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Energía 2.0: más de lo mismo, sin embargo…

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Ante los acontecimientos, algunas grandes empresas eléctricas, más bien pocas, reaccionaron, intentando adaptarse a los cambios, desarrollando un nuevo modelo eléctrico que llamaremos electricidad 2.0, dado que aceptan incorporar en su mix de generación fósil–nuclear, las tecnologías renovables (con grandes parques eólicos y grandes centrales solares), eso sí, sin modificar ni un ápice la estructura del sistema eléctrico. A la vez, estas mismas empresas iniciaron la guerra contra la generación renovable, haciendo frente abiertamente a la generación distribuida en manos de terceras partes que no fueran ellas mismas.

Con todo ello, tenemos una situación de guerra abierta entre los que controlan las grandes corporaciones eléctricas y los usuarios de la electricidad, que hasta entonces eran sus clientes–usuarios, pero que, con la apropiación social de las tecnologías renovables que se está produciendo en los últimos años, van dejando atrás su papel de usuarios–consumidores pasivos, convirtiéndose en activos productores de electricidad, sin dejar de ser usuarios de energía eléctrica. Por eso hoy se puede hablar de productores–usuarios ("producers-users: produsers").

A medida que cada vez hay más “produsers” de electricidad, las grandes empresas eléctricas ven mermar su negocio (centrado tradicionalmente en la venta de kWh, desde que se inventó el contador de unidades de electricidad) e incluso ven como se pone en peligro su continuidad, debido a que se produce un estancamiento en las ventas de electricidad, habiendo hecho grandes inversiones en infraestructuras de generación (centrales de ciclo combinado de gas e infraestructuras de transmisión, todas ellas, inversiones imprudentes), cuando el reto es hacer que las redes de distribución sean bidireccionales y abiertas a cualquier generador, por pequeño que sea.

Incluso cuando se ponen a desarrollar lo que se llama 'redes inteligentes', poco hacen más que poner contadores digitales 'inteligentes' para poder hacer las lecturas sin tener que ir al domicilio de los usuarios, pero que no permiten ni establecer comunicación bidireccional, ni proveen datos en tiempo real a los usuarios, ni posibilitan integrar software para la gestión automática del uso de energía en casa, ni están equipados para dar respuesta local desde la demanda, cuando éste tipo de contadores podrían dar todos estos servicios y dotar de un buen nivel de real inteligencia al sistema, pero las eléctricas 2.0 demuestran poca voluntad en utilizar todas estas oportunidades.

El aumento de la generación distribuida de electricidad a partir de fuentes renovables y la propiedad de estas instalaciones por parte de los usuarios son una clara disrupción del modelo de negocio eléctrico que ha dominado todo el siglo XX y aún pretende dominar, como lo demuestra el hecho de que las empresas eléctricas hayan optado, mayoritariamente, por hacer frente a esta situación de disrupción haciendo lo que ya dijo el Mahatma Gandhi con respecto a las entidades atrincheradas: "primero te ignoran, luego te ridiculizan, luego te combaten y finalmente los ganas".

Durante muchos años las empresas eléctricas ignoraron y ridiculizaron la generación distribuida de electricidad a partir de las fuentes renovables de energía, pero hoy esto ya no es posible. Dada la amenaza en la línea de flotación de las eléctricas que supone la generación distribuida, éstas han decidido combatirla, situación en la que hoy nos encontramos.

Pero ¿cuáles deberían ser los principios que guien la electricidad 2.0, además de los clásicos principios de proveer un servicio eléctrico al alcance y seguro, propios de la electricidad 1.0? Esos principios son: reducir las necesidades de energía mediante no sólo su generación eficiente, sino también, haciendo un uso eficiente de la energía; reducir las emisiones de CO2 abandonando la generación de electricidad a base de quemar combustibles fósiles poniéndose a generar electricidad con renovables; aumentar la eficiencia de las redes de distribución, con redes inteligentes que permitan la circulación en ambos sentidos, responder desde la demanda, generar localmente a partir de las fuentes renovables; aumentar la flexibilidad de la red para dar cabida a cada vez mayor proporción de renovables variables, bien sean generadas por las empresas eléctricas, bien lo sean por usuarios generadores particulares.

Estos principios, hoy por hoy, no casan con la típica práctica de los negocios eléctricos, pero son indiferentes a la oportunidad económica, o sea que los principios de lo que se denomina electricidad 2.0 pueden ser implementados a través del control de las redes por parte de las empresas eléctricas (y con los beneficios correspondientes) o pueden ser llevados a cabo en el marco de una economía eléctrica descentralizada y democratizada.

Los cambios estructurales para lograr estos principios tienen dos puntos en común: 1) un planeamiento que integre los recursos a nivel local y regional (asegurar que cuando se planee aumentar la capacidad de generación y/o de redes, las empresas eléctricas –o los gestores de las redes– consideren qué necesidades pueden ser cubiertas con soluciones locales que incluyan tejados solares, almacenamiento de energía, vehículos eléctricos e, incluso, medidas que no requieran capital, tales como electrodomésticos inteligentes y controlables), y 2) una operativa independiente y neutral del sistema de distribución (eliminar el conflicto de intereses que hace que las empresas eléctricas prefieran construir nuevas infraestructuras antes que llevar a la práctica la eficiencia, o permitir la generación local por parte de la competencia o por parte de los sus mismos usuarios).

Para hacer posible la electricidad 2.0 se precisa de un papel activo por parte de los reguladores. Pero, hoy en día, vemos cómo buena parte de los reguladores han sido cooptados por las grandes empresas eléctricas, lo que quiere decir que regulan en función de los intereses de las grandes empresas y no al servicio del interés común.

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