La investigación se vale del potencial que significa las 396.000 toneladas de residuos de tomate que cada año se genera en el mencionado estado, pero que carece de un buen proceso de tratamiento.
Además de los tomates "imperfectos", no adecuados para las tiendas de comestibles, los residuos pueden provenir de los procesos de fabricación de salsas, ketchup y otros productos de cocina. "Una gran cantidad de residuos de tomate se produce con una gran cantidad de energía química allí asentados. Queríamos ver si podíamos usar estos residuos como fuente de electrones ", dijo Gadhamshetty.
Los investigadores probaron los tomates defectuosos en un nuevo dispositivo electroquímico construido en el campus de Escuela de Minas y Tecnología de Dakota del Sur, que degrada los residuos de tomate y que luego extrae los electrones.
Según se explica en un comunicado de la casa de estudios, "la potencia de salida de su mini reactor es pequeña: 10 miligramos de residuos de tomate pueden dar lugar a 0,3 vatios de electricidad. Sin embargo, los investigadores señalan que con un esperado aumento de escala y más investigación, la producción eléctrica podría aumentar en varios órdenes de magnitud".
"Podría ser posible que algún día ponga este dispositivo en la debajo del fregadero de mi cocina" y así convertir los residuos en electricidad de su hogareño, aseguró Gadhamshetty.
Esta fuente alternativa de combustible es una tecnología de bajo costo ya que las operaciones pueden llevarse a cabo a temperatura ambiente y no requiere grandes inversiones de los materiales, según se asegura.
Cálculos realizados por integrantes del equipo de investigación resultan en que teóricamente si se utiliza una celda de combustible biológica optimizada, hay suficientes residuos de tomate generados en Florida cada año para satisfacer la demanda de electricidad del complejo de entretenimiento allí localizado Disney World durante 90 días.
Los resultados del desarrollo han sido presentados la semana pasada ante la American Chemical Society, una de las sociedades científicas más importantes del mundo, en una convención a la que han asistido 15.000 investigadores y expositores.