Como ocurrió con la errónea traducción de las cantidades del último informe estadístico sobre la bioenergía en la Unión Europea de la Asociación Europea de la Biomasa (Aebiom), la escritura de cifras en inglés ha vuelto a conllevar una mala traducción al castellano. Los 19.145 MJ/kg definidos en el artículo en inglés (Fuel properties of avocado stone) publicado en la revista Fuel, se quedan en 19,145 MJ/kg en castellano. Un vistazo a una tabla que refleje los poderes caloríficos de cualquier sustancia o combustible, donde el petróleo, el metano o el gasóleo rondan los 40 a 50 MJ/kg, advierte enseguida de la barbaridad de la cifra.
La Fundación Andaluza para la Divulgación de la Innovación y el Conocimiento, conocida como Descubre, daba a conocer la semana pasada esta información, basada en el trabajo de investigadores de los grupos de Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Agricultura y Medio Ambiente de la Universidad de Córdoba y de Ingeniería Rural de la Universidad de Almería. Publicada en la mencionada revista Fuel, la investigación demuestra el poder calorífico del hueso de aguacate para fines de uso doméstico e industrial.
Investigaciones anteriores en Indonesia, Ruanda y España
Ambos equipos realizaron un estudio comparativo con otras biomasas utilizadas para generar energía, como pélet de madera, cáscara de almendra y hueso de aceituna. Los resultados revelan que el hueso del aguacate tiene un poder calorífico medio de 19,145 MJ/kg. Según uno de los investigadores del grupo de la Universidad de Córdoba, Alberto J. Perea, “esto le otorga unas propiedades óptimas como fuente de energía térmica equiparable a otros biocombustibles comercializados actualmente”; con una diferencia: “el proceso que necesita la madera para eliminar su humedad es costoso y contaminante y con el aguacate se evitan estos inconvenientes”, añade Perea.
Sin embargo, en contra de lo que refleja el artículo (“según los expertos, se trata del primer estudio que considera las posibilidades energéticas de este fruto”) no es la primera investigación que indaga en este campo. En 2009, científicos del Departamento de Ingeniería Química del Instituto Tecnológico Sepuluh Nopember de Surabaya (Indonesia) estudiaron la producción de biodiésel a partir del aceite de la semilla de aguacate. Un año después, en 2010, dos investigadores de la Universidad de Ruanda presentaron un trabajo en el mismo sentido en la 18th European and Biomass Exhibition, celebrada en Lyon (Francia).
En 2014 llegaría uno de los estudios más completos en este campo, realizado por un equipo de investigadores españoles de la Universidad Politécnica de Madrid y chilenos de la Universidad Técnica Federico Santa María. El estudio definía las características de las semillas de aguacate y su posible uso como combustible utilizando diferentes tecnologías, como la gasificación y la pirolisis. Además, mostraba un análisis preliminar sobre la densificación mecánica para la producción de pélets.
Una fruta con un consumo en aumento e impactos peligrosos
En todos los trabajos se resalta las grandes posibilidades de aprovechamiento energético que tienen los restos de aguacates que ahora se desechan, en especial su semilla. En el trabajo reseñado por la Fundación Descubre se dispuso de huesos que se desechan en el proceso de elaboración del guacamole de tres fábricas localizadas en la zona de Vélez Málaga. “Con esta investigación ponemos en valor un producto de desecho al mismo tiempo que añadimos una nueva energía limpia como combustible”, apostilla Perea.
El estudio también reconoce el incremento del consumo mundial de aguacates, que le sitúa como cuarta fruta tropical más vendida. Sin embargo, este consumo lleva aparejada una expansión de su cultivo que interfiere a veces con entornos de alto valor ecológico. Es el caso de las reservas naturales de la mariposa monarca en Michoacán (México). Hace unos días el New York Times se hacía eco de este impacto y un mes antes, la BBC recogía datos de la secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán que cuantifica los cultivos ilegales de aguacate en unas 20.000 hectáreas, la mayoría a costa de robles y pinos.
