Reconoce, eso sí, que “en la actualidad existen pocas empresas que se dedican a su fabricación a partir de residuos madereros de los aserraderos que trabajan con maderas de implantación”. Lipsia S.A., Enrique Zeni & Cia. y Gpenergy son las sindicadas como más importantes en este desarrollo, “aunque existen otras más pequeñas”.
Maslatón también registra que “la producción actual (de pellets) es menor” a la capacidad que tiene el país. También refiere que está habiendo un pasaje de buscar colocar dicha producción en mercado externos a un “interés de empresas locales, que observan su potencialidad sea como pellets o chips de madera para consumo industrial” local.
El informe destaca la diferencia de precio comparativo entre el pellet respecto del gasoil, al gas licuado de petróleo (GLP) y al fueloil, aunque “más caro que el gas natural consumido por empresas con contratos de firme distribución (FD)”.
En ese sentido, señala que en algunas zonas del país, si bien el pellet no es más barato que la leña, sí “se comporta como un combustible líquido y limpio, con las ventajas de mayor poder calorífico (4.600 Kcal contra 3.000 Kcal), menor volumen y mejor manipulación, menor requerimiento de mano de obra y trozado y menor costo de transporte en relación a la leña“.
También destaca que “existen en la Argentina empresas nacionales que han desarrollado quemadores y calderas para pellets”.
Después de citar un par de proyectos relacionados a los pellets en los que participa el INTI -uno en empresas del sector madera y muebles en la provincia de Buenos Aires, y otro con residuos de algarrobo en la del Chaco-, el investigador augura un “uso productivo” de los pellets “para fines energéticos”, así como su “utilización industrial o doméstica, ya que compite perfectamente en costos con combustibles no renovables como el gasoil o GLP“.
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