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Ernesto Macías, presidente de la Alianza para la Electrificación Rural

“Afortunadamente, el antiguo concepto de charity energy está desapareciendo”

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¿Imaginas cómo sería tu vida sin electricidad? ¿No un día, sino todos los días? Así viven todavía hoy en el mundo más de 1.200 millones de personas, la mayor parte en áreas rurales. ARE, la Alianza para la Electrificación Rural, nació hace nueve años con el objetivo de ayudar a llevar esa luz tan necesaria al mundo privado de ella, utilizando el mejor recurso posible: las energías renovables. Esta plataforma internacional celebraba hace unos días en Madrid su asamblea anual, y allí hablamos con Ernesto Macías, impulsor de la Alianza y su presidente.
“Afortunadamente, el antiguo concepto de charity energy está desapareciendo”

La creación de la Alianza para la Electrificación Rural, hace nueve años, coincide con el boom de la  solar fotovoltaica, ¿hay alguna relación entre estos dos hechos?
Efectivamente, en 2006, cuando se crea ARE, ya se había desarrollado un mercado muy grande de solar fotovoltaica y todo hacía prever que iba a haber una mejora importante de la tecnología y que sus precios irían bajando. En aquel momento yo era presidente de la Asociación Fotovoltaica Europea, EPIA, la asociación más grande e influyente del mundo en aquel momento y muy centrada en el feed in tariff (FIT), al igual que otras tecnologías como la eólica. En Europa estas tecnologías sustituyen a otras y esto ha causado  conflictos, especialmente en los países en los que no ha habido una política energética orientada a sustituir las tecnologías sucias por las renovables, como en Alemania. Estaba claro que sin una política clara de sustitución de una térmica para montar 500 MW solares o eólicos podríamos llegar a una teórica “saturación”, más que porque los FITque recibían las renovables fueran altos, por un exceso de capacidad en el sistema y el conflicto de intereses financieros.

Sin embargo, en muchos otros lugares del mundo este riesgo no existe, al menos en esta dimensión. El crecimiento potencial de las renovables es mucho mayor si no tienes que desplazar a lo existente y donde hay una urgente necesidad de electrificación; es decir, en los países en vías de desarrollo. De hecho, uno de los grandes mercados es el de la hibridación de redes existentes basadas en combustible diésel. El hemisferio norte está electrificado, pero existe una inmensa franja en el mundo en la que viven las cuatro quintas partes de la humanidad en donde hay un enorme déficit de energía y, además, allí es donde hay una mayor radiación solar, además de otros recursos. La Alianza surgió como una especie de spin off de EPIA orientada a desarrollar la fotovoltaica en estos países, si bien muy pronto nos dimos cuenta de que era un error no incorporar el resto de tecnologías renovables, aunque orientados sólo a la generación de electricidad. Un reto ya suficientemente grande, porque la aplicación e integración en algunas ocasiones de diferentes tecnologías renovables en sistemas aislados no es cosa fácil. Pero desde luego posible y viable en todos los aspectos.

¿Fue fácil para ARE recabar el apoyo necesario para iniciar su andadura?
Aquel era un momento dulce en Europa, en la Alianza entraron inicialmente el resto de las asociaciones que tenían su sede en la Renewable Energy House de Bruselas: EPIA, EWEA, la asociación de minihidráulica, de biomasa…. Todas se integraron en ARE. Pero aunque inicialmente empezamos como una asociación de asociaciones, pronto nos dimos cuenta de que había que atraer también al sector privado, a las empresas, y nos pusimos manos a la obra. La primera fue Isofotón, que tenia una gran tradición en este campo y que brindó un apoyo fundamental (Ernesto Macías era en aquel momento director Comercial y de Marketing de esta compañía). Inmediatamente se fueron uniendo más empresas europeas, en especial alemanas, simepre más activas. En cualquier caso, fueron comienzos muy lentos, en 2006 la FV y las demás renovables no eran tan competitivas como en la actualidad y la electrificación rural se limitaba, básicamente, a proyectos basados en los sistemas domésticos individuales (Solar Home Systems), que además de caros estaban casi limitados a la iluminación y vinculados a la ayuda al desarrollo. Además, a menudo los proyectos no estaban bien diseñados, o los equipos no eran suficientemente  buenos… Casi todo el negocio que había era de grandes licitaciones por parte del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Africano, la Unión Europea…Proyectos que se podían hacer solo gracias a financiación “blanda” a los gobiernos receptores. Además, el mercado era pequeño y estaba controlado por, básicamente, cuatro o cinco empresas: BP, Total, Shell, Kyocera, Isofotón  y poco más, junto con un reducido mercado de distribución en algunos países.

¿Tanto ha cambiado la situación con respecto a la actual? 
En los últimos dos años se ha producido una espectacular bajada de los precios de la FV, no solo de los paneles sino de los restantes elementos de una instalación solar (inversores, acumuladores, etc.) y de toda la industria que se creó. Esto ha permitido que hoy en día una instalación autónoma –una minigrid de 30 kW con todos sus componentes, incluidas las baterías–, como los sistemas Pug&Play qe fabrica la compañía española Generalia, cueste bastante menos que lo que costaba hace seis o siete años una instalación en suelo de inyección a la red de la misma potencia. Es decir, la tecnología ahora es mucho más barata y mucho más fiable. También se han desarrollado sistemas de gestión eficaces para comunidaes aisladas usando tecnologáis sofisticadas pero accesibles, com el sistema EDA de la española TTA, y ya no se habla solo de instalar sistemas que doten de luz a una comunidad. El antiguo concepto de “charity energy” se está limitando a la actuación de las ONG’s (algo que sigue siendo importante en zonas extremadamente pobres). 

Cuando ahora hablamos de proyectos y programas de electrificación no solo estamos hablando de luz, estamos hablando de suministrar electricidad productiva. Afortunadamente han cambiado mucho las cosas y el factor más determinante es que las distributed smart son equipos muy sofisticados y muy eficientes. La ONU, junto con el Banco Mundial pronostican que para 2030 más del 40% de la electricidad que se instale en el planeta va a ser en miniredes aisladas. Esto parecerá un disparate pero si a cualquier experto del mercado FV le hubieras asegurado hace sólo diez años que se alcanzarían 45 GW instalados en sólo un año, probablemente te habría considerado un loco.

¿A qué se refiere exactamente con lo de electricidad productiva?
A que intentamos que los programas tengan ahora una connotación productiva, no de forma taxativa, pero al menos lo intentamos. Lo explico con un ejemplo: la compañía catalana Trama Medioambiental hizo un proyecto en Cabo Verde para dotar de electricidad a un pueblo de pescadores. Pero vieron que el sistema podía dar más que simple iluminación por las noches y les animaron a comprar unas máquinas de producción de hielo. Como durante el día en el pueblo hay poca demanda eléctrica, empezaron a alimentar las máquinas de hielo con la electricidad directa generada en el día, una vez cargadas las baterías, de manera que los pescadores pudieran refrigerar el pescado en el transporte y así les durara mucho más, lo cual ha mejorado sus ganancias. Además, la energía para alimentar las máquinas la obtienen prácticamente a coste cero. En definitiva, han logrado más ingresos y su vida ha mejorado. Por muy poco más.

¿Cómo impulsa ARE y cómo participa en esta transformación que se está produciendo?
En la Alianza tenemos socios industriales, ingenierías, fabricantes, representantes de agencias gubernamentales y de ONGs, somos una combinación bastante heterogénea, lo cual nos permite tener una visión bastante amplia. Lo que hacemos, y espero que podamos seguir haciendo, es intentar influir en los grandes decisores políticos, nacionales e internacionales, y ser un interlocutor bien posicionado. En el último año hemos asesorado a la Comisión Europea en la elaboración de un documento que va a ser la clave de la financiación europea en los próximos años y hemos sido nosotros los que hemos marcado las directrices en cuanto a cómo se tienen que gestionar parte de los fondos europeos para promover proyectos en países en vías de desarrollo bajo la fórmula de financiación pública-privada. 

Otra cosa que me produce mucha satisfacción es cuando ves a políticos en países en vías de desarrollo que antes ignoraban por completo las energías renovables y ahora hablan de ellas como de algo muy bueno y competitivo.  En la actualidad hay al menos una docena de países africanos que tienen una regulación muy seria respecto a la promoción e implementación de soluciones de energía aisladas en su país. Países como Gana, Senegal, Kenia, Tanzania, Uganda, Sudáfrica, Etiopía…. Y ya nadie piensa en esto como una donación.

¿Está la gente de los países en desarrollo en condiciones de pagar por estos servicios?
La gente, por pobre que sea, ha tenido que comprar queroseno o pilas para tener luz, gastando una media, en África, de cinco a seis dólares al mes en ello. Por eso, uno de los productos que durante años ha tenido un enorme éxito han sido las linternas solares.

Los programas que se están implementado ahora tienen costes muy bajos, que la gente puede afrontar, lo que también les da más valor entre los propios usuarios. Otro factor importante en la viabilidad de estos proyectos: el avance tecnológico ha conducido a que muchos países en vías de desarrollo, de África, América y del Sudeste Asiático, creen agencias de electrificación rural, agencias de energías renovables…. Cosas impensables hace muy pocos años.

Sin embargo, se da la paradoja de que en muchos de estos países las tarifas para aquellos a los que llega la electricidad son increíblemente bajas, así que una de las reivindicaciones más importantes es que la electricidad aislada se subencione al menos de la misma forma que a las redes convencionales. Si fuera así las cosas serían más fáciles dados los bajos costes de generación actuales. En cualquier caso en estas instalaciones hay que evitar hablar de coste por kilovatio hora. Pero esto es una larga historia.

¿De qué manera beneficia a un socio de la Alianza la implementación de un proyecto de energías renovables en uno de estos países?
Como digo, nuestra misión es de lobby. El reto es demostrar cuál es el estado del arte en estos momentos de las energías renovables en su aplicación en aislada, para que los que tienen que establecer las políticas se den cuenta de que un sistema aislado puede generar electricidad a un coste absolutamente competitivo. Esa es una labor que la Alianza hace creando esos documentos y manteniéndolos actualizados, yendo a los foros internacionales, llamando a la puerta de la CE, de Naciones Unidas, del Banco Mundial, del Banco Africano, de los gobiernos de los países….. Les suministramos la información e intentamos que ellos influyan en el desarrollo de proyectos. Y que esos proyectos respondan a lo que nuestros socios, como expertos en su implementación, saben que tienen que ser. Este año, por ejemplo, hemos convencido a la fundación OFIT de la OPEP para que nos den un millón de euros . Un dinero que gestionará la Alianza de forma muy transparente en proyectos de energías renovables demostrativos y con premisas muy exigentes, pero restringidos a los socios de ARE, para asegurarnos de que los proyectos están muy bien hechos en base a crierios de sostenibilidad finaciera. Y que sirvan de referencia para iniciativas a mayor escala..

Y del trabajado realizado por la Alianza en estos nueve años,  ¿destacaría  algo en especial?
Creo que hemos contribuido a abrir un poco el horizonte, a que las energías renovables se consideren como una opción para la electrificacíon de las zonas aisladas en los países en vías de desarrollo. Hace nueve años nadie lo consideraba así. Evidentemente, no es solo un logro de la Alianza, pero me siento orgulloso de que cada vez que hay un evento internacional, una conferencia, en cualquier parte del planeta, nos invitan a participar. Otro aspecto a destacar es que seguimos vivos, creo que en gran medida porque hemos tenido la virtud de ser siempre muy modestos y austeros. La Alianza ha logrado, además, pese a la crisis, atraer a socios de todo tamaño, desde compañías muy grandes a otras muy pequeñas, y las expectativas de crecimiento son muy buenas.

ARE organiza habitualmente en Bruselas sus asambleas anuales, pero este año la ha celebrado en Madrid. ¿Alguna razón especial para ello?
Como dices, la asamblea siempre se celebra en Bruselas, donde está nuestra sede y donde transcurre la mayor actividad de lobby. Pero este año quería que fuera Madrid, para ofrecer aquí la “foto” de cómo está el sector e intentar atraer a empresas españolas a este sector que ofrece tantas expectativas. Hemos contado con la colaboración del ICEX, de Europ Aid y otros organismos internacionales y con el patrocinio de Siemens, uno de nuestros socios, para la celebración de la conferencia del día anterior a la Asamblea, y también tengo que agradecer el apoyo del IDAE.
Lo importante ahora es intentar construir desde la realidad y con perspectivas de futuro otro modelo que satisfaga a la sociedad y a la industria y que sea bueno para todos. El mercado es enorme, con una gran demanda potencial por satisfacer,  y las empresas españolas se pueden reciclar.

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