sergio de otto

El cambio es posible

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Cuando la razón, los argumentos y los datos son anulados por la histeria del momento, cuando la sinrazón, la tropelía y la improvisación se justifican por la “urgencia de la situación”, cuando todo vale porque “lo exigen los mercados”, cuando se rechaza el debate y el diálogo porque “no hay nada que hablar” es muy difícil encontrar motivos para lanzar mensajes positivos…y, sin embargo, los hay.

No los vamos a encontrar, desde luego, en la actuación de un Gobierno que no levanta la mirada del suelo, que no tiene un proyecto para la energía, que reacciona escandalizado cuando se quiebra la seguridad jurídica para una empresa energética española en el exterior mientras aquí prepara una nueva vulneración de los derechos adquiridos de los promotores de energías renovables, bendiciendo y ahondando en este ámbito –como en tantos otros- lo que ya hizo el anterior.

No puede sembrar el optimismo un Gobierno que en materia energética solo habla de un problema, el déficit de tarifa, que lo es, pero que aborda desde un enfoque equivocado como lo demuestra la inutilidad de las medidas adoptadas hasta ahora, medidas que nacen reconociendo su insuficiencia y siempre anunciando la prolongación de la incertidumbre. Imprescindible en este punto es la lectura del documento elaborado por la Fundación Renovables para analizar el RDL 13 /2012 y la situación actual (www.fundacionrenovables.org).

Tampoco podemos encontrar motivos para el optimismo en la postura del sector convencional enrocado en una defensa numantina de unos intereses caducados, defensa que pasa reiteradamente por la descalificación sin matices de las energías renovables.    

Es asimismo descorazonador que se siga ignorando que la dependencia energética es el principal lastre para cualquier economía nacional y que algunos miren siempre para otro lado. Sí, lo sabemos, lo deben saber, pero no lo quieren abordar aunque lo tengan delante de sus ojos. Ocurría hace poco con el gráfico que publicaba un diario nacional sobre la salida prevista de la crisis para las economías de los principales países, incluidos los veintisiete de la UE. Y ahí estaban, en el pelotón de cola los cinco países que hasta hoy más han sufrido el castigo de la tormenta mundial: Italia, Irlanda, Portugal, España y Grecia. ¿Y qué tienen en común estos países? Pues que encabezan, lamentablemente en este caso, el ranking de la dependencia energética.

Efectivamente, no podemos ser optimistas cuando a nadie le hace reflexionar que el conjunto de la Unión Europea se vaya a gastar este año 500.000 millones de dólares en importar petróleo o que solo el incremento de la factura energética de España en lo que ha transcurrido de 2012 iguala el importe de las primas que percibirán este año las energías renovables. Al parecer eso no es un problema para nuestra economía, esto no es susceptible del recorte, del tijeretazo que aplican día sí, día también a tantas necesidades esenciales.

Sí, son muchos los motivos con los que cada día la actualidad nos aboca al pesimismo pero también nosotros tenemos la obligación de levantar la vista para evitar que los árboles nos impidan ver el bosque. Un poco de perspectiva nos hará valorar, por ejemplo, la sorprendente evolución de los informes de sesudos organismos como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que ha pasado en pocos años de justificar y bendecir la prolongación de un modelo  energético basado en la combustión de fósiles y energía nuclear a reclamar cambios radicales de ese mismo modelo por el malestar socioeconómico que están causando los altos precios del petróleo o la carga financiera que suponen para tantos países la importación de hidrocarburos.

Y de los informes a la realidad diaria en la que, por ejemplo, la tecnología fotovoltaica mantiene una tendencia de bajada de costes que tiene asustados a los que hasta hace poco la descalificaban por su falta de competitividad. Los mismos que hace diez años aseguraban que la energía eólica no podría tener nunca un papel relevante en nuestro mix eléctrico por los insuperables problemas que planteaba su integración en red pero que hoy, mes a mes, logra récords de cobertura de la demanda que descalifican esos agoreros pronósticos de los mismos que hoy niegan el futuro.

El cambio de modelo energético es posible además de necesario, solo hay que mirar hacia delante.

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Pablo Ruiz
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