El tiempo viene dando señales alarmantes un día tras otro. Las altas temperaturas y la falta de lluvias que vivimos en España desde hace meses amenazan con consecuencias nefastas para nuestro entorno y para una parte importante de la actividad económica que sustenta. Y a pesar de que algunos informativos de televisión, que parecen a menudo portavoces del sector turístico, siguen cantando las excelencias de playas y terrazas llenas a las puertas de noviembre, la cruda realidad es que se masca la tragedia. Sin paliativos.
La información del boletín anual se basa en las observaciones del Programa de la Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM. La organización atribuye en parte el aumento récord de 3,3 partes por millón (ppm) de media anual al resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio del fenómeno meteorológico conocido como El Niño ha tenido efectos devastadores entre 2015 y los primeros meses de 2016, cuando provocó sequías en las regiones tropicales y redujo la capacidad de los sumideros (bosques y océanos) para absorber CO2. Nunca, en los últimos 800.000 años, se había alcanzado esta concentración de CO2 en la atmósfera, como han podido deducir los científicos que trabajan en la Antártida.
La concentración de CO2 en la atmósfera representa el 145% de los niveles preindustriales, anteriores al año 1750. “Es el aumento más grande que hemos visto en los 30 años desde que existe la red de Vigilancia de la Atmósfera Global, ha asegurado el doctor Oksana Tarasova, jefe de este programa de la OMM. “El mayor aumento se produjo con El Niño de 1997-98 y fue de 2,7 ppm; ahora es de 3,3 ppm. Además, este incremento es un 50% más alto que el promedio de los últimos diez años". Según los expertos, la última vez que se registró en la Tierra una concentración de CO2 comparable fue hace entre 3 y 5 millones de años, es decir, en el Plioceno Medio, cuando la temperatura era de 2 a 3 grados más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual.
El crecimiento demográfico, una agricultura más intensiva, un mayor uso de la tierra y el aumento de la deforestación, la industrialización y el uso de energía procedente de combustibles fósiles han contribuido a una aceleración de la tasa de aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera desde el inicio de la era industrial en 1750, dice la OMM. Este rápido aumento de los niveles de CO2 y de otros gases de efecto invernadero podría producir cambios sin precedentes en los sistemas climáticos, causando “graves perturbaciones ecológicas y económicas”, alertan.
El informe también señala que desde 1990 se ha registrado un aumento del 40% del forzamiento radiativo total, causado por el conjunto de gases de efecto invernadero de larga duración, así como un incremento del 2,5% de 2015 a 2016, en base a datos proporcionados a este organismo por la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de EEUU. “Si no reducimos rápidamente las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero, nos veremos abocados a un peligroso aumento de la temperatura hacia finales de este siglo, muy por encima de la meta fijada en el Acuerdo de París sobre el cambio climático”, apunta el secretario general de la OMM, Petteri Taalas. “Las generaciones futuras heredarán un planeta que resultará sumamenteinhóspito con respecto a hoy en día”.
“El CO2 permanece en la atmósfera durante cientos de años y aún más en los océanos. Según las leyes de la Física, en el futuro las temperaturas serán mucho más altas y el clima más extremo. Hoy no existe ninguna varita mágica para eliminar el CO2 de la atmósfera”, sostiene Taalas.
Más ambición para cumplir el Acuerdo de París
“Desafortunadamente no hemos visto cifras positivas en la concentración de losprincipales gases de efecto invernadero hasta ahora”, señala Taalas, que habla de la “urgente necesidad de elevar el nivel de ambición si queremos cumplir seriamente los objetivos del Acuerdo de París”. En París se alcanzó el objetivo de no superar un aumento de temperatura superior a los 2 grados centígrados a finales de este siglo, aunque las partes se han comprometido a hacer todos los esfuerzos necesarios para no rebasar los 1,5 grados. “Cuanto más esperemos para aplicar el Acuerdo de París, mayor será el compromiso en este ámbito y más drásticas y costosas las reducciones de emisiones requeridas en el futuro para mantener el cambio climático dentro de unos límites críticos”, advierten los investigadores en este informe.
Taalas predice otro récord para el año próximo, aunque quitando el efecto impulsor que aportó en esta ocasión El Niño. Para el secretario general de la OMM, se trata de un problema “muy serio” ante la evidencia de que el calentamiento global modifica los patrones de la lluvia, dado que en algunas partes del mundo hay más sequías e incendios forestales y en otras hay más inundaciones y huracanes, como la temporada récord este año en el Caribe.
Este boletín sobre los gases de efecto invernadero se basa en mediciones realizadas en 51 países, entre ellos España. Las estaciones de investigación repartidas por todo el mundo miden las concentraciones de gases de efecto invernadero, incluido el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso(N2O). Las cifras que ha publicado la OMM son lo que queda en la atmósfera después de que cantidades significativas sean absorbidas por los sumideros de la Tierra.
El informe se conoce pocos días antes de que se celebre en la ciudad alemana de Bonn la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar del 6 al 17 de en noviembre.
