En junio pasado, la EPA había dado a conocer una propuesta, que en esta decisión final muestra un aumento de los niveles requeridos. La expectativa es que esta decisión provoque que el Estado impulse la producción de biocombustibles y el crecimiento de su industria.
Concretamente, la norma final 2016 para biocombustible avanzado es cercana a los 1 mil millones de galones (3,7 mil millones de litros), es decir un 35% superior a los volúmenes reales de 2014, mientras que el estándar total requiere un crecimiento de 2014 a 2016 de más de 1,8 millones de galones (6,8 mil millones de litros) de biocombustibles, lo que significa un 11% más que los volúmenes reales de 2014.
El biocombustible celulósico, considerado el de menor emisión de carbono, recibió un aumento de nivel de más de 200 millones de galones (757 millones de litros), siete veces más respecto de los niveles de 2014.
En tanto, los estándares de biodiésel crecerán de manera constante en los próximos años, un incremento anual para llegar a los 2 mil millones de galones (7,5 mil millones de litros) en 2017.
La reacción inicial a la sentencia dentro de la industria de los biocombustibles ha sido desigual, con algunos saludando la decisión como un paso en la dirección correcta mientras que otros, especialmente en los sectores relacionados a la producción de etanol a partir de maíz, manifestando sus resquemores al respecto.