“Antes vivíamos en la oscuridad. Ahora podemos aprovechar el tiempo para hacer las labores domésticas por la noche”. Antes y ahora. Dos tiempos que parecen separados por un mundo cuando la distancia real es de apenas un par de años. Los mismos dos años en los que la vida del boliviano Marcelino Cayata es otra. Los mismos dos años desde que a su comunidad de Sacasaca (en el departamento de Potosí, Bolivia) llegaron los paneles fotovoltaicos. El pretérito y el presente, separados por la distancia que marcan 24 meses, por el abismo que brinda lo que hasta 2008 era un lujo para Cayata: la luz.
Mana kanchu. No hay (en quechua). Es el título del documental didáctico, elaborado por la organización no gubernamental Ingeniería Sin Fronteras (ISF) y Navarra de Cine, que explica cómo un solo ciudadano europeo consume en un día tres veces más energía que tres ciudadanos de Bolivia, Perú y Ecuador. Juntos. Porque no hay. Si seguimos así no hay tiempo, no hay voluntad, no hay futuro, no hay conciencia, no hay sueños, no hay justicia. No hay. Pero si reservamos la energía para el cambio, no habrá indiferencia, no habrá barreras, no habrá desigualdades, no habrá mana kanchu. Es el mensaje que rodea al documental. Y es el hueco que algunos confían cubran las energías renovables.
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