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Vístete para el trabajo que quieres, no para el que tienes

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Ajusta tus actuaciones a lo que realmente son tus aspiraciones, dice esta frase de la sabiduría popular. Aunque hay situaciones donde puede llevarse a la práctica de forma literal, generalmente da mejores resultados si lo entendemos metafóricamente, no sólo relacionado con la vestimenta.
Vístete para el trabajo que quieres, no para el que tienes
Foto: Axel Fassio / CIFOR

Esta mañana he vuelto a escuchar el speech de Greta Thunberg, dirigiéndose a los líderes mundiales durante la Cumbre de Acción Climática el pasado 23 de septiembre. Dice que nuestra generación de líderes no tiene madurez suficiente para actuar. También dice que tenemos que dejar de fijarnos sólo en el dinero, y en el cuento del infinito crecimiento económico. Insiste que no tenemos que dejar nuestra suciedad para que la limpie su generación con tecnologías que apenas existen, que sólo quedan 8,5 años para alcanzar el techo de emisiones que nos propusimos, y que, además, le parece abominable que aceptemos una probabilidad del 50% de no alcanzar el límite propuesto de calentamiento global.

Plan 1.000 días
Este verano he estado redactando un plan de 1.000 días para reorientarme a mí y a mi firma, porque fracasamos en nuestra misión, y tuvimos que formular una nueva. La anterior era evitar el cambio climático, y nuestra nueva misión es mitigar la crisis climática. Estamos reestructurando nuestra firma, entablando nuevas colaboraciones estratégicas con otros profesionales legales, y a la vez consolidando colaboraciones que ya teníamos con ingenieros. Pero ya hablaré en otra ocasión de ello, aquí solo lo quería mencionar, porque el ejercicio de redactar un plan concreto para alcanzar una meta en el futuro te hace ver también tu entorno con otra luz.

En uno de mis últimos artículos hablé de autoconsumo, y abogaba por un mayor dimensionado de estas instalaciones. Realmente decía que deberían maximizarse sus tamaños, siendo esto económicamente viable. Lo publique a raíz de los debates que mantuvimos durante el Congreso Nacional de Autoconsumo de APPA, el pasado mes de junio. Al mes siguiente tuvimos oportunidad de debatir sobre acceso y conexión, analizando la propuesta de circular de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en otra jornada, también organizada por APPA. En esta última se alertaba sobre la magnitud de la capacidad que se está solicitando para acceder al sistema eléctrico. Con ocasión de la celebración del VI Foro Solar de UNEF el 22 y 23 de octubre, y para servir un poco más de debate, comparto aquí mis ideas sobre los dos grandes temas que son el autoconsumo y el acceso y conexión al sistema eléctrico.

Si lo calculase desde el primer día del VI Foro Solar hasta la nochevieja del año 2050, estaríamos hablando de 11.394 días. Es mi plan de 1.000 días multiplicado por 10, que tampoco es mucho, teniendo en cuenta el tiempo que necesitaría cada unidad nueva de generación desde la petición del acceso y conexión hasta que empezase a producir electricidad.

Una hipótesis
El 31 de diciembre del 2050 el sistema eléctrico seguramente no será como hoy, en varios sentidos. En primer lugar, la tecnología aplicada por todos sus sujetos habrá cambiado, y también se habrán sumado sujetos nuevos. Y en segundo lugar, partiendo de que la electrificación se acercará al 100% del consumo de energía, todo a partir de fuentes renovables, el sistema eléctrico habrá absorbido todo el resto del sistema energético de nuestro país, del que en estos momentos es sólo una parte.

Según el Estudio del Impacto Macro Económico de las Energías Renovables en España 2018 que elabora APPA, España alcanza sólo el 17,3% de sus objetivos de penetración de renovables en 2018 en energía final bruta. Según el informe del sistema eléctrico de REE, también del 2018, la potencia instalada en España ha sido decreciente durante los últimos tres años. Pero si partiéramos un momento de la hipótesis de que España cumpliera el objetivo del 20% el día en que empieza el VI Foro Solar, este objetivo no lo alcanzamos con unos 40,1% de generación de energía renovable en el sistema peninsular, dato que viene del 46,7% de la potencia total instalada, 104.094MW. Para simplificar, diríamos que para cumplir con el 20% necesitaríamos unos 50.000 MW de renovables instalados.

Para absorber el resto del sistema energético del país, y para a la vez desplazar del sistema eléctrico toda generación no renovable, resulta que necesitaríamos unos 200.000 MW más, si queremos un 100% renovable y eléctrico al final de nuestro plan de 11.394 días. Si contamos con un crecimiento anual cumulativo en un 1% de media, durante 30 años, deberíamos añadirle otros 87.000 MW, teniendo en cuenta que el crecimiento de este 1% anual es cumulativo sobre los años anteriores. Nos faltan entonces 287.000 MW, que serían 25,2 MW al día en nuestro plan a 11.394 días.

Por supuesto la realidad no es lineal, pero si lo fuera, sólo para tener un dato de contraste, nuestra potencia a alcanzar en 4.088 días desde el VI Foro Solar, acabando este plazo intermedio exactamente el 31 de diciembre 2030, sería de 103.017,6 MW. Podríamos hacer lo de siempre, e improvisar última hora, como hemos hecho con las subastas cuyo plazo finalizan el 31 de diciembre del 2019, o podríamos empezar a planificar con esta potencia a tiempo, ahora por ejemplo.

Al PNIEC le falta ambición
Según la CNMC, a finales de abril de este año existían 150.000 MW de proyectos de instalaciones de renovables, cogeneración y residuos con garantías depositadas, y que dos terceras partes de ellos renunciarán a continuar con la tramitación en el plazo transitorio de la norma propuesta por la CNMC. Esto me da 50.000 MW que, linealmente en nuestro plan, sería suficiente para los próximos 1.984 días, menos de la mitad de lo que deberíamos poner en nuestro plan lineal, y también inferior a los 60.000 MW que prevé el PNIEC en su estimación máxima. A mi juicio el PNIEC no tiene el nivel de ambición que necesitamos para mitigar los efectos de la crisis climática.

He oído mucho grito sensacionalista sobre especulación, burbuja y similares en relación con este tema durante los últimos meses, y creo que son fruto de un grave error de perspectiva sobre las magnitudes de acción que deberíamos desarrollar en nuestro sector. El sector no se está sobrecalentando, estamos calentando motores. Siempre metafóricamente, claro, porque el mundo ya se está calentando lo suficiente.

Creo que es una fantástica noticia que el sector privado responda de esta manera al desafío que se nos plantea, y si sobra un poco de oferta tampoco va mal en el mercado para crear liquidez en proyectos y fomentar la competencia en él. El PNIEC es sólo un plan, si la realidad supera los planes para mí sería razón de celebración, en vez de adjetivos melodramáticos. No es mi intención menospreciar las preocupaciones de otra gente que también están haciendo su trabajo como yo, pero sí que veo necesario que hablemos con propiedad y precisión de los desafíos que se nos avecinan.

Señales de precio
En una economía libre el mercado responde a señales de precio y, ciertamente, en el pasado, el regulador ha actuado con poca precisión y sin la atención necesaria a la evolución de las señales artificiales que eran los denominados sistemas de apoyo a las renovables, necesarios dentro de la Unión Europea para cumplir los ya mencionados objetivos 20-20-20, que finalmente España no cumplirá. En estos sistemas de apoyo podríamos mantener la postura de que el regulador haya creado una burbuja, por no ajustar a tiempo la señal de precio. Con posterioridad ha pretendido corregir este error a costa de los agentes económicos, que todavía están pendientes de que se diga la última palabra ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, donde tengo varias causas presentadas para muchísimos afectados, y también para algunas organizaciones sectoriales y empresariales. Yo tengo claro que el regulador no puede cargar el muerto de sus errores a los agentes que respondieron a esta señal de precio.

Así nos hemos quemado en el pasado con una burbuja creada por el propio regulador y en seguida, cuando vemos que el mercado está creciendo exponencialmente, nos causa una reacción ansiosa. Pero si lo miramos con lupa, como he pretendido hacer en la primera parte de este artículo, vemos que la señal de precio esta vez no viene del regulador, sino de la evolución macroeconómica e internacional de las tecnologías empleadas, sobre todo la fotovoltaica y la eólica, que se han abaratado mucho, y ahora pretenden desplazar a otras tecnologías del sistema.

La realidad supera los planes
Insisto que es una buena noticia, y el regulador debería centrarse en garantizar una transición ordenada en este sentido de desplazamiento de tecnologías, y crear nuevos mercados para nuevos servicios, como por ejemplo el almacenamiento, del que también se habla en el PNIEC. Si la realidad supera los planes no tenemos que insistir en meterla en planes sino adaptar nuestra actuación a ello.

Otra cuestión es si tenemos capacidad suficiente en nuestro sistema eléctrico. Obviamente es esencial la buena regulación para la concreción de estos proyectos, y la determinación de su entrada cronológica y ordenada en el sistema. De este modo, la temida especulación también tendrá sus limitaciones naturales, y nos quedaríamos con un reparto equitativo de actividades en nuestro sistema eléctrico. Me gustaría apuntar aquí que siempre ha habido actividad de los desarrolladores de proyectos, y veo a veces una tendencia de tachar a todo agente de mercado que no pretende construir propiamente los activos de generación, de especulador. Me parece que esta actitud no hace justicia a la pluriformidad de este mercado.

¿Cómo dimensionamos el autoconsumo?
Mientras tanto, por supuesto, no nos vamos a olvidar del autoconsumo. El año 2018, según el anuario de UNEF, se instalaron 262 MW de autoconsumo, mayoritariamente fotovoltaico, en España. Son 0,71 MW instalados al día, que me parece una cifra que ha de incrementarse todavía mucho más, sobre todo si la comparamos con los 25,2 MW diarios de nuestro plan de 11.394 días. Ya estoy viendo en mi praxis un cambio en la tipología de los proyectos de autoconsumo, los hay ya de más de 10 MW por instalación, y próximamente creo que tenderán a maximizarse no en su tamaño óptimo para su amortización en un plazo más corto posible, sino una optimización en cuando al espacio disponible en las superficies de los autoconsumidores.

Greta Thunberg seguirá gritándonos si el dimensionando de las instalaciones sólo es para optimizar la amortización. En cambio, si pronto nuestro regulador implementara la posibilidad de amortizar nuestra instalación no sólo en una configuración colectiva, sino con un micro PPA entre consumidores, como prevé la nueva directiva de renovables, y facilita ya el Real Decreto Ley 15/2018, crearíamos una señal de precio para dimensionar el autoconsumo según las necesidades de la crisis climática, a la vez cuidando nuestro bolsillo. Todos en el sector queremos mitigar la crisis climática, de esto no hay duda, ¡y si nos vestimos bien para ello, lo conseguiremos!

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