“Normal”, nos dicen también, en los correspondientes sectores empresariales, que algunas grandes industrias obtengan un precio más barato por la electricidad que consumen bajo el paraguas de que en caso de necesidad puedan ser desconectadas de la red para garantizar el suministro de tal energía a quienes no tienen ese riesgo, aunque luego se compruebe que en escasísimas ocasiones son objeto de tal desconexión. Todos y cada uno de esos actores han contado, y siguen contando, para la defensa de sus intereses, con potentes organizaciones de presión que los representan y defienden.
Tal es el caso del sector eléctrico, a través del lobby que agrupa a sus grandes empresas, para las cuales han obtenido tradicionalmente grandes facilidades para el ejercicio de las funciones que les son propias, desde la concesión de los derechos de uso del agua de nuestros ríos, hasta la ágil consecución de las expropiaciones precisas para el paso de sus líneas de transporte por terrenos públicos o privados y, por supuesto, unos márgenes más que generosos para la comercialización de la electricidad generada y para sus redes de distribución.
Igual pasa con aquellas grandes empresas industriales que por sus características obtienen para la electricidad que consumen mejores precios que el resto de empresas a cambio del compromiso de desconexión ya citado, así como por la amenaza de muchas de esas industrias de que si no obtienen unos precios más bajos por sus costes energético su permanencia en España se complicaría.
Expuesto lo anterior en que vemos como aquellas compañías tienen importantes organizaciones que defienden sus intereses –vamos a pensar que legítimos, al menos desde su punto de vista empresarial– obteniendo unos privilegios que otras empresas y consumidores no podemos obtener, la cuestión que plantean los pequeños productores de energía fotovoltaica y, ahora también, los autoconsumidores, es la siguiente: ¿y a nosotros, quién nos defenderá?.
Desde luego no van a ser los grandes emporios del sector eléctrico, quienes cuando fueron llamados, allá por los primeros años de este siglo, a participar en la implantación de este sistema de generación de energía eléctrica se echaron a un lado, siendo la sociedad civil, a través de más de sesenta mil familias, quienes dieron un paso al frente –arriesgando sus inversiones y, en muchas ocasiones, todo su patrimonio– haciendo posible que España liderase tan estratégica tecnología para nuestro futuro.
Ello no es obstáculo para que a la vista del desarrollo espectacular que ha tenido la tecnología fotovoltaica, que la ha llevado a reducir sus costes en más de un 85%, las grandes empresas eléctricas pretendan ahora acaparar el nuevo mercado mediante la construcción de enormes plantas solares, a la vez que ejerciendo un control total de las pequeñas instalaciones de autoconsumo realizadas por los particulares, echando, para ello, a un lado a los pequeños productores –ahogados económicamente con los recortes realizados por los sucesivos gobiernos– y dificultando el desarrollo autónomo de estos nuevos actores, que siendo consumidores son también productores.
Surge, por ello, nuevamente la pregunta anterior: ¿y a usted, pequeño productor o autoconsumidor de energía eléctrica fotovoltaica, quién lo defenderá?
La respuesta la dieron hace ya diez años un grupo de pequeños productores que decidieron unirse en una Asociación llamada Anpier, Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica, la cual viene recorriendo estos días, como cada año desde 2016, el llamado “Camino del Sol” –que inició su andadura el pasado 24 de septiembre en Murcia y lo culminará el próximo 16 de este mes de noviembre en Toledo– defendiendo con tesón a lo largo de toda España la justa causa de aquellos pioneros que con ilusión y visión de futuro apoyaron la implantación y desarrollo de esta nueva tecnología para la generación de energía eléctrica, y cuya exigencia, ante el desamparo hasta ahora sufrido de los sucesivos gobiernos, concretan en el lema elegido para este periplo: “Seguridad Jurídica, Sí y Ahora”.
Asentada que está ya esta tecnología, que permitirá que muchos de los consumidores sean también productores de energía eléctrica, es seguro que ellos también podrán encontrar en Anpier la defensa de sus intereses, a la vez que con su incorporación fortalecerán una Asociación que al estar formada por muchos pequeños productores será fundamental para que el lobby eléctrico, que históricamente ha controlado este sector, no impida, con su enorme influencia y poder, que cada uno de nosotros podamos obtener en un futuro próximo, con la generación de una parte de la electricidad que consumamos, un importante ahorro en un producto tan fundamental como es la electricidad que diariamente utilizamos en nuestras casas.
