El informe concluye, en línea con lo apuntado por Baffes, que fueron otros factores los que influyeron de manera directa y principalmente en ese incremento, y señala muy directamente al aumento de los precios de la energía y a la especulación con los productos básicos. Para Abengoa, uno de los principales fabricantes mundiales de bioetanol, el informe demuestra que “hay una relación directa entre el precio del petróleo y el de los fertilizantes y el del final de los alimentos; y por tanto, en esos años, los altos precios alcanzados por el petróleo provocaron acusadas subidas en los de los alimentos”.
Tuvieron su cuota de responsabilidad, pero mínima
En el trabajo, firmado por el propio John Baffes y por Tassos Haniotis, jefe de la Unidad de Análisis y Perspectivas de Política Agrícola de la Comisión Europea, se reconoce que las condiciones climáticas adversas, las políticas de algunos Gobiernos, con prohibiciones a la exportación e impuestos prohibitivos, y la desviación de productos alimentarios para la producción de biocarburantes también influyeron en el alza de precios. Sin embargo, insisten, en mucha menor cuantía de la inicialmente supuesta.
Desde luego, no llega al famoso y desorbitado 75% del que fueron acusados por el propio Banco Mundial en el informe interno que se filtró al periódico británico The Guardian en julio de 2008. Por aquel entonces, la acusación era generalizada, y el propio presidente de ese organismo, Robert Zoellick, no dudó en afirmar que los biocarburantes contribuían significativamente al alza de los precios de los alimentos a nivel internacional.
Para Abengoa, el estudio actual “se une a una lista, cada vez más larga y precisa, de informes rigurosos que desmienten las acusaciones negativas vertidas sobre el sector de los bicarburantes”. En abril de este mismo año, el Gobierno británico publicó otro informe en la misma línea, donde además se criticaba precisamente la falta de rigor científico de los estudios que exageraron entonces ese impacto, como los procedentes del Banco Mundial, Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional.