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La guerra del gas

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Hace un par de años los señores del gas colaron en la hoja de ruta de la transición energética un cierto gas “alternativo”, el hidrógeno. Produciremos hidrógeno verde y solo verde y utilizaremos los gasoductos existentes —dijeron— para transportar ese hidrógeno verde y solo verde. La idea caló a fondo entonces, pero ahora cada vez son más las voces que alertan sobre lo evidente: para producir hidrógeno hacen falta electrolizadores, que son máquinas muy caras; y hacen falta además considerables cantidades de energía para alimentar esos electrolizadores; y hacen falta tuberías especiales para conducirlo a los puntos de consumo porque es mentira que los gasoductos actuales puedan transportarlo.

“El problema —nos contaba en estas páginas hace un par de meses el catedrático de Ingeniería Química Fernando Gutiérrez Martín— es que los actuales gasoductos están hechos de acero al carbono, y si circula mucho hidrógeno, ese hidrógeno se va comiendo el carbono, ese acero deja de tener carbono, y entonces se convierte en una especie de hierro dulce que puede no soportar las presiones. Así que hay que desarrollar una red de hidrogenoductos”...

Lo cual llevará un tiempo —añado yo— y será probablemente caro... o muy caro.

Los señores del gas emprendieron luego una segunda batalla. En Bruselas. Allí, una mayoría conservadora, en la que han cabido los eurodiputados del PP, PNV, Cs y Vox, ha dicho sí a incluir el gas en la Taxonomía Verde de la UE, que es un catálogo de soluciones climáticas con el que Bruselas quiere orientar a los inversores: “inviertan ustedes aquí, que les trataremos bien administrativa, regulatoria, fiscalmente, porque consideramos —viene a decir Bruselas— que el gas (y la nuclear, que también ha sido incluida en ese catálogo) forman parte de la solución al problema del cambio climático”.

Pero la etiqueta que Von der Leyen y compañía le han puesto al gas no ha servido del todo, y son muchos los analistas que consideran que por mucho que Bruselas pinte de verde a este combustible fósil, los inversores van a seguir apostando por las renovables por motivos económicos, ambientales y de imagen.

Así que el gas ha seguido batallando, porque no acaba de ganar la guerra de la transición energética, esa en la que las renovables ahora llevan la voz cantante. ¿Y cuál está siendo su tercera gran batalla? Ucrania. Y ahora sí que sí. Porque ahí el gas sí que va ganando por goleada. Gana Rusia, que sigue vendiendo gas a Europa mientras va abriéndose a otros mercados multimillonarios (China, India). Gana Estados Unidos, que está inyectando el gas más sucio conocido (fracking) en las venas de la UE, mercado que hasta ayer tenía muy limitado. Y gana el lobby europeo del gas, asustado ayer por la efervescencia de las renovables, pero encantado hoy con los precios a los que cotiza el metano y con el hecho de que vuelvan a estar sobre la mesa infraestructuras (gasoductos y regasificadoras) que ayer mismo fueron desechadas por ruinosas y que ahora podríamos acabar pagando entre todos.

Según la Agencia Internacional de las Energías Renovables, generar hoy un megavatio hora con fotovoltaica es un 88% más barato que hace diez años (-88%). Hacerlo con termosolar, un 68% más económico (-68%). Con eólica terrestre, -68% también. Al cierre de esta edición el megavatio hora de gas cotizaba en Mibgas a 154 euros, el triple que hace exactamente un año (+196%).

Concluyo: Bruselas debe expulsar al gas del sistema eléctrico (en España pesa alrededor de un 17% en el mix), apostar sin dudas por la electrificación en clave renovable, topar ya el precio de la electricidad nuclear y gran hidráulica (ambas más que amortizadas) y destinar todos esos ahorros (e invertir) en renovables térmicas. Lo demás... son parches y zarandajas, y no servirá más que para que el gas siga ganando batallas y tiempo, ese que es cada vez más escaso en el marco de este terrible cambio climático en el que ya estamos.

 Este es el editorial de la edición de septiembre de Energías Renovables en papel (ER 214), que puedes descargar en PDF gratis aquí

Antonio Barrero F.

abarrero@energias-renovables.com

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Fukushima4ever
Muy buena propuesta y muy buen calificativo para el salvavidas al que se agarra el lobby del gas fósil: "parches y zarandajas". Lo del H2 marrón, azul, gris, verde no son más que confundir a la gente y a los políticos que no tienen ni idea de química y acaban por comprar (con el dinero de todos) sin saber. Y muy buena propuesta la de apostar por la renovables térmicas, como la termosolar. Tecnología española donde todavía somos referencia mundial, de la que tenemos toda la cadena de valor y que además puede suministrar electricidad durante la noche. En el en país con más horas de sol de Europa, no se dan cuenta de que es necesario apoyar decididamente a la termosolar de la que podemos fabricar prácticamente todos los componentes y que podría ser la energía de sustitución progresiva del gas fósil que nos asfixia y de las nucleares que son una ruina económica sucia, cara y peligrosa.
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