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Pep Puig, experto en energía y vicepresidente de Eurosolar
“Las barreras a las renovables están en las mentes de quienes deben decidir las políticas”

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Entrevista publicada en el número 31 de Energías Renovables en papel, de octubre de 2004 Cualquier persona que lleve unos años trabajando en energía conoce a Pep Puig. O cuando menos ha oído hablar de él. Sus conocimientos del sector le convierten en un analista privilegiado que, curiosamente, está “loco” por las renovables. Lo que sabe lo ha aprendido en los libros y en la brega política y social, desde las primeras manifestaciones antinucleares al impulso de la ordenanza solar de Barcelona. Es profesor de Energía y Sociedad en la Universidad Autónoma de Barcelona, y ocupa una de las cinco vicepresidencias de Eurosolar, la Asociación Europea para las Energías Renovables.

– Las exigencias de Kioto están dando alas a la industria nuclear y hay gente que vaticina un repunte de esta energía. ¿Cómo suena todo esto en los oídos de un antinuclear convencido?
Los que proponen energía nuclear para luchar contra el cambio climático, o bien demuestran que son unos analfabetos energéticos o bien participan de los sucios negocios de la energía nuclear. No es posible económicamente, ni conveniente a nivel social, que la energía nuclear resuelva el problema climático. Por una simple razón: la energía nuclear genera, de forma extremadamente centralizada y cara, únicamente electricidad. Hoy la nuclear representa menos del 7% del consumo de energía primaria mundial. Pero incluso ciñéndonos sólo a la electricidad, el 17% de toda la que se genera en el mundo es de origen nuclear. La industria eléctrica es responsable del 25% del consumo de combustibles fósiles. El consumo de combustibles fósiles es responsable de las 2/3 partes de las emisiones de CO2 a la atmósfera. El CO2 es responsable en un 50% del calentamiento global. Combinando estos factores se puede concluir que aún en el caso de que toda la electricidad hoy generada en el mundo con combustibles fósiles fuera generada con centrales nucleares, la reducción del calentamiento global seria solo del 12%. Pero ello significaría construir 1.424 centrales nucleares de 1.000 MW de potencia cada una. Y solo para reducir un 12% las emisiones de CO2.

– ¿Demasiadas nucleares?
En la actualidad hay 437 reactores nucleares, con una potencia instalada de 357 Gwe, lo que supondría construir el triple de las que ahora existen. Y aparte de no resolver el problema, significaría poner el mundo en un camino con un enorme riesgo de envenenamiento radiactivo y de proliferación nuclear. Disponer del combustible nuclear necesario para alimentar 1.424 reactores de 1.000 MW cada uno, suponiendo que existieran reservas para ello (con las reservas razonablemente aseguradas y los recursos estimados adicionales de uranio, este parque nuclear implicaría su agotamiento en 12,5 años), significaría un enorme coste ecológico (minería, fábricas de concentración del mineral, fábricas de enriquecimiento, depósitos de residuos radioactivos de todo tipo, uranio empobrecido para armamento convencional, plutonio para armamento atómico, etc). Y si ya hoy se hace dificil controlar el riesgo de proliferación nuclear con 437 reactores nucleares funcionando, ¿qué podría pasar si funcionaran 1.424? Desde el punto de vista estrictamente energético y económico existen alternativas mucho más eficientes para hacer frente al calentamiento del planeta.

– Muchos analistas defienden que la guerra de Irak o la inestabilidad en Venezuela están provocadas por el petróleo y la necesidad de controlar su mercado. ¿Cómo puede evolucionar la situación a medida que sea más escaso?
Las guerras por el dominio de los recursos no son nuevas en la historia de la humanidad. Han existido desde que en las sociedades surgieron minorías que pretenden ejercer, a través de los recursos, su control sobre la mayoría de la población. Y la energía, en la sociedad moderna, juega este papel. De ahí que si una sociedad pretende ser realmente libre, debe organizarse para utilizar democráticamente las energías libres, limpias y renovables que la naturaleza ofrece, para desarrollar estilos de vida solidarios y cooperativos. Las energías que fluyen por la biosfera están al alcance de todos y tienen el potencial de ruptura para transformar radicalmente la sociedad. Esta es la batalla que deberíamos ser capaces de librar en el siglo XXI. Y en esta batalla tendrán mucho que perder aquellos sectores que no sean capaces de cambiar y se atrincheren defendiendo las fuentes de energía del pasado, fósiles y nucleares. Y mucho que ganar los que demuestren su capacidad de cambio.

– Siempre se ha dicho que si países como China o India imitaban el modelo energético de Occidente el caos económico y ecológico estarían asegurados. ¿No es justo lo que está pasando?
Estamos ya viviendo los primeros avatares de las crisis que se avecinan. Si no somos capaces de transformar el sistema económico-productivo-energético que se ha impuesto a nivel mundial se incrementarán, con toda seguridad, los episodios de caos económico y ecológico, sobre todo si los grandes gigantes como China e India optan por imitar un sistema económico ineficiente y depredador. Pero también deberíamos ser capaces de reproducir y multiplicar los primeros síntomas de esperanza que ya se manifiestan: colectivos humanos que hacen la opción por las energías libres, limpias y renovables, comunidades rurales que recuperan las prácticas de la agricultura que tiene en cuenta los sistemas ecológicos, empresas responsables a nivel ecológico y social que se crean, basando sus sistemas productivos en la imitación de los ciclos de la naturaleza, etc.
Y hablando de China, es bueno saber que es el país que tiene el mercado solar más desarrollado, instalando anualmente millones de metros cuadrados de sistemas solares térmicos. China fue el país que asumió compromisos más ambiciosos en la Conferencia ‘Renewables 2004’ que se reunió en Bonn en los primeros días de junio del 2004.

– ¿Sabemos algo de energía en España? ¿Lo saben los políticos, lo saben los ciudadanos?
En España el desarrollismo vino acompañado de la pérdida de saberes y conocimientos populares en todos los campos, incluido el de la energía. Se instauró la ‘cultura’ del nuevo rico que considera como una antigualla el comportamiento responsable a nivel ecológico y energético. Y comenzó a reinar el analfabetismo energético, en el que aún dominan tecnologías obsoletas e ineficientes. Nunca se explican las consecuencias de la generación, la transformación y el uso de la energía, cuando es uno de los pilares básicos sobre los que se asienta nuestra sociedad. Y el resultado es la completa ignorancia, que se traduce en el hecho de que para muchas personas la energía no es más que pulsar un interruptor o abrir la llave del gas, ignorando incluso el precio de lo que se consume.

– ¿Se perciben cambios?
La situación empezó a cambiar a partir de mediados de los 90, cuando nacieron las primeras agencias locales de energía a través del programa europeo SAVE (una de las primeras fue BarnaGEL–Barcelona Grup d’Energia Local, que fue el alma dinamizadora de todas las actuaciones energéticas que empezaron a realizarse en Barcelona, entre 1995 y 1999), sumando sus esfuerzos a los de las agencias regionales existentes y al IDAE. Con ello nacía un nuevo marco que, si es capaz de transcender la cultura burocrática aún demasiado arraigada en el país, podría significar la creación de la red de complicidades necesaria para dar un giro rotundo a la situación energética.

– Usted es un pionero de las energías renovables. ¿Qué tenía en la cabeza cuando decidió unirse a un grupo de amigos para montar el primer aerogenerador que se conectó a la red eléctrica?
No creo que tuviera en la cabeza nada especial. Cuando acabé los estudios de ingeniería industrial en técnicas energéticas a finales de los años 60 lo que dominaba en las escuelas de ingeniería eran las nucleares. Tras una visita a la central de Vandellós I, que aun no había entrado en funcionamiento, intuí que aquello no estaba hecho para mi. A finales de los 70, unas multinacionales americanas anunciaron su intención de extraer uranio de algunas comarcas de Catalunya, con las que tengo una relación muy profunda. Lo que me llevó a participar en la resistencia popular contra aquellos proyectos. La gente acabó ganando la batalla con la valiosa ayuda de científicos y técnicos, entre los que me encontraba yo, explicando el porqué la energía nuclear era peligrosa, cara e innecesaria.

– Y la opción por las renovables, ¿cómo empezó a concretarse?
Un artículo publicado en la revista Novatecnia de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales–Agrupación de Catalunya, titulado ‘La tecnología alternativa en los Estados Unidos’ (julio-agosto 1976) me llevó a contactar con su autor, Joaquim Corominas, también ingeniero, que había pasado temporadas en Estados Unidos y que de vuelta a Barcelona empezó a impartir cursos de postgrado sobre tecnología alternativa. Iniciamos entonces una colaboración que aún perdura y que me condujo a contactar con los primeros grupos europeos y americanos que ya andaban desarrollando las entonces denominadas tecnologías alternativas, a la luz de Fritz Schumacher (Lo pequeño es hermoso), Murray Bookchin (Hacia una tecnología liberadora), Ivan Illich (La convivencialidad), etc. Si rechazábamos la energía nuclear debíamos ser capaces de demostrar que la sociedad podía disponer de sistemas de generación de electricidad basados en las fuentes renovables. Y así nació la ‘loca’ idea de construir un aerogenerador conectado a la red, cosa que se materializó a través de Ecotècnia, una cooperativa que nació en 1981. Desde aquellos tiempos llevo navegando en el mar de las energías renovables.

– Se le considera el alma mater de la ordenanza solar de Barcelona. ¿Hubo que vencer muchas reticencias para sacar adelante la primera ordenanza solar en una gran ciudad?
La verdad es que me sorprendió agradablemente las pocas reticencias que hubo. Estoy convencido que cogió por sorpresa a muchas personas que no se imaginaban que llegase a prosperar y más cuando la iniciativa procedía de alguien que no militaba en ningún partido de los que habitualmente ocupan las instituciones públicas en Catalunya. La ordenanza solar significó una innovación en el panorama político de la democracia. Su adopción por otros municipios, tanto en Catalunya como en el Estado Español, demuestra que casi siempre las barreras a la introducción de las energías renovables están en las mentes de las personas que deben decidir las políticas.
Pero la ordenanza solar es sólo un pequeño y primer paso para abrir la puerta al Sol. El reto que los municipios tienen por delante es transformar la ciudad en un sistema de generación de energía distribuida basado en energías renovables locales con las que deberían equipar todos los edificios municipales. Si no es así, ¿qué credibilidad merece un Ayuntamiento que obliga a sus ciudadanos a disponer de energía solar y él no la tienen en sus edificios? Debería, incluso, ir acompañada de una declaración del consejo municipal por la cual las personas que lo conforman se comprometen ante la ciudadanía a disponer de energía solar térmica en sus domicilios familiares. Hay que predicar con el ejemplo.

– ¿Qué actuaciones habría que poner sobre la mesa para aprovechar mejor las posibilidades energéticas del Sol?
En primer lugar sería bueno que la clase política demostrase su implicación directa con las renovables. Me gustaría conocer cuántas personas del Gobierno, Congreso de los Diputados y Senado cubren sus necesidades de agua caliente sanitaria con un sistema solar. En segundo lugar que las instituciones públicas demuestren su compromiso con las renovables utilizando los edificios públicos como ejemplo de su aprovechamiento. Y en tercer lugar, que se establezcan unos mecanismos administrativos, financieros y fiscales que favorezcan la eclosión de las renovables y que lo hagan de forma simple y llana.

– Hay instaladores de energía solar convencidos de que sólo el día que se acaben las subvenciones a la energía solar se empezará a instalar térmica y fotovoltaica en serio. ¿Qué le parece la propuesta?
Es cierto que los mecanismos a través de los cuales se otorgan ayudas y subvenciones están plagados de trámites burocráticos. Se debería tomar ejemplo de los países más innovadores y que mejores resultados están demostrando en la promoción e implementación de las renovables. Una instalación solar térmica familiar cuesta bastante menos que un coche mediano. También la solar fotovoltaica tiene un coste inferior. ¿Por qué en nuestro país hay tantas facilidades para comprar automóviles y tan pocas para la energía solar?, cuando la vida media de una instalación solar es muy superior a la de un coche. Hasta que no haya tantas facilidades para comprar energía solar como para comprar coches no se habrá ganado esta batalla.

– A pesar de las deficiencias es evidente que las renovables ganan terreno, al menos en España. ¿Esa evolución es ya imparable?
En España están ganado terreno pero a un ritmo demasiado lento. Aún así es ya imparable, sobre todo la eólica. El futuro energético español, puede ser brillante, por lo que se refiere a las energías renovables si se consigue romper el monopolio de facto que las grandes empresas eléctricas tienen sobre las redes de distribución. Los poderes públicos deberían ejercer su poder político y hacer que todas las redes fueran de titularidad pública y estuvieran gestionadas por entidades independientes de las empresas de generación. Mientras una empresa eléctrica bloquee de hecho el desarrollo de la energía eólica, como es el caso de Catalunya, porque tiene la propiedad sobre las redes, difícilmente se podrá avanzar a fondo.

– La última forma de predicar con el ejemplo ha sido la Fábrica del Sol. ¿Qué es? ¿Ya está concluida?
La Fábrica del Sol es un proyecto de recuperación de un edificio histórico de la ciudad de Barcelona (el único edificio que quedó de los que componían la antigua Fábrica del Gas), para transformarlo en un edificio de demostración, información y formación, que será la sede de diversas entidades y que funcionará sólo con energías renovables. El proyecto lo promueve la asociación ‘Futur Sostenible’, que tiene una concesión por 20 años del edificio de propiedad municipal, a cambio de realizar su rehabilitación. Será probablemente el primer edificio catalogado de patrimonio que dispondrá de sistemas de energías renovables para su funcionamiento. Está casi finalizado, pero se necesitan algunos aportes económicos adicionales para su conclusión.

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