Joaquín Nieto
Presidente de honor de Sustainlabour
jqn.nieto@gmail.com
“Pensad lo que está pasando en España, Alemania o Japón donde están haciendo
inversiones reales en energías renovables … inversiones valientes, que están devolviendo
puestos de trabajo de calidad, con buenos sueldos, empleos que no van a ir a parar a otros países … Nos están adelantando, están preparados para convertirse en líderes en estos nuevos sectores…”
Son palabras de Barak Obama pronunciadas en una planta de montaje de componentes para generadores eólicos en Ohio unos días antes de su juramento como presidente. No han sido palabras aisladas, sino reiteradas una y otra vez a lo largo de la campaña electoral, e incluso en la toma de posesión el 20 de enero de 2009. Ese día, dos millones de asistentes –representando a la vez las ilusiones de la sociedad civil norteamericana en el cambio prometido y la presión a favor de dicho cambio– y cientos de millones de telespectadores en todo el mundo pudimos oír al nuevo presidente afirmar “trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta” y también “aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas…”. Hasta cinco millones de empleos espera crear Obama con esa nueva política de apoyo a las energías renovables y actividades análogas.
No es algo de menor importancia en unas circunstancias tan adversas para el empleo en todo el mundo, incluido el empleo industrial. En España, mientras la producción industrial bajaba espectacularmente alrededor de un 15%, el sector de las renovables seguía creciendo. En un estudio realizado por el Centro de Referencia de Energías Renovables y Empleo del Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud, ISTAS-CCOO, referido a las expectativas empresariales para 2009 en Catalunya y Madrid, el 63,5% de los empresarios de energías renovables en Catalunya espera un fuerte crecimiento o un crecimiento continuado del empleo en su empresa, el 33% cree que se mantendrá estable y sólo el 2% estima que en su empresa habrá un decrecimiento del empleo; en Madrid, el 13% de los empresarios prevé un fuerte crecimiento en la contratación, un 35% prevé un crecimiento continuado, un 45% estima que se mantendrá estable y un 5% cree que decrecerá. Estas expectativas confirman los datos de una encuesta anterior, realizada por ISTAS poco antes de la crisis económica en 400 empresas del sector renovable en las que el 73% consideraban que su empresa continuaría creciendo en los próximos años. Ahora ya no se trata solo de una nueva actividad industrial, sino de la actividad que puede constituir el mejor vector para hacer frente a la crisis reorientando el modo productivo desde una perspectiva económica verde y sostenible.
En este contexto, la fundación estos días en Bonn de la Agencia Internacional de Energías Renovables, IRENA, es una buena noticia. El nuevo movimiento social, político, tecnológico y económico en favor de las energías renovables y la economía verde requiere de nuevas instituciones. Algunas de las instituciones tradicionales se han quedado obsoletas, demasiado ligadas a un modelo que ya no sirve y con falta de versatilidad y modernidad como para afrontar los nuevos tiempos. Es el caso de la Agencia Internacional de la Energía, que siempre miró con excesivo desdén el cambio de paradigma energético que representaban las renovables. Los países promotores de IRENA han sido medio centenar, pero en la conferencia de Bonn había representantes de ciento veinte. Todavía hay países de la importancia de Estados Unidos, Rusia o Brasil que no están involucrados en el proceso, pero tiempo al tiempo: los tiempos están cambiando.
