Nadine McCormick, coordinadora de la Red de Energía de la UICN, asegura que “los biocarburantes actuales proceden de cultivos que ya se utilizan para la alimentación, pero aunque esto suscita otras preocupaciones sobre su sostenibilidad, el riesgo de invasión no es muy grande; sin embargo, este riesgo aumentará a medida que se extienda el cultivo de nuevas especies de crecimiento rápido que se desarrollan en casi cualquier tipo de tierra y se destinan a producir biocarburantes avanzados”.
Jatropha curcas en el punto de mira
Por este motivo, las recomendaciones de unos y de otros van destinadas a políticos, inversores y productores de biocarburantes. El Convenio de Berna, que fue el primero en dar la voz de alarma, resume su propuesta en cuatro puntos: evitar el uso de especies ya reconocidas como invasoras; llevar a cabo evaluaciones de riesgo con nuevas especies y genotipos; seguimiento de la propagación de los cultivos en hábitats naturales y de sus efectos sobre especies autóctonas; y mitigar la propagación y el impacto sobre la biodiversidad donde se haya producido ya un escape.
Pero, ¿se puede señalar ya a algunas plantas como culpables? La UICN habla de prevención y de no señalar a estos cultivos como invasores por definición, ya que dependerá de qué especies, en qué lugar y de qué manera se cultiven para que sean considerados como tales. Y ponen el ejemplo de Jatropha curcas, catalogada como invasora en el oeste de Australia, pero no en otras partes del mundo, como la India. No obstante, el que ya tenga el cartel de invasora en un área determinada hace que se extremen las precauciones en su manejo.
Importa más el carácter invasivo que el beneficio económico
Otras de las especies con las que se investiga para producir biocarburantes de segunda generación o avanzados y que aparecen como sospechosas dentro del informe de la UICN son las derivadas del género Prosopis, un grupo de árboles y arbustos asociados a climas tropicales y subtropicales. Algunas ya se han introducido en Australia, Asia y zonas áridas de África, y se utilizan como biocombustibles, para forraje o para reducir la erosión del suelo. Sin embargo, su rápido crecimiento y expansión de semillas sobrepasa la capacidad de manejo, convirtiéndose en densas e impenetrables coberturas vegetales abandonadas que desplazan a otras especies y al pastoreo tradicional, sobre todo en África, donde la UICN cuantifica en millones las hectáreas invadidas.
El Comité Permanente del Convenio de Berna habla de establecer zonas de seguridad biológica entre campos de cultivo y la vegetación natural, con zonas de amortiguación aún mayores si tiene antecedentes como invasor. No duda además en recomendar limitar el cultivo de algunas especies aunque se demuestren su eficiencia agronómica y económica.
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