Giles Dickson, director ejecutivo de la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA), cree que “estos números muestran que el viento es el auténtico impulsor de la transición energética en la UE. La eólica es una industria madura. Tiene sentido económico y contribuye de manera significativa a los objetivos de seguridad energética y de competitividad de Europa”.
El conjunto de las tecnologías renovables representó el 77% de toda la nueva potencia instalada en 2015: 22,3 GW de los 29 GW totales.
En cuanto a la inversión, la eólica, tanto terrestre como marina, alcanzó los 26.400 millones de euros, una cifra récord que supone un 40% más que en 2014. Casi la mitad de la nueva potencia se ha instalado en Alemania. Polonia ha ocupado el segundo puesto con 1,3 GW más, seguida por Francia con 1 GW y Reino Unido con 975 MW.
La Asociación Empresarial Eólica (AEE) apunta que “España, con ningún megavatio instalado en el año, se quedó fuera de los 26.400 millones de euros invertidos en el sector eólico. Tan sólo algunos países del Este de Europa, como Bulgaria, la República Checa, Hungría o Eslovenia, cerraron el año también en blanco”.
“Hemos visto una fuerte expansión en Alemania –apunta Dickson– y ha sido un buen año para la eólica offshore. Pero el crecimiento es desigual geográficamente hablando. En países donde la regulación no es clara o resulta poco efectiva los inversores y promotores se van a otro sitio”.
España es un claro ejemplo, insiste AEE: “la última legislatura ha sido la menos eólica desde el año 2000, ya que sólo se han instalado 1.932 MW como resultado primero de la moratoria verde y después, de la reforma energética, que alejó la seguridad jurídica del país. Es más, desde que entró en vigor el nuevo sistema retributivo en 2013, sólo se han instalado 27 MW, un 1,4% del total acumulado en la legislatura”.
La principal consecuencia de la parálisis de la eólica es que España se aleja de los objetivos europeos de consumo de energía a través de fuentes renovables en 2020, que son vinculantes. “La única posibilidad es que se den los pasos adecuados –recuperar la seguridad jurídica, lanzar un calendario de subastas, entre otras cosas– para cumplir con la Planificación Energética a 2020 aprobada por el Gobierno, que cifra en 6.400 MW las necesidades de potencia eólica para cumplir con Europa”.
La política es clave, especialmente cuando miramos a largo plazo. “En este momento solo seis de los 28 países de la UE tienen objetivos claros y políticas en vigor para las renovables más allá de 2020. Vemos más ambición en las economías emergentes, lo que pone un signo de interrogación sobre ese objetivo de la UE de ser el número uno en renovables”.
La propuesta de la Comisión para una nueva Directiva sobre energías renovables, prevista para diciembre, es una “oportunidad clave para impulsar una mayor ambición de los Estados miembros en ausencia de objetivos nacionales vinculantes”.
Puedes descargar aquí el informe completo de EWEA.