“Ahora existe una desconexión entre políticas forestales formales y las personas”. En 2014, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertaba en el informe El estado de los bosques del mundo. Potenciar los beneficios socioeconómicos de los bosques sobre los problemas derivados de una presión desmesurada para las forestas y peligrosa para la salud de las personas a la hora de obtener energía entre comunidades locales en países en desarrollo.
Esto mismo se agrava en los campos de refugiados y asentamientos donde se concentran 65 millones de personas desplazadas por diversas causas y donde las condiciones de supervivencia son en muchas casos muy precarias. El manual técnico elaborado por la FAO y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) quiere servir de herramienta que “ayudará a las personas desplazadas a acceder al combustible que necesitan para cocinar sus alimentos, reduciendo al mismo tiempo el daño ambiental y los conflictos con las comunidades locales”.
SIG y teledetección para mapear la distribución y disponibilidad
Según describe la FAO, el manual (Evaluación de la oferta y la demanda de combustible de madera en situaciones de desplazamiento) contiene “una metodología que los trabajadores humanitarios y los administradores de los campos pueden utilizar para hacer frente a este desafío”. Describe el proceso para evaluar las necesidades de energía y la naturaleza y disponibilidad de las fuentes locales de leña, y utiliza sistemas de información geográfica y de teledetección para mapear la distribución y los cambios en el tiempo de la biomasa leñosa.
“La metodología se basa en datos de inventario de campo e imágenes satelitales de alta resolución y datos técnicos y socioeconómicos relevantes que permiten una evaluación en profundidad del suministro de combustible de madera y la dinámica de la demanda”, precisan desde la FAO. Uno de los lugares donde se ha ensayado sobre el terreno es el campo de Shimelba (Tigray, Etiopía), establecido en 2004 y que ahora alberga a 6 000 personas con un acceso muy limitado a los recursos naturales.
Los datos obtenidos en Shimelba se utilizan para “controlar el consumo de combustible y evaluar las tendencias, apoyar las decisiones de impulsar las actividades de forestación y reforestación o introducir cambios en la forma de obtener o utilizar el combustible, por ejemplo, con combustibles alternativos y tecnologías de cocción más eficientes”. El manual indica también cuál puede ser el origen del biocombustible: “diversos sistemas arbóreos y forestales, como plantaciones forestales mixtas, o por medio de sistemas integrados de energía alimentaria que producen tanto alimentos como energía, como la agroforestería o los sistemas agrícolas múltiples”.