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El modelo energético sostenible necesita del mundo rural

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Los organizadores del tercer Congreso Rural Smart Grids han hecho públicas esta semana las conclusiones del certamen, celebrado en Barcelona en el marco del Smart City Expo & World Congress. La principal es que sin el ámbito rural no es posible el desarrollo de las smart cities y su apuesta por la sostenibilidad y la eficiencia en el uso de la energía y otros recursos (electricidad, comunicaciones, agua, gas, movilidad y alimentos). 
El modelo energético sostenible necesita del mundo rural

La transición hacia un nuevo modelo energético “implica un papel específico y protagonista del medio rural, papel que hay que saber integrar con la dinámica social y económica actual para convertirlo en una oportunidad”, afirma Pep Salas, coordinador del comité técnico del Congreso Rural Smart Grids, celebrado el pasado 19 de noviembre. 

En este sentido, añade, se tienen que aprovechar las sinergias con los adelantos de las smart cities y las oportunidades de negocio, empleo y desarrollo local que representa el smart rural. “La urgencia de una transición energética (se produce) por la debilidad que representa tener una factura de importación de combustibles fósiles anual tan alta”, indica Salas. Las energías renovables mejoran la competitividad, reducen costes, generan empleo y favorecen la resiliencia energética de un país como Catalunya, muy dependiente de las importaciones de energía, que cubren el 90% de las necesidades.

El valor de la generación local
Para promover esta transición energética hace falta un pacto entre el mundo rural y el urbano, entre el smart rural y el smart city, continuan. Este pacto tiene que servir para enlazar el entorno rural, generador de energía, con el urbano, principal consumidor, de manera sostenible y atendiendo de forma equilibrada a los intereses de ambos ámbitos. 

La transición hacia la hegemonía de las renovables vuelve a poner en valor la generación local y distribuida de energía y de baja potencia (la energía solar, el viento, la biomasa o el potencial hidráulico) que, además de un cambio de tecnologías, permitirán formas de explotación y de gestión más descentralizadas y basadas en la cooperación. Se abren así, nuevas posibilidades de empoderamiento de la ciudadanía en relación a la energía y los recursos que piden nuevas soluciones tecnológicas y formas empresariales.

Es decir, el nuevo modelo energético implica una mayor distribución y participación social y territorial, un cambio de paradigma por el que hay más actores (generadores de energía y distribuidores y usuarios organizados) que favorecen que haya más competencia y promueven una mayor implicación activa de los consumidores.

Cambio profundo
Este cambio de modelo implica profundas transformaciones culturales, sociales y políticas lo que “tiene unos retos tecnológicos a partir de la confluencia de la energía y las telecomunicaciones, tiene también unas barreras no técnicas, como la aceptación social, los modelos de negocio y los aspectos legales y de regulación que son capitales para su implementación”, indica Salas. La perspectiva rural añade una nueva dimensión al concepto smart no sólo referida al consumo sino, también, a la obtención y la gestión de recursos.

“Hay que tener presente que el nuevo sistema requiere la adaptación a los ritmos de la naturaleza y pide un regreso de las inversiones a mucho más largo plazo. A la vez también implica un cambio en la cultura del consumo donde el usuario tiene más responsabilidad”, afirma Verònica Kuchinow presidenta del Comité organizador del Rural Smart Grids. Se apuesta, además, por una filosofía de la economía circular que asegure la sostenibilidad del país. 

De hecho, las rural smart grids y el fomento de las renovables son la aplicación a la energía de esta concepción económica. La economía circular pretende reducir al mínimo el consumo y la producción de residuos pero, también, busca la conversión de estos últimos en recursos a partir de una gestión adecuada.

Desde el Congreso Rural Smart Grids se apuesta porque el regulador establezca un marco adecuado que favorezca el desarrollo del sector de la generación de energías renovables distribuidas. “La regulación es un elemento fundamental por catalitzar la incorporación generalizada de las tecnologías smart grid”, afirma Salas. El objetivo es, como en los modelos de otros países europeos, garantizar que los beneficios lleguen realmente a los consumidores y que se aprovechen las nuevas posibilidades que se abren y que piden nuevos tipos de empresas y de modelos de negocio.

 

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