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El cuento (falso) que hay que cambiar

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Hace dos años, durante una charla en la Universidad, una alumna de periodismo se echaba las manos a la cabeza al oír que se podría reducir la intensidad lumínica en algunas carreteras de España para ahorrar energía. Poco después, en febrero de 2011, llegaría el anuncio del ex ministro socialista de Fomento, José Blanco, dispuesto a recortar hasta en un 50% el gasto en iluminación. Anuncio que al final quedó en nada.

El argumento de la estudiante coincidía más o menos con el de algunas asociaciones de automovilistas que criticaban la medida: podría ser peligroso y generar más accidentes. Podría. Pero el exceso de velocidad en las carreteras es, dicen, la primera causa de accidentes de tráfico. Y cada vez que se ha propuesto o se ha tomado la decisión de bajar el límite de velocidad han llovido críticas a mares. Como si el argumento de la seguridad aquí fuera menos relevante.

El caso viene a cuento porque parte de la redacción de Energías Renovables anda este año por Inglaterra. Concretamente por Bristol, que con 400.000 habitantes es una de las ciudades más importantes del sur del país. Una de las cosas que más llaman la atención es que por aquí apenas hay autovías y autopistas, y alguna, como la M-32 que entra por el norte, no tiene ni una sola farola hasta que se alcanzan las primeras calles de la urbe. Calles que, por cierto, necesitarían un repaso en su mantenimiento a los ojos de cualquier español.

Más cosas. En Bristol se recoge la basura una vez a la semana. Una. Separada, eso sí, en ocho tipos de residuos para facilitar su reciclaje. Y si quieres llevar algún trasto viejo a uno de los puntos limpios de la ciudad prepárate para hacer cola porque la respuesta ciudadana es abrumadora. Es verdad que hay poca edificación en altura y muchas casas cuentan con un pequeño jardín que facilita esta práctica.

Pero hay más: las casas bajas te permiten ver los tejados y descubrir cientos de instalaciones fotovoltaicas que se reparten por esta tierra donde el sol no es precisamente el gran protagonista. A principios de 2012 había 1 GW fotovoltaico en el Reino Unido (el objetivo es llegar a los 20 GW en 2020) y la mayoría son instalaciones domésticas de autoconsumo con balance neto. Ese que no dejan que tengamos en España y que ya disfrutan en otros países como Alemania, Dinamarca, Portugal, Italia o EEUU.

En España preferimos dedicar el dinero público a cosas más útiles. Tenemos que rescatar a las empresas concesionarias de las radiales de Madrid pero el PP en la Comunidad sigue dispuesto a invertir una millonada en cerrar la M–50 por el Monte del Pardo. Y de paso damos de comer a las constructoras que lo están pasando muy mal. Preferimos considerar una propuesta estúpida eso de reducir la iluminación en las carreteras y vemos problemas insalvables para legislar sobre el autoconsumo con balance neto. Porque ni lo primero ni lo segundo interesa a las eléctricas, que lo están pasando muy mal. Y tenemos que rescatar a los bancos mientras muchas personas deciden quitarse la vida abrumados porque no pueden pagar su casa.  

Nos dicen que el sistema funciona así. Pero no es verdad. Basta darse una vuelta por Bristol. O por muchos otros sitios. Las cosas se pueden hacer de otra manera. No es posible que los oligopolios financieros, energéticos o constructores decidan por boca del gobierno de turno lo que hay que hacer. Porque lo que les interesa a ellos no es lo que interesa a los ciudadanos. Y es probable que esta crisis, entre golpe y golpe, nos ayude a entenderlo.

Os deseamos lo mejor para 2013.

Hasta el mes de febrero.

Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com

Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com

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ANTONIO HIGUERAS
No puedo estar más de acuerdo con vostros y también me pregunto cuándo se legislará para beneficiar "también" al ciudadano y no sólo a los oligopolios?
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