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Jordi Serrano, director del negocio de Distribución de Material de Energías Renovables del Grupo JAB

“Queremos hacer llegar el discurso fotovoltaico al electricista de toda la vida”

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Jordi era apenas un adolescente –corría el año 78– cuando en sus manos cayó una edición de la revista Integral. Aquel número incluía un monográfico –El Sol para todos– que “fue el culpable de que yo metiera la nariz en esto de la energía solar”, me dice. Un par de años después de aquel encuentro, su padre, que trabajaba en una empresa de inyección de polímeros, le trajo “una célula fotovoltaica redonda, marca Kontact, que en su fábrica estaban ensamblando en una especie de juguete de plástico”. Una célula de juguete con la que Jordi empezó a trastear... aprovechando otro juguete de aquella época de adolescencia: “la conectaba a un pequeño motor del juego Electro L… y funcionaba”.
“Queremos hacer llegar el discurso fotovoltaico al electricista de toda la vida”

Serrano conserva en su despacho aquel monográfico y sigue convencido de que hay que “conectarlo” todo (ahora organiza unos encuentros gastronómico lúdico laborales –a los que llama PV Porrón– “donde el ambiente gourmand y el networking –explica, divertido– acaban fructificando en forma de colaboraciones, tan necesarias ellas en nuestro negocio, en el que, sin lugar a dudas, la unión hace la fuerza”). A estas alturas, el señor Serrano ya es hombre de currículo largo (25 años en el sector): autor del pionero “Manual del Usuario de Instalaciones Fotovoltaicas” (año 2001), profesor del Máster en Sostenibilidad de la Cátedra Unesco, coordinador durante seis años de la asociación de difusión de la energía solar SEBA, responsable de ventas en Ecotècnia, en SunTechnics, en REC… En fin, un profesional que, 25 años después de aquella célula redonda –Kontact–, sigue buscando conexiones. Ahora, en fase JAB.

¿Quién es Jordi Serrano?
Un profesional de la energía renovable, que ha trabajado en la fotovoltaica toda su vida. Era mi pasión, y se convirtió en mi trabajo.

¿Cómo empezó todo?
Bueno, en la editorial de la revista Integral había un familiar mío trabajando. Y cayó en mis manos un monográfico en el que hablaban de la energía solar fotovoltaica. Ahí me enganché. Y luego… la curiosidad y ciertas casuísticas [me cuenta la anécdota de la célula redonda marca Kontact]. Así fue cómo empecé a meterme en esto de la electricidad. Estudié Formación Profesional de electricidad. Y ahí, en la FP, conocí a Pere Soria, que ahora está en Circutor, y montamos una asociación, que se llamó Solavent, para la divulgación de las energías renovables, en el año 88: íbamos dando charlas por las escuelas y hacíamos encuentros científicos con estudiantes… con una pequeña placa solar y cuatro gadgets… explicando a la gente cómo funcionaba la fotovoltaica.

Pero supongo que eso no daría de comer…
No, en ese momento no me daba. Trabajaba en la Cruz Roja conduciendo ambulancias, ocho años [se ríe], y en los helicópteros de Bomberos de la Generalitat, en la extinción de incendios. Luego tuve la suerte de entrar en ABB Motores. Allí bobinábamos motores eléctricos para aerogeneradores, en el año 91, más o menos. A mí me encantó el tema, y me ficharon en el departamento comercial. El caso es que la gente de ABB me propuso que estudiara ingeniería, y me sugirieron una jornada a tiempo parcial. Trabajaba solo cuatro horas por la mañana y por la tarde hacía la carrera en la Politécnica de Cataluña. Ellos me pagaron la carrera de ingeniería industrial en la Politécnica, salí después de ABB, entré en este sector, y en la fotovoltaica llevo 25 años.

Comercial por las mañanas, ingeniero por las tardes, ¿y después?
Cuando acabé la carrera me marché de ABB y empecé a hacer cursos del Ciemat. Nos apuntábamos a todo Pere Soria y yo: cursos de Biomasa, de Minieólica, Fotovoltaica en Edificios. Era toda una experiencia. Pasabas en Madrid quince días, te alojabas en el albergue de la Casa de Campo y, cada mañana, ibas en metro al curso, donde conocías a toda la gente que estaba un poco loca por aquellos temas. Estamos hablando de mediados de los noventa.

Es entonces cuando llega la asociación SEBA, Servicios Energéticos Básicos Autónomos…
Sí, entré en SEBA de la mano de Xavier Vallvè. SEBA era una especie de operador energético que lo que hacía era algo muy innovador: era propietaria de los equipos solares fotovoltaicos que instalaba. Estoy hablando de programas europeos de electrificación rural. Hicimos el de La Garrotxa, el más grande de Europa en su género, creo recordar que eran 60 kilovatios pico, 40 masías, aisladas –dispersas, por la montaña de La Garrotxa, que electrificamos con placas solares a 230 voltios. Cuando entré en SEBA tenían diez socios, diez personas con fotovoltaica. Y allí estuve seis años como coordinador. Cuando salí había como 500 asociados, 500 instalaciones.

¿He de entender que SEBA era algo así como una Empresa de Servicios Energéticos?
Algo así, pero como asociación sin ánimo de lucro. La innovación fue esa, que la gente no pagaba la instalación –y estoy hablando del año 94-95-, ellos solo pagaban una cuota de mantenimiento y servicio.

Y, después, tengo entendido que Serrano se fue a una cooperativa.
Sí, me fichó Ecotècnia, para su división solar. Y empezamos a hacer los primeros parques fotovoltaicos en España, en Navarra. Aquella experiencia me sirvió para aprender cómo funciona una gran empresa, o una gran cooperativa. Ecotècnia nos pagó además algunos cursos de organización empresarial. Luego se empezaron a oír rumores sobre su venta: que si se vendía, que si no se vendía, que si la cooperativa se quería deshacer… Y a mí me salió la oportunidad de irme a Conergy. Me propusieron dirigir la delegación de SunTechnics en Cataluña, y, como la oficina que queríamos montar quedaba cerca de mi casa, en Sabadell, pues me fui con ellos. Lástima que perdí el euromillón, jajaja… porque muy poco después de que yo dejara la cooperativa, y dejara de ser socio, vendieron Ecotècnia a Alstom por 350 millones de euros. Y yo tenía una participación bastante importante como cooperativista.

Serrano cambia una cooperativa por una multinacional, Conergy, donde pasa dos años; le fichan luego en otra multinacional, REC, el fabricante noruego de módulos fotovoltaicos, y, por fin, JAB… un distribuidor de material eléctrico. ¿Qué hace un profesional de las renovables como Serrano en una empresa como JAB? O, dicho de otro modo, ¿por qué entra JAB en la biografía de Jordi?
El proyecto en el que está embarcado JAB es muy, muy interesante. JAB es una empresa especializada en la distribución de material eléctrico: cable, cuadros, iluminación, transformadores… Saben como nadie lo que es ese negocio; se ve, se palpa en el ambiente que saben cuidar a sus clientes, a todos esos electricistas que llegan a sus almacenes a comprar el material con el que luego harán sus instalaciones. Pues bien, lo que queremos hacer ahora es empezar a distribuir todo tipo de material fotovoltaico desde lo que siempre ha sido un almacén de material eléctrico. Queremos hacer llegar el material fotovoltaico, y el discurso fotovoltaico, al instalador pequeño, al electricista de toda la vida, para que sea capaz de llegar a la masa, al cliente final. Porque no queremos conformarnos con llegar a los de siempre, a los motivados, a los verdes, a los socios de Greenpeace, a los de Som Energia.

O sea, que entiendo que los almacenes JAB quieren añadir ahora a su oferta tradicional –material eléctrico- una nueva gama de producto muy específica -fotovoltaica-, y quieren ofertar esa nueva gama de producto –entiendo- a sus clientes tradicionales, que son los electricistas de toda la vida, no los especializados en energía solar fotovoltaica, sino los profesionales del sector eléctrico en general. ¿Es así?
Sí, esa es la idea. Estamos hablando de profesionales muy cualificados. Gente buenísima que tiene a sus espaldas una gran experiencia, pero a la que, sin embargo, nadie le ofrece fotovoltaica. Esos son los candidatos: instaladores, electricistas, profesionales que se ocupan del mantenimiento del proceso industrial de una empresa, de la reparación, del cableado de naves nuevas. Nosotros creemos que ese ejército de profesionales puede llegar, está llamado a llegar, al usuario de a pie. Esta gente está haciendo mantenimientos industriales, tienen la confianza de sus clientes y, en un momento dado, pueden proponerles -¿por qué no?- una instalación solar fotovoltaica para autoconsumo, por ejemplo.

Estamos hablando pues de ensanchar el horizonte de negocio del electricista de toda la vida. De diversificar, como se dice ahora… ¿Y no habrá que enfrentarse a ciertas inercias? Porque no siempre es fácil salir del sota, caballo y rey…
Sí, sin duda: el objetivo es llegar al instalador eléctrico habitual, para que él llegue al cliente final habitual. Y está claro que, para lograr eso, el instalador tiene que saber vender fotovoltaica, y tiene que contar con un stock. Bueno pues en JAB le vamos a asegurar el stock, pero es que, además, nos vamos a preocupar por apoyar a las empresas que desconocen la tecnología solar. ¿Y cómo vamos a hacerlo? Pues con formación, con asesoramiento técnico. Los equipos y los materiales están ahí, todo está probado, hay soluciones para cualquier aplicación y, sobre todo, hay miles de ciudadanos que van a montar instalaciones en sus domicilios para autoconsumir, pero que necesitan que su instalador de confianza se lo proponga sin ninguna duda. Pues bien, ahí va a estar JAB. Realizaremos periódicamente campañas de formación a nuestros clientes, específicas para cada aplicación, daremos apoyo técnico en la planificación y legalización de instalaciones tanto aisladas como conectadas a la red. Más aún: en temas de financiación, que es otra de las barreras en este sector, vamos a poner soluciones encima de la mesa, prácticas y reales, para todos nuestros clientes.

¿Hay mercado, pues?
Sin duda. En todas partes lo va a haber, pero en los países del sur de Europa –Italia, España, Portugal y Grecia– más aún, porque aquí se amortiza todo mucho antes.

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