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Luis Balairón, Jefe del Servicio de Predicción del Clima del Instituto Nacional de Meteorología

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Calentamiento de la Tierra, diferente composición de la atmósfera y radicalización de fenómenos meteorológicos. Es incuestionable que el clima está cambiando, pero aún no existen certidumbres científicas sobre hasta dónde llegará ese cambio climático y cuál será el impacto sobre el Planeta. En el siglo XX la temperatura media ha subido 0,5º C, y para el siglo XXI se pronostica un aumento de entre 1,4º y 5,8º C. ¿Cómo se interpretan estos datos?
En el último millón de años la Tierra ha tendido períodos glaciares en los que la temperatura ha sido menor a la actual, y entre glaciaciones se han producido calentamientos con temperaturas similares a las actuales. De esta manera, en etapas de varios cientos de miles de años se han registrado oscilaciones de entre 5º y 8º C, que se consideran naturales. Ahora bien, desde hace 10.000 años no se han producido cambios tan bruscos de temperatura como los observados en el siglo XX y nunca se puede considerar natural la oscilación de 2 ó 3 grados que se predice para los próximos 100 años.

¿El problema es un calentamiento muy acelerado?
El problema no nace del cambio de temperatura, sino de otras variaciones como la reducción de los hielos y sobre todo de la composición de la atmósfera. La principal alarma surge por el aumento de más de un 33% de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y la certeza de que con el modelo actual de civilización a mediados del siglo XXI la cantidad de dióxido de carbono, entre otros gases, será el doble de la que había en la época preindustrial, entre 1759 y 1790.

Los gases de efecto invernadero, ¿son la causa del cambio climático?
Si miramos al pasado desde 1975 se observan tres factores que influyen en el calentamiento: consumo de energía, crecimiento demográfico y cambios de la estructura económica. Se suman entre sí y no se cree que el efecto invernadero sea el predominante. Los tres son culpables. Pero en los últimos 30 años, en los que se registran los 17 ó 18 años más cálidos del siglo, se produce un cambio muy fuerte de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, por lo que ahora sí se considera que la mayor parte del calentamiento está relacionado con el efecto invernadero.

¿Se puede cuantificar?
Entre el 50% y el 70% del calentamiento del último tercio del siglo XX se debe al aumento de la emisión de gases de efecto invernadero.

¿Ha comenzado un nuevo período climático?
Sería el inicio en el sentido de que se están registrando fenómenos extremos que se producen con una frecuencia anómala y no se sabe si esa anomalía es casual.

¿Vivimos un nuevo clima más radicalizado?
El reto científico es responder a esta cuestión. Por el momento sólo es una sospecha. Hemos visto que sucede y la primera pregunta que surge es ¿esto siempre va a ser así, es una característica del nuevo clima? Hay muchos grupos de investigación que intentan averiguarlo pero los argumentos no son concluyentes, aunque hay hipótesis que lo apuntan.
El Instituto Meteorológico Danés estima que algunas zonas de Europa sufrirán este verano lluvias torrenciales e inundaciones como consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero. Anuncia una situación anómala y radical.
Desconocemos cuántas emisiones habrá en el futuro, aunque en todo caso sabemos que serán muchas. Lo que están haciendo los científicos es plantear escenarios diferentes en los que se tienen en cuenta tres variables: población, energía consumida e industrialización y se intenta averiguar qué clima hará en cada de esos escenarios. Y como un subproducto de la investigación climática elaboran predicciones estacionales, períodos de tres a doce meses, con datos de la atmósfera y de la capa superficial del océano. Con estos modelos se puede intentar, aunque hasta ahora con poco éxito, predecir el tiempo en los próximos meses. Estrictamente no es una predicción climática.

El Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos pronostica que la temperatura en este siglo subirá hasta 10º C si se mantiene el ritmo de emisiones de gases invernadero.
Depende del escenario planteado. Si la población mundial es de 15.000 millones de habitantes o si se sigue consumiendo mucho combustible fósil las emisiones van a ser muy fuertes. Estamos al final de un período glacial y en el último millón de años en la época de más calor hubo dos grados más que ahora. Superar esa cifra es peligroso, no ha sucedido nunca.

¿Dos grados más es el tope?
Es lo que se intenta establecer, el llamado clima tolerable. Una opinión creciente, aunque discutible, estima que si se redujesen las emisiones y la subida media fuera de 2º C estaríamos ante un cambio negativo pero no catastrófico. Aumentaría el nivel del mar, habría perturbaciones como inundaciones y sequías que no sabemos predecir. A partir de ese nivel empezarían a producirse procesos irreversibles.

¿Cuál es la clave?
El punto crucial es el cambio de la composición de la atmósfera, que produce unos cambios de clima muy fuertes. Donde hay que intervenir es en las emisiones. Otra de las posibilidades es actuar directamente sobre los impactos. ¿Qué hago para reducir un impacto que en cualquier caso se va a producir? Es la estrategia de reducción aceptando el daño.

¿Cómo se puede mejorar el actual modelo energético?
Lo primero sería una transferencia de tecnología limpia, hay quien piensa que en Kioto se debería pelar más en esto que en otras vías. Se trata de que exista algún mecanismo internacional para que a los países menos desarrollados lleguen tecnologías modernas y no obsoletas, que es lo que ha sucedido siempre. De otra manera, esas naciones tardarán 20 ó 30 años en obtenerlas y durante ese tiempo habrán estado contaminando. Otro de los puntos es la reducción de emisiones. Lo importante es invertir la tendencia, que los países ricos den ejemplo a los demás. Realmente, desde un punto de vista del clima la diferencia entre el escenario más optimista y el más pesimista planteado en Kioto es de tan sólo unas décimas de temperatura.

Una forma de reducir las emisiones es apostar por una producción verde.
El problema es que las energías renovables no van a poder cubrir toda la demanda energética. Ya se ha establecido que en el 2012 el 12% de la energía debe ser de origen renovable, pero es que teniendo en cuenta el crecimiento de la demanda ese 12% en términos absolutos es mucho más, posiblemente el 25% de producción actual.

Si varía la radiación solar, o la intensidad y la dirección del viento habrá que adaptar la tecnología de las renovables. ¿Cómo influirá el cambio climático en su eficiencia?
Esta es una pregunta dificilísima de contestar. Todas las consultoras de renovables se gastan lo que sea en estudios, pero por ahora no hay respuesta.

¿Por qué? ¿No hay estudios fiables?
Para obtener datos fiables se necesita trabajar sobre escenarios de clima regionales, muy detallados, que como mucho tengan 50 kilómetros de resolución. Los más precisos que hay no son buenos.

Póngame un ejemplo.
El potencial eólico de un aerogenerador está donde se ubica el molino, de poco sirve saber lo que sucede a unos cuantos kilómetros de él. En este caso necesitaríamos un mapa de vientos de toda la Península Ibérica que determinara un dato de viento estimado en cada punto, y no lo hay. ¿Cómo estimas el viento en escalas tan pequeñas? No lo sabemos. En el caso de la energía eólica hay tales dudas que algunos estudios dicen que el cambio climático hará que disminuya el potencial eólico, y otros que aumentará.

¿Tan complicado es predecir?
El clima es un sistema no lineal. Cuantas más alteraciones hay más difícil es la predicción, menos se acierta. A partir de determinados niveles la respuesta a pequeños fenómenos es desproporcionada, impredecible.

¿Faltan investigaciones sobre impacto?
La parte que estudia el impacto climático es la más descuidada, está en pañales. Yo pido que se invierta más en ella. El Plan de la Ciencia no puede financiar igual la observación, que es un campo muy trillado, que otras áreas. Lo que interesa es determinar las grandes causas del cambio, saber cómo repercute en ecosistemas, producción, etc., y ver tendencias. Se trata de crear modelos y simular lo que sucedería dentro de unos años. Aunque no fuera una predicción, aunque no se acertara, poder decir que en un contexto de cambio climático el viento, por ejemplo, tiende a reducirse o a cambiar de dirección sería muy útil.

¿Y si es fundamental, porque no se apuesta por ello?
Es el trabajo más difícil y menos lucido. Además hay que aceptar que en una primera época te vas a equivocar.

¿Los gobiernos están invirtiendo lo suficiente?
En España no, y en la Unión Europea quizá tampoco hasta este año. A nivel de la UE hay importantes cantidades de dinero y en España tal vez no falten fondos sino organización. Posiblemente, el punto más débil sea el desinterés de los sectores implicados, ellos son causa del problema y lo sufren al mismo tiempo. Si estuvieran más concienciados probablemente se avanzaría más.

¿Falta visión de futuro?
Se ha hecho un esfuerzo muy grande, pero en el fondo la pregunta que hay que responder no es científica. La cuestión es, ¿cómo será el mundo en el año 2100? Si lo supiéramos yo creo que nos equivocaríamos poco al predecir el clima.

¿Hay climas mejores y peores?
El cambio de régimen de tiempo es negativo porque estás adaptado a uno determinado. Hay daño por el cambio en sí mismo, no porque el clima sea mejor o peor.



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