Según hace constar la agencia EFE, Ramón Larramendi, Ignacio Oficialdegui, Javier Selva y Juan Pablo Albar llegaron al Polo Sur sin haber sufrido grandes problemas: "sólo reparaciones menores y la rotura de un raíl que se entablilló", según ha explicado Albar, investigador del Centro Nacional de Biotecnología de la agencia estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.
El trineo fue construido con madera de fresno, polietileno de alto peso molecular y aluminio, entre otros materiales, y para moverse aprovechaba la fuerza del viento a partir de 12 cometas de distintos tamaños, que van desde los 5 a los 80 metros cuadrados, en función de la fuerza y la dirección del aire.
Con velocidades máximas de hasta 40 kilómetros por hora, para lo que se necesita que el viento tenga una intensidad de entre 6 y 60 kilómetros por hora, el trineo navega a una velocidad crucero de entre 10 y 15 kilómetros por hora.
Además cuenta en los laterales con paneles fotovoltaicos para poder recoger y almacenar la energía solar, que ha servido de calefacción de la tienda.
Según Albar, la travesía ha demostrado "que se pueden hacer este tipo de expediciones con un vehículo totalmente limpio", en una zona "de extremada riqueza desde el punto de vista de conservación" y por la importancia de los polos en el mantenimiento del clima global.
El proyecto, patrocinado por Acciona, permitirá a los investigadores eliminar la necesidad de una base fija, ya que se podrían sustituir por varios grupos de trabajo móviles. Esta expedición es la continuación del proyecto Catamarán Polar, que desarrolló el primer trineo propulsado por el viento capaz de moverse de forma eficiente sobre el hielo y que en 2006 cruzó la Antártida, iniciativa en la que también participaron Larramendi y Oficialdegui, además de Juanma Viu.
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