josé a. alfonso

Papá, tengo frío

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Conducía camino de Valladolid. Mañana soleada, pero fría, en busca de una miaja de calor en tierra de rudeza helada. Carretera nacional, nada de peaje, destino de Expobioenergía y en mi cabeza se repetían dos palabras convertidas por necesidad social en hashtag: #pobrezaenergetica. Es, sin duda, la expresión actual (por moderna) de un concepto mucho más simple: “Papá, tengo frío”, generalizado a 2 millones de hogares en España. Sí España, ese país donde las empresas de energía reciben el asesoramiento de quienes fueron presidentes y ministros del gobierno de todos.

La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético denuncia que la pobreza energética afecta a un 10% de la población, más de 2 millones de familias, que este invierno no encienden la calefacción porque no tienen con qué pagarla.  Una realidad convertida en actos de protesta en la calle a la que otros asisten, calentitos, desde sus despachos y balances. A modo de ejemplo. Eduardo Montes, presidente de la patronal eléctrica UNESA, escribía sobre el recibo de la luz y explicaba que su importe incluye partidas vinculadas con el suministro y otras que “son costes políticos fruto de las decisiones que han adoptado los diferentes gobiernos. Este es el caso, entre otros, del bono social, una iniciativa de política social que, como tal, debe ser asumida por el Estado, pero no por los accionistas de ninguna compañía”. Así decía Montes.

No sé si es adecuado que el “bono social” (dádiva que manifiesta con rotundidad el fracaso de una sociedad incapaz de asegurar la energía de sus ciudadanos) lo pague el Estado o los accionistas de las grandes compañías eléctricas. Lo que es inadecuado, por evitar el calificativo de trazo grueso, es que el presidente de UNESA lo cuestione en un periódico que podría estar leyendo, o utilizando como combustible para hacer fuego, una persona que en el mejor de los casos dispone de un infiernillo bajo la mesa camilla para calentarse los pies por gracia del bono social.

Por contraste. En lo que va de año 2013, Iberdrola ha declarado un beneficio neto de 2.275 millones de euros, Endesa (luz-gas-personas dice su publicidad) de 1.551 y Gas Natural Fenosa de 1.120. Todas ellas, incluidas las no mencionadas,  forman un entramado oligopólico indestructible que suma fortaleza propia y el beneplácito de quien las malcría sin tapujos. Una red de intereses tan alejada de la sociedad como para permitirse despreciarla, con rotundidad, sin apariencia, como puso de manifiesto su comportamiento ante el intento de compra colectiva de energía puesta en marcha por la OCU con el apoyo de casi medio millón de ciudadanos.

“La subasta dual (electricidad y gas) celebrada el día 17 quedó finalmente desierta”, explica la OCU a uno de los interesados. “Ninguna de las 6 compañías que ofrecen servicios de gas y electricidad aceptó ofrecerte una tarifa que abarate tu factura de energía”. Y al desprecio (se permiten rechazar cualquier iniciativa porque el ciudadano es un cliente cautivo) se añade una característica del mercado del gas, la ausencia de pequeñas comercializadoras o, si se prefiere, la más estricta ausencia de competitividad.

Camino de Valladolid (Papá, tengo frío) paladeo una victoria en forma de caldera de biomasa. El placer de llamar a la compañía del gas para espetar “me doy de baja” y exigirle que se lleven de la valla de mi casa el contador que cada mes me alquilan. Porque la valla es mía. Intento recordar ¿cuánto ha subido el gas? Es indignante. Un 300% en los últimos 10 años, aseguran algunos. Un 48% desde 2005, calculan otros. No es fácil hacer la cuenta. Cualquier información al respecto está dispersa, fragmentada, compartiendo espacio en una tabla de Excel con cientos de dígitos, pequeños y escurridizos. Eso sí, recuerdo con claridad que en el último recibo los impuestos y términos fijos sumaban el 61,3% de la factura frente a un 38,7% de gas consumido.

A golpe de biomasa desaparecerán de mi existencia: impuesto especial de hidrocarburos, facturación de término fijo, alquiler del equipo de medida, canon de finca de distribución y el 21% de IVA. Por cierto, me parece que roza el ultraje que se aplique el Impuesto del Valor Añadido a, por ejemplo, el impuesto especial de hidrocarburos. ¿Impuesto sobre impuesto? ¡Cuánto nos imponen!

Entro en Expobioenergía y ahí están. Los expertos confirman que la biomasa térmica es la más exitosa de la feria. Hace mucho frío, pienso. Verdes, rojas, para calefacción, para agua caliente sanitaria… La tecnología existe. Eficiente, satisfactoria para mi necesidad. Cara para mis recursos, pero tentadora, con plazos de amortización razonables. Sueño con un crédito bancario. Y me despierto del bofetón. Te despidieron hace meses ¿recuerdas? Busco ayuda y encuentro BIOMCASA II, un “Programa para la ejecución de proyectos de biomasa térmica en edificios”, leo en la página web del IDAE, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía. Profundizo. El asunto se regula en las 27 páginas de una resolución del BOE. Comienzo a leer. En la segunda página desespero: (…) “que actúen en el sector del aprovechamiento energético de la biomasa y que puedan actuar como empresas de servicios energéticos”. No doy el perfil.

Ayudas al cambio de calderas de carbón, de ventanas, de acristalamientos…, todas pretérito. Inexistencia de apoyo para el más frágil e impedimentos para quien persigue la autosuficiencia. ¿Abandonar el sistema? Ni lo intente. Hace décadas José Luis Corcuera inventó la llamada “patada en la puerta”. Ahora José Manuel Soria legisla (o pretende) la “patada energética”. Una enmienda del Partido Popular al Proyecto de Ley del Sector Eléctrico permitiría que inspectores entrasen en domicilios particulares sin orden judicial para comprobar si una instalación solar fotovoltaica ha sido instalada y funciona de acuerdo a la ley. Vamos, para evitar el autoconsumo de electricidad solar que, realizado sin los criterios pertinentes de Industria, puede penarse con una multa de hasta 60 millones de euros.

Recapitulo. Biomasa, no. Autoconsumo, no. Insisto en la búsqueda y encuentro una noticia en la que se asegura que Endesa está ofreciendo a clientes con dificultades la firma de créditos rápidos con Cofidis. La tarifa sube, el cliente no puede pagar… Solución: suscribir un crédito al 22,95% TAE. Una vuelta más del garrote vil no se nota, como mucho termina por partirte el cuello.

Dos citas me escuecen, maldita memoria. La primera muy reciente, de Jorge Fabra, miembro fundador de Economistas Frente a la Crisis, que afirmó: "En la energía eléctrica de origen nuclear el margen de las empresas es del 200% y en la de origen hidráulico de hasta el 700%”. Y la segunda más antigua, data de 1838. Charles Dickens escribió la historia de Oliver Twist, ese chico que en el hospicio se atrevió a pedir más pan porque tenía más hambre. El director del hospicio le encerró durante una semana en un cuarto oscuro y frío. Solo se le permitió salir para ser azotado en el comedor delante de sus compañeros.

Vuelvo a escuchar: Papá, tengo frío; mientras quemo las páginas de Oliver Twist para iniciar un fuego. Sé que usted, señor Dickens, lo entendería.

Si lo deseas, puedes enviar tus comentarios, quejas y/o preocupaciones a: ciudadanos@energias-renovables.com

 

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Juhani
Si España hubiese apostado por la energía solar térmica al principio del boom inmobiliario muchos de los que no pueden permitirse el lujo de quemar gas en sus calderas podrían almenos tener agua caliente gracias al sol. ¿De quién es la culpa? De quién consideró que era mejor negocio comprarle el gas allende el mar y no aprovechar el sol patrio. Traidores
Von Guillotin
La estrategia del mamoneopolio es obligar a la gente a convertirse en delincuentes, esto es, actual al margen de la ley que todos sabemos corrupta y estúpida. Sin embargo olvidan que cuando la mayoría tiene razón, acaba triumfando. Y al final se trata de razón y no de ley.
I.Maule
Terrorífico, pero tienes razón punto por punto. Nada que añadir, excepto la profunda indignación, que compartimos. A veces uno se pregunta si solo es un mal sueño. Pero no, pellizcándose se ve que es real. todosobreenergia.com
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