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La hora de los inventores: cómo hacer realidad la transición energética

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Maximilian Martin es el fundador y director general mundial de Impact Economy, una empresa de inversión y estrategias de mercado con sede en Lausana, Suiza, que lidera el Proyecto Exergeia. Un proyecto que quiere acelerar la innovación en materia energética. Si tienes ideas en este sentido, lee atentamente su artículo.
La hora de los inventores: cómo hacer realidad la transición energética

España se encuentra entre los líderes mundiales en términos de tecnología termosolar y eólica. En 2013, ocupó el tercer puesto a nivel mundial por su capacidad de generar energía eólica per cápita, hasta los 420,5 W/persona, por detrás de Dinamarca (863 W/persona) y Suecia (487,6 W/persona). España añadió 350 MW termosolares el año pasado. Todos estos son pasos importantes para lograr una economía mundial que cierra el círculo y se alimenta principalmente de energía renovable. Que, casualmente, también pasa a ser la mejor apuesta a largo plazo para sostener una población mundial que, según las previsiones, alcanzará los 9.000 millones de personas.

Para lograrlo, es el momento de inspirarse en la gran tradición de España en lo que se refiere a científicos e inventores. En pocas palabras, tenemos que atrevernos, como lo hicieron inventores como Juanelo Turriano (1500-1585), el genio ingeniero y matemático ítalo-español que fue llamado a España por Carlos V. Turriano trabajó en Toledo, donde construyó el denominado “Artificio de Juanelo”, un motor que, con la energía cinética del propio río levantó agua del Tajo para abastecer a la ciudad y su alcázar, situado 100 metros por encima del cauce del río. Un desnivel 2,5 veces mayor que lo alcanzado hasta entonces (40 metros), en la Ciudad Libre Imperial de Augsburgo, en Alemania.

Acortar el ciclo de la innovación
Ahora es el momento de dar un paso semejante. Tenemos que apoyarnos en los notables avances en campos como la ciencia de los materiales y la nanotecnología, la tecnología de la información, la ingeniería y otras ciencias naturales, para solucionar problemas a mayor velocidad, y acortar así el ciclo de la innovación.

Tenemos que acelerar ese proceso de innovación frente a un panorama cada vez más difícil para las energías renovables. El precio del petróleo acaba de desplomarse hasta su nivel más bajo de los últimos cuatro años. La OPEP sólo suministra un tercio del petróleo mundial, y los hidrocarburos de esquisto en pleno apogeo han convertido a Estados Unidos en el productor de combustible fósiles más significativo del mundo.

La crisis y el lento crecimiento de la economía mundial se unen a las arcas vacías de muchos gobiernos de la OCDE (incluyendo España). De ahí que los incentivos para apoyar la transición energética sean vacilantes, a pesar de la retórica sobre el fin del petróleo.

Al tiempo que las emisiones de CO2 crecen 36.000 millones de toneladas cada año, India especula con apostar por el carbón y 1.300 millones de personas siguen sin tener acceso alguno a la electricidad. Sólo hay una conclusión lógica: para competir de verdad, las energías renovables tendrán que ser absolutamente competitivas y sustituibles en precio con los combustibles fósiles. Y más rápido. En otras palabras, si las energías renovables puedan producir electricidad a unos pocos céntimos por kilovatio hora, si los paneles solares puedan capturar más energía y las soluciones de almacenamiento puedan competir de tú a tú con la gasolina en términos de densidad energética y capacidad de liberar energía, entonces podemos hablar de  poder cambiar la realidad en la que nos encontramos.

¿Ciencia ficción?
No necesariamente. Por ejemplo, con antenas rectificadores (en inglés, rectenna), ya es posible convertir la radiación electromagnética en electricidad, con una eficacia de conversión documentada en más del 90% en el rango de microondas. Esto es una reminiscencia del agitador ‘solex’ de la película de James Bond “El hombre de la pistola de oro”, que se estrenó justo después de la primera crisis del petróleo. En principio, la física predice que podría ser posible también alcanzar estas eficiencias en los rangos de infrarrojos y ópticos, es decir, la conversión de luz solar en electricidad.

Lo que lleva a pensar en las implicaciones sobre el coste de la energía y sobre la disponibilidad de captación de alta eficiencia de energía solar, aprovechando un amplio espectro durante el día y, puede que incluso, cosechando infrarrojos durante la noche.

La ciencia crea muchas de esas posibilidades que pueden parecer fuera de lo normal y hasta absurdas a primera vista. En el año 2013, en España, la energía eólica cubrió el 20,9% de la demanda anual de electricidad. ¿Qué pasa si las turbinas eólicas se recubren de materiales especiales para permitirles una mejor adaptación a turbulencias, con el fin de producir energía a velocidades de viento más bajas para sufrir mucho menos tiempo de inactividad?

De nuevo, esto es posible en principio, fusionando el pensamiento de diseño de la biónica con los avances en ciencias de los materiales. Después de todo, las aves pueden hacer esto y nosotros también podremos hacerlo con un poco de esfuerzo. Lo importante es nuestra capacidad de atrevimiento y aplicar el pensamiento científico al desafío. Otras fronteras se abren con nuevas combinaciones, tales como litio y azufre, que tienen el potencial de aumentar drásticamente la densidad de energía en las baterías y reducir su coste; nuevos avances y apoyo para traducir ideas en productos son claves para lograr el éxito.

Un desafío clave se interpone en el camino. No obstante, el gran obstáculo no es la falta de ingenio humano, es la velocidad: el ciclo de innovación en la ciencia es demasiado largo. En un escenario económico que siga la tendencia actual, en el año 2035 las emisiones de gases de efecto invernadero ligadas a la energía llegarían a los 45.000 millones de toneladas.

Por tanto, tenemos que desarrollar la próxima generación de soluciones revolucionarias mucho más rápido. En el ámbito de la energía solar fotovoltaica, se tardó más de cien años desde que Becquerel descubrió en 1839 el efecto fotovoltaico hasta que los laboratorios Bell pusieron en el mercado, en 1954, la primera célula solar de silicio, que tenía una eficiencia de 6%. Hoy ni siquiera tenemos una quinta parte de este tiempo.

Según la OCDE, en el año 2012 España ocupó el quinto puesto en patentes relacionadas con las energías renovables. Con el fin de acelerar el proceso y ayudar a empujar los límites de las soluciones energéticas utilizables, hemos creado el Proyecto Exergeia. Respaldamos invenciones e innovaciones en todos los ámbitos de la energía alternativa, incluyendo enfoques no convencionales, la eficiencia energética, la generación, el almacenamiento, la transmisión y la distribución. Los nanomateriales, por ejemplo, podrían hacer una gran contribución a la conversión y almacenamiento de energía.

Vamos a inspirarnos en personas como Jerónimo de Ayanz y Beaumont, quien inventó una bomba de agua a vapor para el drenaje de minas, que fue patentada en 1606. El objetivo es llegar a avances importantes en la ciencia y trabajar duro para que puedan alcanzar velocidad de crucero lo suficientemente rápido para incidir en el desafío energético que tenemos entre manos.

Si trabajas en algo que tiene el potencial de ser el próximo motor a vapor de la economía renovable, es el momento de dar un paso adelante.

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