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La UE es hoy más dependiente de las importaciones de gas y petróleo que hace 25 años

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La dependencia europea del gas natural magrebí y del crudo árabe es hoy mayor que en 1990. Mucho mayor, hasta veinte puntos más elevada. Hace un cuarto de siglo, en 1990, el Viejo Continente importaba el 53% de los combustibles fósiles que consumía. Pues bien, según la Oficina Estadística de la Unión Europea, en 2015 -último dato disponible-, esa cuota se había elevado hasta los 73 puntos.
La UE es hoy más dependiente de las importaciones de gas y petróleo que hace 25 años

El dato, preocupante -en tanto en cuanto pone en tela de juicio la independencia real de la propia Unión-, resulta más inquietante aún si tenemos en cuenta que, a lo largo de ese lapso -1990/2015-, la Unión Europea ha reducido su consumo bruto de energía. Hoy consumimos menos porque hoy sabemos gestionar la energía mucho mejor que hace 25 años (lo cual se traduce en ahorro) y porque, además, hoy sabemos aprovechar así mismo mucho mejor ese preciado bien (somos mucho más eficientes). Pues bien, a pesar de ello, a pesar de que la UE ha reducido su consumo doméstico bruto de energía en estos 25 años (concretamente un 2,5%), mucha de esa energía procede del exterior, lo cual no favorece nuestra independencia.

Pero, vayamos por partes. De toda la energía que usó la Unión en 2015, el 73% salió de los combustibles fósiles, mientras que la otra cuarta parte la extrajimos del uranio, el sol, el agua, la biomasa, el viento, etcétera, etc. El dato no es bueno (seguimos muy fosilizados), pero es en todo caso menos malo que el registrado hace 25 años: en 1990, estábamos en el 83%, porque en 1990, hasta el 83% de la energía que empleó la UE salió de los susodichos combustibles fósiles (que son desencadenantes del cambio climático).

El caso es que hoy consumimos menos combustibles fósiles que hace 25 años y, además, el porcentaje de los combustibles fósiles sobre el total de la energía consumida es menor (ha pasado del 83 al 73%). El problema es que el grado de autoabastecimiento de gas y petróleo ha caído veinte puntos en estos 25 años. Porque en apenas un cuarto de siglo la economía UE se ha bebido (ha consumido) sus reservas y ahora, aunque consumimos menos, dependemos más. Porque agotamos nuestros pozos (dicho sea grosso modo) y ahora dependemos más del petróleo y el gas que nos llega de allende las fronteras.

Así, si hace un cuarto de siglo importábamos un barril de crudo por cada barril europeo que quemábamos (1-1), hoy, por cada tonelada que quemamos de combustible fósil autóctono (europeo), nos vemos obligados a comprar tres (1-3). Y eso que (hay que insistir) la UE consume hoy menos energía que antaño. A saber: en 2015 usamos "solo" 1.626 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mteps), mientras que en el momento de máxima alegría (en el año pico 2006) llegamos a consumir 1.840 millones de teps. O sea, que hemos reducido el consumo en estos diez años -entre el año pico (2006) y el año 2015- nada más y nada menos que un 11,6%.

Ese buen dato palidece sin embargo si lo comparamos con los 20 puntos de dependencia que ha perdido la UE en estos 25 años. Porque la Unión, como se dijo, importa hoy el 73% de los combustibles fósiles que quema, cuando hace 25 años solo importaba el 53%. Hay en todo caso diferencias apreciables entre unas naciones y otras. Destaca sobremanera el caso danés. Dinamarca es, muy destacada, la nación menos dependiente de las importaciones de combustibles fósiles (solo depende de ellas en un 4%). Recursos fósiles propios y, sobre todo, la fuerte apuesta que ha hecho a lo largo de los últimos 25 años por el ahorro, la eficiencia y las energías renovables han colocado a este pequeño estado escandinavo a las puertas de la independencia energética.

Cuota de combustibles fósiles sobre el consumo bruto de energía en la UE 1990-2015

En las antípodas, el Reino Unido, cuya dependencia de las importaciones de combustibles fósiles ha crecido desde el 2% de 1990 al 43% en 2015; los Países Bajos (del 22 al 56%), Polonia (del 1 al 32%), y la República Checa (del 17 al 46%). España, en todo caso, les supera a todos. El 98% de los combustibles fósiles que usa hoy el país procede del exterior. El problema en todo caso no es esa elevadísima dependencia. El problema es que el consumo de energía ha crecido aquí en estos 25 años un 35% (España es el tercer país en el que más lo ha hecho entre 1990 y 2015, solo por detrás de Chipre, 38%, e Irlanda, 41%), y ese crecimiento lo hemos satisfecho, fundamentalmente, consumiendo más combustibles fósiles.

Así las cosas, España es hoy 18 puntos más dependiente de las importaciones que en 1990. O sea, que hemos perdido un 18% de independencia. La tímida apuesta por las energías renovables que hizo el Estado español durante el sexenio 2004/2010 apenas ha servido para paliar (tímidamente) ese brutal incremento de la dependencia. En 1990, el 78% de toda la energía que consumió España salió de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). En 2015, extrajimos de ellos el 74% del total de nuestro consumo. ¿Problema? Pues que, mientras que en 1990 "solo" el 80% de esos combustibles nos llegó del exterior, en 2015 hemos tenido que comprarle a otras potencias... hasta el 98% de los combustibles fósiles que hemos consumido.

Dinamarca es el caso opuesto. Allí, en 1990, consumieron más energía que en 2015. O sea, que hoy necesitan menos energía (casi un 7% menos que hace un cuarto de siglo) para seguir siendo una de las naciones más avanzadas del mundo (en el mismo período, España ha incrementado su consumo un 35%, como se dijo). Pero es que Dinamarca, además, ha mejorado su mix energético. Y, si hace 25 años, el 91% de la energía que empleó salió de fuentes fósiles, hoy, 25 años después, el trozo fósil de su tarta energética solo pesa un 69%: mucha dependencia aún, pero mucha menos que en 1990: 25 años de transición, que contrastan con el sexenio renovable de España, al que ha seguido otro -sexenio- profundamente reaccionario.

Consumo bruto de energía UE 1990-2015

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