El hielo más antiguo, que es también el más grueso y resistente, está desapareciendo, lo que hace que la capa de hielo sea menos gruesa y más sensible al calentamiento global. “Hemos perdido la mayor parte del hielo antiguo: en la década de 1980, un 20% era hielo antiguo, ahora sólo queda un 3%. El hielo más viejo era el más seguro y con su pérdida, la probabilidad de que el deshielo sea mayor, aumenta”, explica Walt Meier, investigador del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.
El pasado mes de marzo la capa de hielo alcanzó su menor extensión en invierno desde que la NASA lo monitoriza por satélite desde 1979. Esta capa, que se reduce en primavera y verano y se expande en otoño e invierno, ocupó entonces 14,52 millones de metros cuadrados. Es un récord negativo que coincide con las elevadas temperaturas globales registradas en los meses previos.
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