La visión optimista la aportaron expertos como el profesor de la Universidad de Wageningen (Holanda) René Wijffels, responsable del Bioprocess Enginnering Group en este campus, quién presentó el Algae Production and Research Centre una “planta piloto intermedia entre el laboratorio y la demostración que busca producir biomasa de algas para productos químicos a granel, alimentos y biocarburantes”. Según Wijffels, “desarrollamos una nueva tecnología para la producción rentable de combustibles, alimentos y algunos productos químicos a partir de las algas”.
Dos tipos de cultivos: open pods y fotobiorreactores
No fue el único ejemplo de investigación y desarrollo, aunque la queja generalizada es que debería haber más proyectos de I+D+i y estar más pegados al proceso industrial. El catedrático de bioquímica de la Universidad de Sevilla, Miguel García, que recibió recientemente el premio a la investigación Javier Benjumea Puigcerver por sus aportaciones en el uso de la biotecnología de microalgas, manifestó que “necesitamos investigación y desarrollo pero las perspectivas son prometedoras”. García prefirió centrarse en las ventajas sobre las plantas convencionales para la producción de biomasa: “una mayor productividad, crecen más rápido, pueden utilizar aguas residuales y no compiten con la agricultura en la alimentación”. Puntualizó, no obstante, que queda por ver si realmente tienen “un menor consumo de agua y gastos inferiores en su producción”.
Dentro de los aspectos técnicos de procesos, Pierpaolo Cazzola, en representación de la sección de Bionergía de la Agencia Internacional de la Energía, analizó los dos métodos actuales de cultivos de microalgas: open ponds o cultivos al exterior en estanques abiertos y mediantes sistemas cerrados en fotobiorreactores. “No hay ningún ganador claro en este momento”, señaló.
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