En la reunión de Bruselas, los máximos responsables de las principales compañías aéreas que operan en Europa reafirmaron su compromiso a favor de una aviación más sostenible. Sin embargo, volvieron a mostrar su preocupación por la entrada en vigor de la directiva europea, que incluye las actividades de la aviación en el régimen comunitario de comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero. “Los obstáculos para la inclusión efectiva de este sector en el régimen se muestran cada vez más evidentes”, afirman las aerolíneas.
“El 1 de enero de 2012 se acerca rápidamente y aún quedan varios puntos críticos que necesitan ser resueltos”, afirmó en su primera comparecencia como presidente de la AEA Steve Ridgway, director ejecutivo de Virgin Atlantic. Según Ridgway, es obligatorio que la Comisión Europea fije estos criterios para que la entrada del sector en el comercio de emisiones no resulte una distorsión para el mercado y un paso ineficaz desde el punto de vista ambiental. Una de las medidas que piden es que se refuerce la inversión en alternativas a los combustibles fósiles, incluidos los biocarburantes.
Que la UE lidere la revolución industrial de los nuevos carburantes
Las aerolíneas europeas tienen claro que su entrada en el comercio de emisiones tiene que ir de la mano del desarrollo de tecnologías más limpias. El nuevo presidente de la AEA hizo un llamamiento no solo a que la Unión Europea incremente su apuesta tecnológica por combustibles alternativos, a los que considera clave para reducir la huella de carbono de la aviación, sino a que “se ponga en la vanguardia de esta nueva revolución industrial”. La AEA mostró su disposición favorable a acompañar a la UE en esta apuesta por una nueva generación de carburantes.
Steve Ridgway lanzó incluso una idea: reinvertir los ingresos que algunos Estados miembros reciben por el comercio de emisiones en reforzar las políticas ambientales, entre las que se encuentran la progresiva ruptura de la dependencia que tiene ahora la aviación de los combustibles fósiles. Añade que también se podría ayudar en la financiación del proyecto Single European Sky ATM Research, más conocido como Cielo Único Europeo, y en estabilizar y dar consistencia a la cadena de suministro de energía, medidas que facilitarían, según la AEA, la reducción de la huella de carbono.
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