El pasado jueves, Abengoa informaba que había sido seleccionada por el Banco Nacional para el Desarrollo Brasileño (BNDES) y por el organismo de Fomento e Inversión de Estudios y Proyectos (FINEP) para adaptar su tecnología de etanol de segunda generación y desarrollar un biocarburante a partir de la biomasa de la caña de azúcar. Este proyecto, que se enmarca en el Programa para la Innovación Industrial del Sector Sucroenergético (PAISS), permitirá a la compañía generar bioetanol y biobutanol a través de la paja y el bagazo de la caña de azúcar.
La multinacional española implantará la tecnología necesaria para llevar a cabo el proyecto y desarrollará la ingeniería de una planta con capacidad para generar cien millones de litros etanol anuales de segunda generación. La experiencia de la planta de Hugoton (Kansas), que tiene previsto entrar en funcionamiento en 2013, servirá de experiencia para el proyecto de Brasil, ya que tiene una capacidad similar y producirá etanol por hidrólisis enzimática a partir de biomasa de maíz. Además, Abengoa cuenta con experiencia también en Brasil, donde tiene dos plantas de producción de etanol con cogeneración, ambas en el estado de São Paulo (Pirassununga y São João da Boa Vista).
Iniciativas empresariales y la eliminación de aranceles en EEUU hacen renacer a Brasil
Iniciativas como la de Abengoa puede devolver a Brasil el papel protagonista en la producción mundial de etanol, algo que Al Costa, director general de Alkol, empresa que desarrolla el sistema 1HourFlex en Europa (sistema de conversión que permite a los coches consumir indistintamente gasolina y etanol) ve más cerca gracias a la eliminación de los aranceles para la importación de este biocarburante en Estados Unidos. “Eran fuertemente defendidos por la industria de maíz de ese país –añade Costa–, que temía la competencia del etanol de caña de azúcar de Brasil, que sale a casi la mitad del precio. Esto creaba una profunda distorsión en el mercado, puesto que ese arancel, que era acompañado de un incentivo de 45 centavos por galón junto al surtidor, significaba un coste de 6.000 millones de dólares por año al Gobierno”.
Al Costa recuerda que “el hecho de que el etanol de caña tenga una huella de carbono infinitamente menor que la del maíz acababa en situaciones curiosas, como la del gobierno de California, que se veía obligado a importar el de Brasil a costes mayores que si lo comprara en EEUU (debido a la escasez del producto en Brasil) para poder cumplir con sus obligaciones de emisiones”. El promotor de 1HourFlex considera que esta nueva situación servirá incluso para superar las acusaciones de aumentos de precios en algunos alimentos. “Nada sustituye un bajo precio, y que el etanol sea ahora más barato significará una mejor receptividad por parte del público norteamericano. Y como los Estados Unidos son formadores de opinión a nivel mundial, eso a su vez significará una mejor aceptación del combustible por la sociedad en general”, vaticina Costa.
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