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Biomasa y solar aportan energía, seguridad y desarrollo a Mali

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Un nuevo proyecto de Plan España en Mali demuestra la versatilidad que ofrece la apuesta por las energías renovables. Treinta comunidades mejorarán aspectos como la seguridad, la educación y la sanidad de sus habitantes y fomentará el empoderamiento de las mujeres en un proyecto a tres años que cuenta con la solar fotovoltaica y la biomasa, vía cocinas mejoradas, como renovables destacadas. El presente reportaje lo puedes encontrar también en la versión en papel del número de mayo de la revista Energías Renovables.
Biomasa y solar aportan energía, seguridad y desarrollo a Mali

¿Pueden las energías renovables resolver problemas de acceso a la educación, de seguridad para niñas y mujeres, de emigración de jóvenes y de salud en países en desarrollo? Sí. “Especialmente las niñas corren mucho peligro cuando se adentran en zonas urbanas y rurales donde reina la oscuridad, por lo que incluso se ven obligadas a no salir en cuanto cae el sol; en estos casos, la simple instalación de un farola alimentada con energía solar supone aumentar su seguridad”. Carlos Sordo, gerente del área de Energías Renovables y Eficiencia Energética de Plan España pone uno de los muchos ejemplos de la resolución de problemas que aportan las energías más limpias. “No perseguimos la luz por sí misma, sino dentro de un modelo transversal que sirva para proteger a la infancia, para darle más seguridad”, añade Timbo Ali, consejero y experto en agua y saneamiento de Plan Mali, mientras expone las líneas de un nuevo proyecto en su país, donde trabajan desde 1976.

Plan Internacional, que comenzó su andadura en 1937 con ciudadanos británicos que acogían a menores afectados por la Guerra Civil española, entiende que en los últimos años han llegado al escenario social y ambiental una serie de variables que conviene tener muy en cuenta al planificar y emprender la ayuda al desarrollo. Son el cambio climático, las energías renovables y la eficiencia energética. La combinación de estas variables con otras, como seguridad y soberanía alimentaria, educación, sanidad y acceso al agua, están en la base de sus proyectos, pero también de otras ONG, como Energía sin Fronteras, y de acuerdos entre el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el mundo empresarial, como el establecido con la Fundación Ikea para mejorar las vidas de 380.000 refugiados de Bangladesh, Chad, Etiopía y Jordania a través de la iluminación con renovables.

Mejorar la educación y la sanidad
Poder estudiar en una biblioteca más allá de las seis de la tarde, conservar adecuadamente en frío las vacunas o cocinar con leña sin riesgo para la salud ni ocasionando graves deforestaciones son otras de las ventajas que ofrece el trabajo entre Plan Mali y España, y que ahora se quiere extender a treinta comunidades rurales de Kita, situada en la región de Kayes. El proyecto echó a andar el 1 de marzo de 2015, cuenta con financiación de la Unión Europea a través del programa ACP-EU Energy Facility y su nombre completo es Mejora de las condiciones de vida para los niños y sus familias a través del acceso a servicios energéticos modernos, limpios y asequibles en 30 comunidades pobres de Kita, Malí. “Previamente hemos estado tres meses trabajando sobre el terreno en la preparación del proyecto, junto a colaboradores nativos, ya que nuestra oficina cuenta con un 95% de personas de Mali, incluidos facilitadores sociales e ingenieros con experiencia en energía fotovoltaica”, señala Carlos Sordo.

Afortunadamente, las regiones del suroeste en la que trabaja Plan no son las más afectadas por la inestabilidad territorial y el terrorismo islamista que sufre este país del nordeste de África. En la actualidad ya existen doce bibliotecas y doce estaciones de bombeo de agua para el riego agrícola, todas alimentadas con energía solar. Malí sufre además una alarmante deforestación y desertificación acrecentadas ahora por el cambio climático, que “provocan muchos desplazamientos internos de personas”, asegura Sordo. De ahí que el acceso a agua potable y de riego, pero también la reducción de la excesiva extracción de leña y la eficiencia en su quema, se conviertan en elementos indispensables para la supervivencia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de cuatro millones de personas mueren al año prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire de los hogares como consecuencia del uso de combustibles sólidos para cocinar, entre los que destacan la madera, excrementos de animales y residuos agrícolas, además del carbón. El mismo organismo calcula que 3.000 millones de personas que cocinan o se calientan con combustibles sólidos (la mayoría biomasa) y fuegos abiertos en espacios interiores sufren graves consecuencias sanitarias por la contaminación derivada. Además, en algunas zonas de África y Asia el acopio desmesurado de leña y madera provoca deforestaciones puntuales que suponen un grave impacto para comunidades afectadas por la sequía y la escasez de agua. El uso ineficiente de la biomasa está en la base tanto de las enfermedades como de la deforestación.

Biomasa eficiente en la cocina
El proyecto que desarrolla Plan promueve la instalación de cocinas mejoradas que reducen entre un 25 y un 40% el consumo de madera y son móviles, lo que permite cocinar fuera de las casas y evitar problemas sanitarios como neumonías y cegueras, derivados de la combustión en hogares cerrados. Según el dossier de un proyecto piloto llevado a cabo con anterioridad por Plan en una de las comunidades de Kita, la de Sitantoumou, estas cocinas mejoradas “proporcionan una mayor eficiencia energética que la forma tradicional de cocinar empleada por las mujeres de la comunidad (en general, cocina a fuego abierto de tres piedras). En concreto, consiguen reducir hasta en un 40% el consumo de leña respecto a las cocinas tradicionales”.

El proyecto de Sitantoumou sirve también para sacar otras conclusiones sociales y ambientales positivas, ya que las mujeres, y sobre todo las niñas, que son habitualmente las encargadas de realizar la tarea de recoger madera para cocinar, han reducido a la mitad la frecuencia de sus viajes para recolectar leña y pueden dedicar más tiempo a su educación y formación.

Menos kilómetros y más bosque
“Yo solía viajar más de tres kilómetros a través del bosque con mis hijos en busca de leña para combustible casi todos los días. Ahora nuestro problema se resuelve, porque empleamos mucho menos tiempo gracias a la nueva estufa, que utiliza menos madera”. Adisa, pertenece a la comunidad Jitong, ubicada al norte de Ghana, ya que Malí no es el único lugar de África (también hay proyectos en Sudán y Etiopía) donde la distribución de estufas y cocinas eficientes ha cambiado, a mejor, la vida de las comunidades más pobres. Gracias al trabajo conjunto de varias ONG, en este país situado ligeramente al sur de Malí se han instalado cien de estos rudimentarios, pero seguros y eficaces, equipos de biomasa, que reducen incluso el tiempo de preparación de las comidas (diez minutos menos de media).

Roland Angerer, director regional para África Oriental y Meridional de Plan Internacional, asegura que “el trabajo con energías renovables en Etiopía para mejorar el acceso y la calidad de servicios de salud, educación y abastecimiento de agua potable han sido un éxito”. Destaca Angerer “la instalación de estufas ahorradoras de combustible, que no solo han aliviado las condiciones de vida de más de 80.000 personas pobres en hogares rurales, sino que en veinte zonas rurales el entorno natural ha dado muestras significativas de recuperación”.

La fabricación y distribución de estas cocinas potencia el empoderamiento femenino a partir del trabajo realizado por cooperativas de mujeres. “Ponen ellas mismas el dinero para crear fondos con los que realizan préstamos a bajo interés a otras personas para comprar desde una bombilla a una cabra”, señala Timbo Ali. Dentro de la inversión en formación en las treinta comunidades de Mali se realizarán cursos para que sean las propias mujeres las que construyan las cocinas mejoradas y aprendan sobre su mantenimiento, gracias también al acceso fácil a los materiales con los que se fabrican.

Gasolineras solares para móviles
Sea completa o por componentes, la producción de estas cocinas se lleva a cabo en Mali, con lo que la inversión en estos utensilios se queda en el país y no sale al extranjero. Las cocinas tienen un precio asequible (entre 2 y 10 euros) para la mayor parte de las familias de las comunidades con bajos ingresos. El trabajo conjunto con las cooperativas de mujeres será esencial no solo para la implantación de las cocinas, sino para el resto de desarrollos del proyecto, entre los que está también la recarga de teléfonos móviles.

La comunicación, y con ello las nuevas tecnologías, se convierten igualmente en otra herramienta trascendental vía quioscos solares. “Funcionan como auténticas gasolineras solares en las que las personas cargan los móviles y las baterías de televisiones y radios, evitando así las pilas de baja calidad o las lámparas de queroseno que causan incendios”, relata Carlos Sordo. Aquí también existe su punto de eficiencia energética y de mejora de la calidad de vida, ya que la diseminación de los quioscos solares evita recorrer largas distancias hasta la ciudad para realizar las recargas, descentraliza la energía y fija a la gente joven a las zonas rurales, evitando que emigren.

Aparte de la labor comunidad a comunidad, donde se establecen comités (del agua, de energía, de educación...) para supervisar el funcionamiento del proyecto y su autonomía, resulta crucial la participación en el mismo del Gobierno de Malí, que garantiza los acuerdos que se establecen entre la ONG y las empresas de distribución y mantenimiento. El objetivo es que todas las comunidades de una zona tengan un contrato que asegure que una empresa local acude gracias al acuerdo con el Gobierno y porque le interesa estar dentro de este modelo. El sistema contribuye a que las familias reciban el mismo servicio o mejor con el mismo coste para ellas, nunca más, con el añadido de las mejoras ambientales y de salud que conlleva.

Más información:

http://plan-espana.org

https://plan-international.org/where-we-work/africa/mali

http://plan-international.org

Recuadros
Sitantoumou, punto de partida
El trabajo en treinta comunidades del suroeste de Malí que echó a andar el 1 de marzo de 2015 nace con experiencia, la que aporta un proyecto piloto ya en marcha en una de esas comunidades, la de Sitantoumou, cuyos beneficiarios son 270 familias y un total de 1.500 personas. También aquí existe un claro enfoque de género destinado a “fomentar el empoderamiento de niñas y mujeres y a permitir la creación de microempresas gestionadas por las mismas”.

Las acciones implementadas que sirven de guía para el nuevo proyecto afectan al ámbito doméstico, con la distribución de cocinas de biomasa mejoradas que proporcionan mayor eficiencia y eliminan riesgos para la salud; y al productivo, con la instalación de un sistema de bombeo solar que se utiliza para regar una de las zonas agrícolas, la distribución de secadores solares para las frutas y vegetales obtenidos del huerto de la comunidad y la instalación de quioscos solares que permiten la recarga de teléfonos móviles y baterías de pequeños electrodomésticos.

La educación y la sanidad también han visto optimizados sus servicios gracias a paneles solares fotovoltaicos que por un lado iluminan la escuela de Sitantoumou (además de una cocina mejorada de adobe para uso de profesores y alumnos en el comedor) y por otro el centro de salud.

Sobre los beneficios que conllevan ambas instalaciones, Plan destaca que la de “la escuela permite mejorar la educación de los alumnos en un área tropical donde las horas de sol son escasas y se hace necesario contar con energía eléctrica para iluminación y así aumentar la duración de las jornadas lectivas y las posibilidades de estudio”. En cuanto a la iluminación del consultorio, consideran que, entre otras ventajas, “es especialmente relevante en el caso de los partos de las mujeres, ya que muchas dan a luz de noche, y sin luz corren serios riesgos de complicaciones durante y después del parto, tales como infecciones o hemorragias”.

De Níger a Ecuador
Plan Internacional, y en concreto la oficina española, no solo trabaja en Malí con energías renovables. En Níger facilitó la construcción de un huerto solar con una red de distribución centralizada, y en Senegal y Uganda se están evaluando diferentes alternativas. Por otro lado, Plan Inglaterra tiene un proyecto de mayor envergadura de distribución de agua potable con energía solar en Etiopía, al que se añade también la distribución de cocinas de biomasa mejoradas; y otro en Togo con aulas informáticas también abastecidas con solar fotovoltaica. “Apostamos principalmente por la solar porque encuentras instaladores y distribuidores en todos los países”, explican desde Plan Internacional.

Además de en Malí y Etiopía, la distribución y fabricación de cocinas y estufas mejoradas que aprovechan de forma más eficiente y saludable diversos biocombustibles (leña, residuos agrícolas, heces de ganado y de personas…) también se impulsa en Sudán y Ghana.

Fuera de África, en Nicaragua y en la Amazonia brasileña los quioscos solares se han convertido en lugares que facilitan la lucha contra la alfabetización y el incremento de la brecha digital, gracias principalmente al acceso a los mismos de niños y jóvenes.

Por último, otra zona con graves carencias de desarrollo en zonas rurales, el sudeste asiático (Vietnam, Indonesia y Tailandia), ha visto llegar también las renovables de la mano de esta ONG, entre otras. “En Tailandia abordamos la preparación y lucha contra los desastres naturales (inundaciones, torrentes, huracanes…) en colegios, y gracias a instalaciones fotovoltaicas se convierten en puntos de acción y decisión ante aquellos”, comenta Carlos Sordo desde Plan España.

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