las cosas deben ser premiadas por ello —decían los firmantes de ese artículo—, mientras que aquellas que no están ayudando en la legalización de los autoconsumos deben ser penalizadas”. Entre otras cosas, los firmantes decían que, por ejemplo, hay “muchos casos en los que el distribuidor no facilita las lecturas horarias de los excedentes solares, claves para la amortización de la inversión”.
El problema es evidente (las quejas son innumerables), y las causas seguramente son diversas. Porque cierto es que hay algunas zonas grises, que siguen a la espera de clarificación, pero probablemente también hay cierto interés en algunos agentes del sector en no ir “demasiado” deprisa. Eso sí, no todos son iguales. ¿Por ejemplo? CIDE, la asociación de las pequeñas distribuidoras rurales, no ha querido esperar a ver qué pasa y ha decidido meterse en este jardín. “Ahora lo que hay en comunidades energéticas son sobre todo autoconsumos colectivos, pero en el futuro perfectamente puede ser un autoconsumo colectivo con baterías, con dispositivos que permiten conectar y desconectar los termos... en fin, algo mucho más complejo. Y en todo eso el distribuidor debe ser neutral. Y lo que decimos es que se puede hacer una comunidad energética sin ningún problema”.
Y en eso están
“Sabemos que hay mucha regulación que no está hecha –dice Hervás– y en CIDE queremos hacer comunidades energéticas, pero no queremos esperar a que pasen las cosas. Queremos aprender haciendo, no aprender mirando, ni teorizando. Ese es uno de los beneficios que le vemos al proyecto. No buscamos un beneficio económico como tal, sino un beneficio de conocimiento y de impulso: aprender del proceso y mejorar. Y queremos demostrar que los pequeños distribuidores no somos ningún freno. Si es que además al final promover este tipo de iniciativas es ayudar a que se desarrolle y crezca la zona”.
¿Y lo de los 58 puentes? “Lo de los 58 puentes es porque en nuestro colectivo hicimos una serie de encuestas, con preguntas para ver si había interés en las zonas donde Antonio Barrero F. operaban nuestras distribuidoras. Y salieron, después de hacer varios sondeos, 58 zonas en las que sí había interés. Así que dijimos: pues vamos a intentar hacer 58 puentes entre la antigua forma de gestionar la energía y la nueva forma de relacionarme con la energía”.
La otra pieza clave del proyecto es Vergy. “Nuestro enfoque a las comunidades energéticas es abierto –dice Rafael Bahamonde, director de este proyecto en Vergy–. Tenemos identificados 3 modelos que cogemos como punto de partida (porque sabemos que funcionan bien), pero siempre estamos abiertos a nuevas propuestas. Es decir, que en este momento no decimos 'esto es lo que hay y punto', sino que intentamos adaptarnos a las necesidades y motivaciones de cada agrupación o lugar en el que trabajamos”.
En el modelo 1 de Vergy –Comunidad Energética como propietaria de la instalación–, son los propios miembros de la comunidad quienes hacen la inversión de todo el proyecto. Vergy lo que hace es ayudarles a ponerlo todo en marcha: “desde el diseño de la comunidad y la instalación a la gestión posterior de la comunidad”. En el modelo 2 (Ayuntamiento como propietario), el rol de Vergy es el mismo que en el primero, “solo que el Ayuntamiento es quien hace la inversión en el proyecto”. Y, por fin, en el modelo 3, Vergy es la propietaria de la instalación. “Es el que mejor está funcionando en nuestra experiencia –explica Bahamonde–, porque reduce muchas fricciones de cara a los usuarios, entre las que está la creación de una entidad jurídica, la inversión directa de los socios (que hay que ponerles de acuerdo), estar en el día a día de la gestión de la comunidad...”.
Bahamonde resume este modelo en estos términos: “Vergy instala las placas en una cubierta privada del barrio, haciéndose cargo de la inversión inicial; al propietario de la cubierta le cedemos parte de la instalación de forma gratuita en compensación; el resto de la potencia la dividimos en paquetes de 0,5 kilovatios (lo que denominamos las Box de Vergy) que ponemos a disposición de los vecinos del barrio en opción de compra o alquiler; Vergy asesora de forma personalizada en el número de Box por miembro; anualmente nuevos miembros pueden entrar a la comunidad y los actuales pueden salir, de acuerdo a sus necesidades; y Vergy garantiza el funcionamiento óptimo de la instalación y acompaña a los miembros en todo momento. Funciona exactamente igual que si tuvieran los paneles solares sobre su propia cubierta, pero con una flexibilidad y sencillez que nunca podría ofrecer un autoconsumo individual”.
Con la opción de compra –añade Bahamonde–, los miembros reciben la energía que generen sus Box (su parcela de paneles) durante 25 años. Si alquilan, el contrato se renueva anualmente. Si un miembro que compra quiere vender su parcela (su Box) a otros miembros o a Vergy puede hacerlo, y el que alquila puede dar de baja su alquiler. “El ahorro depende del número de paneles que tiene cada miembro y del buen uso que haga de la energía solar. Normalmente –adelanta Bahamonde– va entre el 20% y el 60%, pero con las baterías virtuales estos datos pueden ser incluso mejores”.
Por lo demás, en todos los modelos de la iniciativa 58 Puentes los usuarios son libres de estar con la comercializadora que ellos decidan. “Nosotros les asesoramos en aquellas que creemos que tienen un buen producto por si quieren valorarlas, pero el usuario es libre de estar con la que decida”.
Mantenimiento
Vergy se encarga del mantenimiento de la instalación, en los modelos 1 y 2, “como gestores de la comunidad, si hacemos la instalación. Si no la hemos hecho nosotros, tendrá que hacerlo quien haya hecho la instalación. En el modelo 3 nosotros nos encargamos de que la instalación funcione de forma óptima los 25 años”. ¿Cubiertas públicas o privadas? “Depende del modelo. Nuestra experiencia nos dice que lo más fácil y efectivo es cubierta privada. Involucrar a los Ayuntamientos en estos proyectos es complejo y, sobre todo, conlleva tiempo. En el modelo de Vergy como propietaria de la instalación, nosotros vamos a por cubiertas privadas”.
Bahamonde se ha reunido ya con unas 20 distribuidoras interesadas en llevar a cabo proyectos en sus zonas. “El 50% aproximadamente está proponiendo ya cubiertas que estamos evaluando en este momento. El resto están en proceso de búsqueda de cubiertas o incluso valorando la posibilidad de proponer algún proyecto al Ayuntamiento de su municipio”.
Ya tienen ejemplos de los que presumir. La Comunidad Energética María Nebrera está “ya instalada, completa en usuarios y las comercializadoras están ya empezando a activar los contratos de los miembros”. Son 115 kilovatios pico instalados en la cubierta de un colegio granadino. El colegio tiene 15 kWp asignados “y el resto se ha dividido entre 24 miembros entre los que se encuentran, miembros de la comunidad educativa del colegio, vecinos, comercios y empresas del barrio. Algunos de ellos han comprado sus Box, otros han alquilado”.
