El avión, que está en fase de desarrollo, es contemplado con una turbina dual, alimentada con combustible convencional para el despegue, y con electricidad en el momento de alcanzar la velocidad de crucero, con lo que no sólo se conseguiría una reducción de combustibles -se cree que se requerirá sólo el 30 por ciento de un avión tradicional actual- sino una considerable merma en la emisión de gases de efecto invernadero y también en el impacto sonoro.
Varios aspectos técnicos son tenidos en cuenta en el proceso. Uno refiere al actual desarrollo de las baterías, que serían recargadas en cada aeropuerto. Los investigadores refieren que la tecnología de acumulación portable de energía debe todavía mejorar mucho más de lo que hoy ofrece, más aún si se tiene presente en la enorme envergadura y requerimiento de energía que demanda una nave aérea, cuyo peso probablemente aumente considerablemente por la utilización de las baterías.
También, en el aspecto aerodinámico, se contemplan unas alas que se extenderían en vuelo a casi el doble, y se recogerían en el momento del aterrizaje. Esto proporcionaría mayor sustentación y rápida elevación y como consecuencia menor demanda de energía.
No es esta la única línea de investigación que se desarrolla en el campo de la aviación para cambiar su actual paradigma energético; más allá de la búsqueda de jet fuel basado en materias primas no fósiles, existen también investigaciones con la pila de hidrógeno o metano, combustibles criogénicos, motores enfriados criogénicamente y tecnologías asociadas, y baterías avanzadas.
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