China es una potencia en renovables. Con 62,4 GW eólicos instalados hasta principios de año es líder en la energía del viento y cuenta con cuatro de los diez mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo: Sinovel, Goldwin, Dongfang y United Power. En energía solar tiene la mayor capacidad productiva de paneles, tanto fotovoltaicos como térmicos, y la mayor superficie de captadores solares térmicos instalada, estimada en más de 170 millones de metros cuadrados. En el ámbito de la energía hidroeléctrica, suma más de 200 GW, lo que representa más de una quinta parte de la potencia instalada a nivel global. Y destaca también en otros sectores como el del bioetanol (tercer mayor productor por detrás de EEUU y Brasil) o el biogás, con más de 40 millones de hogares chinos empleando biogás mediante digestores domésticos. Son cifras mareantes. Son cifras chinas.
“Pero no debemos caer en el error de entender estas cifras como una barrera sino como la prueba de que la apuesta de China por los recursos renovables es firme, y que su mercado es inmenso. En materia medioambiental le falta mucho por recorrer, y en este contexto la contribución tecnológica extranjera jugará un rol decisivo, tal y como lo ha venido siendo hasta día de hoy”. Es lo que piensa Cosme de Arana, presidente de la Asociación Sino-Española por la Energía y la Sostenibilidad (ASEES), que ve muchas oportunidades de negocio en China relacionadas con las renovables.
ASEES acaba de publicar un informe de más de 400 páginas que lleva por título Oportunidades de negocio en China: Energías Renovables y Medio Ambiente. Es el primer informe de estas características publicado en español y ha sido elaborado en la oficina de ASEES en Guangzhou por un equipo multidisciplinar de diez consultores bajo la dirección de Cosme de Arana.
El informe incide en que el momento actual es crítico para ambos países: China se enfrenta a una crisis energética y ambiental sin precedentes. España se enfrenta a una crisis estructural de su modelo productivo que sólo puede superarse mediante innovación y apuesta por los sectores donde mantiene liderazgo a escala mundial, como las renovables. Uno de los países con mayor potencial para canalizar la capacidad tecnológica desarrollada en España durante las últimas décadas, importando productos, desarrollando proyectos de infraestructura, o adquiriendo tecnología y conocimiento, es sin duda China.
Más allá del copia–pega
Su modelo de desarrollo ha seguido un mismo patrón en los distintos sectores industriales, y las renovables no son ajenas a este proceso. Frente a la escasez de desarrollo tecnológico, el país se ha servido de tecnologías extranjeras para forjar un tejido industrial local de forma acelerada. Este hecho ha contribuido a la visión del copia–pega que se asocia a las prácticas industriales en China. Pero según Cosme de Arana “esta situación está cambiando, especialmente desde el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el 2001. La evolución de la economía china también ha traído avances en materia de protección de derechos de propiedad intelectual, tal y como lo demuestra la existencia de una estrategia nacional para la protección de los mismos”.
E insiste para aquellos que se muestran dubitativos que “llevando a cabo una especial atención hacia cómo han de realizarse los trámites en materia de propiedad intelectual en China, las oportunidades de negocio no han de verse reducidas. Junto al continuo avance de la tecnología doméstica, son numerosos los casos de empresas extranjeras que han exportado su tecnología con éxito en el mercado chino”.
Parece evidente que China seguirá desarrollando productos de alta tecnología, y es de esperar que a medio plazo lidere muchas de las tecnologías renovables. Con estas previsiones, en lugar de arrojar la toalla, las empresas españolas deben posicionarse y buscar la mejor estrategia para jugar sus bazas en ese crecimiento. Sin olvidar que esas prácticas comerciales irregulares de las que habitualmente se acusa a China “responden a menudo al proceso de apertura de la economía planificada a las reglas del libre mercado, así como a una paulatina sustitución de las potencias dominantes.
Los principales conflictos de los que hemos sido testigos durante el pasado año entre EEUU y China en los sectores fotovoltaico y eólico así lo demuestran. Estas hostilidades no son más que el resultado del intento, por parte de ambas potencias, de posicionar sus respectivas industrias en el liderazgo mundial”, apunta de Arana.
Planes que se cumplen
Entre las herramientas con las que el gobierno está afrontando el cambio de modelo de crecimiento se encuentra el XII Plan Quinquenal 2011- 2015, que tiene como objetivo principal la transformación del patrón de crecimiento del país, focalizando en la promoción del consumo interno y el desarrollo del sector servicios, además de prestar una especial atención a las políticas ambientales. “Y si algo hay que reconocer a la política de Beijing, es que las intenciones del gobierno se materializan con firmeza y celeridad”, reconoce Cosme.
China ha basado su desarrollo económico en un sistema mixto, una economía planificada de base socialista pero a la vez abierta al libre mercado. Y ya es la segunda potencia económica mundial en términos de PIB, el primer exportador mundial y el segundo importador, el segundo mayor destino de las inversiones de capital extranjero y el mayor poseedor de reservas de divisas extranjeras.
Dentro del mercado energético chino, el sector petrolero está mayoritariamente controlado por tres grandes empresas estatales: China Petroleum & Chemical Corporation Ltd. (SINOPEC), China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), y China National Petroleum Corporation (CNPC o también conocida como PetroChina). En cuanto al sector eléctrico, existe un claro dominio por parte de cinco grandes holdings estatales: China Huaneng, China Datang, China Huadian, Guodian Power y China Power Investment, conocidas comúnmente como las Big Five, que gestionan más del 80% de la capacidad eléctrica y que son el resultado del proceso de reforma que concluyó en 2002 y que tuvo como objetivo el desmantelamiento del monopolio eléctrico por parte de la State Power Corporation. El 20% restante es gestionada por empresas independientes, a menudo en colaboración con la parte privada de las compañías estatales.
