El estudio, titulado "Beneficios en la salud y en el clima de elegir distintas opciones de eficiencia energética y de energía renovable", ha sido publicado en la revista Nature Climate Change, dedicada a difundir trabajos científicos e investigaciones relacionados con el cambio climático.
Así, se evaluó el impacto de cuatro diferentes instalaciones de energía renovables o de eficiencia energética en seis localidades del nordeste del país, del que surgió un modelo para simular y comparar los beneficios en el clima y en la salud de cada uno de los 24 escenarios resultantes. Según el lugar y la instalación, la conclusión fue que los beneficios oscilaron entre 5,7 y 210 millones de dólares al año.
El modelo, llamado Herramienta de Simulación Política Ambiental para las intervenciones de la Red Eléctrica (EPSTEIN, por su acrónimo en inglés) podría utilizarse para tomar decisiones políticas sobre dónde deben situarse instalaciones de energías renovables con el fin de maximizar sus beneficios.
Por ejemplo, el estudio encontró que los parques eólicos construidos cerca de las ciudades de Cincinnati y Chicago produjeron 210 millones de dólares en beneficios anuales de salud, mientras que otro parque eólico en una zona menos densamente poblado del sur de Nueva Jersey produjo 110 millones de dólares en beneficios.
"Este estudio demuestra que la eficiencia energética y las energías renovables pueden tener importantes beneficios tanto para el clima y como para la salud pública, y que estos resultados podrían ocupar un lugar importante al hacer un análisis completo de la relación costo-beneficio de estos proyectos", aseguró el autor líder del estudio, Jonathan Buonocore, investigador asociado en el Centro para la Salud y el Medio Ambiente Global de la Universidad de Harvard, quien agregó que "además, esta investigación muestra que los beneficios para el clima y los beneficios para la salud están a la par con los demás".
Las plantas eléctricas de carbón no sólo emiten dióxido de carbono (CO2), también aportan a la atmósfera óxido nitroso y dióxido de azufre, todos nocivos para la calidad del aire. Según un estudio de la Agencia de Protección Ambiental, publicado en junio pasado, se estima que de continuarse con los ritmos actuales de polución, para fines de este siglo, al menos 57.000 personas morirán cada año por ese motivo en Estados Unidos.