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Las renovables, el petróleo y la envidia

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¿Es posible que haya personas que crean que las grandes eléctricas y los jeques árabes tienen derecho a forrarse pero un pequeño inversor español no debería recibir las primas por su producción renovable, tal y como contempla la ley?  Jorge González Cortes, director comercial y de Marketing de Gesternova*, destapa a los envidiosos.
Las renovables, el petróleo y la envidia

Hace unos días leía en un periódico cuyo nombre no quiero citar porque es confidencial, un artículo sobre el coste de las primas de las renovables en el sistema en el que el periodista, confundía como siempre churras con merinas.  Si es por desconocimiento me brindo a explicárselo cuando quiera.

El caso es que a continuación leía los comentarios de los lectores que hacían uso de su libertad de expresión.  Leí a uno en particular que abanderando un falso liberalismo no podía dejar de sorprenderme. Hacía un chascarrillo el lector afirmando que los productores de renovables se preocupan más por perder “el chollo” de las primas que por la prima de riesgo. Más allá de lo ingenioso, me preocupa la ignorancia de quien alegremente se burla de aquellos inversores que al amparo de una regulación promulgada por el Gobierno de turno, dedica sus recursos económicos a invertir en energías limpias, sea con ánimo de lucro o con motivación medioambiental. Cualquiera de las dos es válida.

Este lector que desahogaba su frustración contra las renovables (a pesar de que era viernes), pecaba a mí entender de la clásica envidia nacional. Como comentaba un buen amigo en una ocasión, nos molesta que nuestro vecino, invirtiese en su día un dinerito en renovables  y que gracias a eso, pudiese comprarse un monovolumen mejor que el nuestro y nos alegramos cuando leemos en la prensa que 1se le acaba el chollo” y que le recortan las primas.

El gozo llega cuando sabemos que por culpa del recorte, es posible que le embarguen la casa, porque apenas puede pagar al banco la amortización de su pequeña planta fotovoltaica. Eso sería menos trascendente si no fuese porque los mismos que envidiamos al vecino y nos alegramos de que no se enriquezca más, envidiamos de forma sana al jeque de turno cuando paseando por Puerto Banús le vemos despegar en su helicóptero desde la plataforma de su yate de 100 metros de eslora. No somos conscientes de que el yate, el helicóptero y el palacio al que se dirige para derrochar botellas de champagne, se lo hemos pagado nosotros al comprarle gas y petróleo. Es un poco nuestro, de todos los españoles y es por eso quizás, que le miramos con admiración y con una sonrisa bobalicona. Somos unos pardillos.

Existe una parte de la opinión pública, que asume el discurso de las grandes eléctricas que, ya que pasan por aquí, aprovecho para decirles que he encontrado la fórmula que puede reducir a la mitad el coste de las primas de las renovables. Dado que ya que la mitad de su monto total va a las empresas de Unesa, pueden aportar su granito de arena renunciando a ellas. Parece más moderno, sin que nos lo podamos permitir, importar energía al precio que sea, antes que reconocer que las primas de las renovables y los males del sistema no tienen relación. Es el mal uso que se ha dado al concepto del déficit tarifario lo que hoy nos hace deber 24.000 millones de euros a las eléctricas.

Tampoco parece importar que nos cueste alrededor de 60.000 millones al año importar toda esa energía, cuando tenemos unos recursos gratuitos y en abundancia como son las fuentes renovables que hacen a nuestra economía menos dependiente de proveedores poco estables y equilibran nuestra balanza comercial.

Debemos felicitar a los detractores de las renovables porque han conseguido inducir a la opinión pública a asumir varios conceptos que no son ciertos. Uno de ellos es que las primas son subvenciones y no una compensación por los costes evitados de estas tecnologías frente a sus competidoras térmicas.

Las primas no salen de los impuestos. Son parte de los costes del sistema como por ejemplo, los pagos por capacidad con los que se retribuye a centrales de gas. Otro, es que rechazamos la energía nuclear española y consumimos la francesa. Somos exportadores netos de energía eléctrica a Francia y por tanto, no dependemos de su energía nuclear. Vean la página web de Red Eléctrica si no me creen. Dado que disponemos de una capacidad instalada de 106.000 MW, es difícil demostrar que necesitamos importar electricidad cuando nuestras puntas de demanda no superan los 45.000 MW. También se asume que de esa sobrecapacidad de generación, lo que está de más son las renovables.
No, señores. Las renovables han crecido al amparo de la regulación (Directiva Europea y Ley del Sector eléctrico) con objetivos marcados que no se han alcanzado.

Otro mantra repetido es que tenemos la energía más cara de Europa. Precisamente, el precio del pool se contiene gracias a la presencia masiva de renovables en nuestro sistema. El ahorro cuantificado en el año 2010 en el mercado mayorista superaba los 4.800 millones de euros. Si hubiésemos tenido que aportar toda esa energía al sistema con fuentes no renovables, esa cantidad tendría que haberse repercutido a los consumidores, restando competitividad a nuestras empresas.

Todas las posiciones son defendibles, pero es necesario hacerlo con datos objetivos, sin confundir a la opinión pública. Las energías renovables no tienen color político. Son una necesidad estratégica de nuestra economía por su aportación medioambiental, su desarrollo tecnológico y del empleo y el más importante de los pilares de nuestra independencia energética.

* Gesternova es agente de mercado ante OMIE, REE y CNE, y comercializadora de electricidad que suministra exclusivamente energía de origen 100% renovable.

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Carlos
Estoy contigo en todo lo dicho y ya veras lo que tardan en subirse al carro cuando pinten oros.
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